¿Una estrella que no se apaga? (Lost Souls #1)

20|No huyas

La calma se rompió con una nueva discusión de Tyler y Hannah, apenas llegamos a la boletería del cine.

Puse los ojos en blanco y pedí boletos para la primera película que vi en la cartelera. Si no les gustaba, que no la vieran. Hannah me los arrebató de las manos y dio zancadas hacia el resto de las chicas. Tyler abrió la boca y se aferró a una pared. Se le estaba pasando el dolor del tobillo, pero necesitaba mi ayuda de vez en cuando.

Cuando nos quedamos solos, Tyler frunció el ceño y me pidió que lo acompañara hasta unos banquitos. Estiró sus piernas largas y la culpa y la preocupación le inundaron el rostro.

—¿Por qué no me dijiste? —me regañó.

Junté las cejas, confundido.

—¿Qué cosa?

—¡Lo de Hyde Park! Te pasó algo ahí, ¿no?

Se me asentó una roca gigantesca en el estómago y rehuí su mirada. ¡Claro, tuvo que haber estado hablando con Lizzy mientras las chicas y yo esperábamos en el McDonald's!

Retuve un suspiro.

—No, Ty —susurré con la voz pastosa, y me miré el regazo, tenso—, fue cuando salí.

—¡Tendrías que habérmelo dicho! ¡Habríamos elegido otro parque!

Volví a observarlo, esta vez con firmeza.

—¿La pasaron bien? —Tyler asintió—. Lizzy también parecía querer estar allí. ¿Piensas que les habría arruinado la diversión?

Tyler torció el gesto.

—¿Por eso las cosas se pusieron raras con Lizzy?

Apoyé la espalda en la pared detrás de nosotros. De repente, se me ocurrieron varias conversaciones que pudieron haber tenido y el miedo me arañó la piel. No sabía qué se podría haber quedado pensando Lizzy ni qué percepción le había dado, pero...

—¿Habló contigo? —Quise pegarme por haber preguntado semejante obviedad.

Tyler me escrutó con un matiz de regaño.

—Está preocupada por ti, Gallagher.

Solté el aire entre los dientes, pesaroso. Ya empezaba a asustar y a hacer sentir incómoda a otra persona con mis rarezas...

—¿Puedo darte un consejo? —dijo Tyler por mera cortesía—. No huyas. Pueden surgir cosas maravillosas de esa amistad que está naciendo entre ustedes.

—Eso espero —murmuré, pero sentí que sería una realidad.

—Y tiene un carácter espantoso —agregó Tyler, divertido—. La alenté a darte un bastonazo, de ser necesario.

—Gracias, «amigo». —Puse los ojos en blanco.

Tyler me sonrió.

—Intenta hablar con ella y explícale qué te ocurrió, o lo que crees que te pasó. Pero procura solucionar las cosas con ella; parece ser alguien razonable. Tú tampoco eres tan tonto, y ella lo sabe. Así que, antes de que te hagas la cabeza: Lizzy no te odia ni nada de las cosas raras que puedes estar pensando. Quita esa cara de aflicción, me deprimes. —Arrugó la nariz.

Reí entre dientes y le agradecí.

♪♪♪

Tyler dejó de hablar conmigo cuando las chicas regresaron, y las apuró para entrar en la sala de cine. Nos sentamos en una de las primeras filas de butacas, así Tyler y Lizzy no tendrían que subir escalones.

—Han, deberías ser peor con él —le sugirió Nicole en voz baja.

—¿Por qué deberías ser peor, Hannah, y con quién? —Ty se acercó a ellas y les entrecerró los ojos—. Estaban hablando de mí, me zumban los oídos. —Se dio unos golpecitos en la oreja con el dedo.

Lizzy contuvo la risa mientras las demás ponían los ojos en blanco.

—Nadie está hablando de ti —se defendió Katherine.

Tyler continuó mirándolas desconfiado.

—No eres el ombligo del mundo, Tyler —masculló Hannah, «observando» las publicidades que le antecedieron a la película—. Atragántate con papas y deja de molestar.

—Les conviene no provocarme, señoritas. —Ty las señaló con el dedo—. No quieren conocer mi lado rudo.

Lizzy rio burlona y sonreí un poquito; ahí estaba la peleadora de siempre. Los presentes les ordenaron que se callaran.

—¡No te atrevas a reírte de mí, enana malvada! —protestó Tyler.

—Todo el mundo lo hace, Tyler —se burló Nicole.

Lizzy dejó de sonreír socarrona cuando nuestras miradas se encontraron, y el aire abandonó mis pulmones. Se vio las manos y ambos pretendimos concentrarnos en la ridícula discusión que estaban teniendo los demás entre susurros. Tyler amenazó a las chicas con arrastrarlas por todas las calles de Londres si no paraban de burlarse de él. De nuevo los demás les pidieron silencio.

ACÁ HAY TENSIÓÓÓN. 

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