Quería saber cómo estaba mi madre, así que les avisé a Ethan y a mi abuelo que saldría un momento. Me colgué la mochila en el hombro y caminé hasta la puerta. Salí de la habitación y contemplé a mi alrededor. No encontré a mi madre por ningún lado.
Pero había alguien más.
Retrocedí unos pasos y ladeé la cabeza. Chase estaba apoyado en la pared, de brazos cruzados, viendo los pasillos blancos y sosos. Parecía detestarlos aún más que yo, y sabía por qué.
Me acerqué y lo saludé con la mano. Él se incorporó e hizo una mueca.
Adoraba hacer felices a los demás, por eso deduje por qué estaba ahí.
—¿Quieres que te traiga un espejo, así ves lo horrible que luces en este momento? —repetí en broma lo que me había dicho el día anterior, y soltó una risa sarcástica.
Sostenía dos vasos de café. Me entregó uno y me observó con tanta fijeza que no me quedó más opción que agarrarlo. Susurré un agradecimiento, lo sorbí y cerré los ojos mientras lo saboreaba. Me quemó un poco la lengua, pero necesitaba cafeína.
Abrí los párpados y vi que Chase tenía la cabeza gacha.
—A ti no te gustan los hospitales...
Encogió los hombros.
—No, pero... me quedé preocupado. Fue fuerte lo que les anunció el doctor, así que sentí que tenía que venir.
—Siempre vienes con los chicos.
Chase tomó más café y desvió la vista más allá de nosotros.
—Es que... entiendo lo que estás sintiendo, porque... —Tragó con dificultad. Cuando siguió hablando, su voz sonó débil—. Yo también quería mucho a mi hermano; me gustaría tenerlo conmigo. Necesito enfrentarme a los hospitales, aunque los odie, también.
Esbocé una sonrisa de gratitud y orgullo, porque estaba intentando enfrentarse a una de las cosas que más odiaba. No quería imaginarme qué recordaba cuando entraba en un hospital.
—Tu familia salió afuera. Me los crucé cuando llegué hace unos veinte minutos.
Asentí y me percaté de que las piernas de Chase temblaban ligeramente. Le dije que nos sentáramos al lado de la habitación de Ethan. Él me siguió, pero de repente se quedó mirando pensativo la puerta. Seguí bebiendo mi café, sin dejar de observar a Chase. Me estaba preocupando su expresión sombría.
Giró la cabeza hacia mí y me preguntó si podíamos ver a Ethan. Asentí con extrañeza y caminé hasta la habitación. Chase me siguió con pasos inseguros.
Abrí la puerta y no supe qué esperar de ese encuentro; solo deseé que Chase estuviera bien. Chase miró la puerta, inseguro, y finalmente se decidió a acompañarme. Ethan se incorporó un poco en la cama y sonrió. Una mezcla de cariño y añoranza tiñó las facciones de Chase y se acercó para abrazarlo. Después, saludó a mi abuelo.
Mi abuelo se levantó, le cedió la silla a Chase y anunció que iría afuera con nuestra familia.
Acomodé mi mochila en el respaldo de la silla libre, a la derecha de Ethan, y me senté.
Cuando mi abuelo se fue, Ethan nos preguntó a Chase y a mí si Tyler e Ian también estaban en el hospital. Chase y yo negamos con la cabeza.
—¿Y Lizzy?
Chase rio entre dientes y miré a Ethan, serio.
—Ya te vino a ver ayer.
Él encogió los hombros.
ESTÁS LEYENDO
¿Una estrella que no se apaga? (Lost Souls #1)
RomanceWill Gallagher ama la música. Se ha convertido en su refugio después de que un accidente le dejara cicatrices en el alma difíciles de sanar. Ahora una noticia desgarradora amenaza con desbaratar sus sueños y poner en riesgo sus ambiciones. Pero una...