42|La música me trae a la vida

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Hacía días que no comía tan bien y que no me sentía a gusto en un ambiente relajado como el que se había formado en la casa de Lizzy. Todos procuraban hablar entre sí, incluso con los recién llegados, unos amigos de los Blackwell.

Los chicos y Lizzy me sacaron temas de conversación y aprovecharon para tomar unas fotos.

El flash de la cámara de Christopher comenzó a alumbrarnos. Sus familiares y amigos parecían habituados a ello, así que posaron e hicieron muecas graciosas para que Christopher las inmortalizara. Tyler, Chase y las chicas me arrastraron con ellos. Terminé riéndome de sus locuras.

Una tía de Lizzy, supuse que la hermana de su papá, nos pidió a todos que nos turnáramos para sacarnos fotos con la cumpleañera.

Los primeros fueron los padres y el hermano de Lizzy. La abrazaron desde atrás —continuaba sentada en la silla— y le sonrieron a la cámara. Luego fue el turno de Abby, Emma y el resto de familiares de Lizzy.

Tyler, Chase y las chicas sacaron a relucir su locura y el amor que sentían por Lizzy. Los observé, risueño, pero no me animé a acercarme más a ellos. Los chicos empezaron a acusarme de amargado y me instaron a «dejar de ser una estatua». Reí entre dientes mientras miraba a Lizzy por el rabillo del ojo; me había ganado su atención. Ella también rio. Me sobresalté cuando Christopher y tragué con dificultad.

Tyler insistió en hacer lo mismo con su celular. Lizzy y yo nos miramos sorprendidos, pero terminé encogiendo los hombros cuando detecté que le agradaba la idea. Por eso llené mis pulmones y rompí la distancia entre ambos.

Contemplé a mi alrededor con disimulo. Estaba entrando en la vida de Lizzy, y me sentía afortunado por eso. Me había cruzado con una excelente persona.

Giré la cabeza justo cuando ella estaba por hacer lo mismo. Curvé un borde del labio y, esta vez, miré a Tyler; sonreía de oreja a oreja. El perfume de Lizzy se coló en mi nariz y un cosquilleo me invadió el vientre, incluso después de que Ty nos fotografiara.

Crucé los brazos y observé cómo los tíos y los primos de Lizzy se sacaban más fotos con ella, pero no dejé de sentir las intensas miradas de Tyler y de Chase. No quería imaginar en qué estaban pensando.

Antes de las diez y media de la noche, los padres de Lizzy regresaron al patio. Cada uno sostenía una bandeja con copas llenas de champán. Christopher traía un pastel de chocolate.

Quienes se habían levantado para conversar se sentaron de nuevo. Todos guardamos silencio mientras los señores Blackwell y Christopher iban pasándonos una copa y una porción de pastel.

El padre de Lizzy envolvió la cintura de su esposa. Compartieron una mirada fugaz con Christopher y sonrieron. Los tres expresaron cuán orgullosos estaban, y siempre habían estado, de Lizzy, y la alentaron a ser feliz, a perseverar y a seguir sus sueños. Ella sonrió emocionada y recibió su abrazo.

Sensaciones extrañas se aglomeraron en mi pecho. Me pareció detectar el orgullo y la satisfacción, porque había estado presenciando sus logros y estaba convencido de que recuperaría su amor por la música.

También me pareció ver como si Lizzy hubiese entendido que de verdad tenía el apoyo de sus padres. Junté las cejas, perplejo, y me miré el regazo antes de que ella lo notara.

Otra pieza del rompecabezas que era Lizzy pareció encastrar en su lugar. Me pareció que había tomado una decisión con la que no se había sentido a gusto y que había tenido problemas con sus padres por eso.

A Abby y a Emma les costó encontrar las palabras adecuadas, pero cuando lo hicieron, no mencionaron demasiado. Y no era necesario; eran un gran sostén para Lizzy.

¿Una estrella que no se apaga? (Lost Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora