KIM
La alarma de mi teléfono comenzó a sonar fuertemente, abrí los ojos y moví el brazo para apagarla y ver la hora. Eran las seis de la mañana, la hora a la que solía levantarme los días de instituto.
Me froté la cara con las manos, joder, estaba agotada, la noche anterior me había acostado tarde al llegar de hacer el doble turno en el trabajo. Me levanté de la cama y encendí el grifo de agua fría de la ducha, puse la música a todo volumen y dejé el móvil tirado en la cama cuando me metí al baño.
Me desnudé rápidamente, tirando el pijama a un rincón cerca del lavabo y metí el pie para comprobar la temperatura del agua. Seguido de esto me metí a la bañera y cogí la ducha con la mano para comenzar a lavarme.
Al terminar me vestí con lo primero que cogí del armario y fui a la cocina, todo estaba muy silencioso, seguramente William se habría quedado dormido en el salón o en su habitación. Abrí la nevera para elegir qué desayunar.
No había mucho entre lo que elegir, solo un sándwich de hacía una semana que William no se había comido, leche caducada y un poco de fruta medio pocha. Cerré la nevera con un suspiro y estiré los brazos hacia un armarito que había encima de ella, este se encontraba un poco más lleno, pero la mayoría de la comida que había estaba caducada desde hacía un mes porque nadie se la había comido. Cogí un paquete de galletas que, por suerte, no estaban rancias y me metí dos en la boca.
Me dirigí a mi habitación, abrí el armario para coger la hucha donde guardaba el dinero del trabajo y saqué varios billetes, pero los volví a guardar, hacer la compra podía esperar unos días más.
Cogí la mochila del instituto y me la puse al hombro y recogí de la cama el paquete de galletas que había dejado antes. Fui al salón para comprobar que estaba William.
Exacto, allí estaba, tumbado en el sofá con sus vaqueros desgastados y una camisa sucia. Me acerqué a él:
-Ey- lo sacudí- William, despierta.
Él se movió molesto en el sofá, me tensé, al parecer no iba a colaborar, le tiré el paquete de galletas encima con fuerza. Esta vez abrió rápido los ojos y frunció el ceño.
-No me llames William- dijo balanceándose para ponerse de pie frente a mí.
-Mierda ¿estás drogado? Te he dicho mil veces que no te drogues aquí- dije intentando mantener el tono para no gritarle y evitar problemas- No quiero tener líos por ti con los tíos esos que te venden esa asquerosidad William.
-¡Que no me llames William!- me gritó, considerablemente cerca de mi cara.
Pude oler cómo también había estado bebiendo alcohol.
-¿De dónde sacas el alcohol? Aquí no hay.
-Déjame en paz- se volvió a tumbar en el sofá, dándome la espalda.
-Joder- le intenté girar para seguir hablando con él- joder levanta- no pude con él. Le intenté levantar tirando hacia mí, pero solo conseguí hacer que se cayera del sofá.
Se levantó sobresaltado:
-¿¡Pero qué coño haces!?
-¡¿De dónde has sacada el puto alcohol William?!- me aparté cuando se acercó.
-¡Te he dicho que no me llames William, soy tu padre!
-¿Ah sí? ¡¿Y un padre le gritaría así a su hija?!
Me aparté rápidamente antes de que se acercase más y fui a la puerta para salir del piso, él siguió gritándome cuando salí por ella.
Bajé a la calle por las escaleras, él se había asomado por la ventana y seguía gritándome como un puto loco, pero ya no era nada extraño.
Saqué el móvil del bolsillo de la sudadera y los cascos de la mochila y comencé a escuchar música, dejando de escuchar los gritos que llegaban desde la ventana de mi salón.
***
Después de montar en un autobús con demasiada gente durante media hora, llegué a clase, justo a tiempo, como siempre. Los sitios de las últimas filas estaban ocupados, por lo que me tocaba sentarme en una de las filas de delante, cerca de la pared y del profesor.
Cuando el señor Brown entró a la sala, todo se volvió silencioso, era un hombre serio, medio calvo y no muy alto. La verdad es que empezar el curso dando lengua y literatura con ese tío no era la mejor opción.
Cuando estábamos a mitad de la clase, el señor Brown comenzó a escribir el temario que daríamos durante el mes. Aproveché para sacar una hoja de la mochila y comenzar a hacer dibujitos y poner algunas frases.
De repente, una mano me arrancó el papel de la mesa, levanté la cabeza hacia la persona que lo había hecho, y le dirigí a esta una mala mirada cuando vi al profesor frente a mí.
-Parece que alguien se aburre ¿eh, señorita Belanger? ¿Te gusta hacer dibujitos en mi clase? Anda y hay frases chicos -levantó el papel hacia él y comenzó a leerlo con un tono ridículo- Todo es una mierda...vivimos para acabar muertos...es tan...
Le quité rápido la hoja de las manos y cogí la mochila del suelo para ponérmela en el hombro. Se sorprendió al ver el gesto, pero no dijo nada al respecto.
-Capullo- dije lentamente recalcando cada sílaba y mirándole fijamente, y después de ver su reacción de espanto me alejé de mi sitio hacia la puerta.
- ¡Eh, no se vaya señorita Belanger, la clase no ha terminado!
-Me la suda- dije enseñando el dedo corazón hacía atrás mientras salía de la clase.
Arrugué el papel y me lo metí en la mochila con el ceño fruncido.
Vi a un chico alto y rubio al final del pasillo, iba en sentido contrario al mío, al parecer se había percatado de mi presencia, puesto que me estaba dirigiendo una mirada seductora.
<<Joder, ¿quién se cree este gilipollas?>>
Le levanté la muñeca, haciendo notar la pulsera del colectivo LGTB+ que llevaba en ella, junto con una mala cara. El chico se dio cuenta de lo que quería decir y apartó rápidamente la mirada, dispuesto a seguir su camino.
-No me jod...- dejé de susurrar cuando noté que me había chocado con alguien- ¿¡Pero qué coño hac...!?- volví a callarme al girar la cabeza del todo y ver a una chica rubia y con pecas frente a mí.
<<Mierda, es preciosa.>>
Nos quedamos en silencio, aproveché para apreciar su rostro. Ojos miel, pelo por los hombros...
<<Y sus labios.>>
Me quedé mirándolos unos segundos, ella se puso roja al darse cuenta. Los libros que había estado sujetando se cayeron al suelo.
<<¿Una puta escena de película, enserio? No pienso pasar por esto.>>
Cuando se agachó a recoger los libros la esquivé y seguí andando, eso no era lo mío.
-Emm...- la oí susurrar- jope...qué torpe...pero dile algo... ¡Eeh, soy Melanie!
Sonreí ligeramente al escuchar sus palabras mientras me alejaba por el pasillo.

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Ayúdame a Vivir
Ficção AdolescenteKim no entiende qué es vivir ni su sentido y arrastra una vida complicada, Melanie es una inexperta sometida a muchas críticas. Si toparse con alguien en el pasillo es de película, Kim lo odiaría, pero Melanie es una persona demasiado llamativa como...