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MELANIE

La relación con Kim iba bien, nos ayudábamos mutuamente, pero no había cambiado mucho la situación.

Después de una semana o dos, Kim comenzó a ir a clase de nuevo, también volvió a ir a fútbol y al trabajo.

Yo seguía igual, Kim no paraba de decirme que me ingresase, que ella estaría bien, pero yo no quería promesas ni nada por el estilo, solo quería verla bien antes de que me metieran en un hospital y no la pudiera ver todos los días. Ella había llegado al punto de rogármelo, pero aunque me doliera no hacerle caso, yo sabía que no podía dejarla sola en esa situación. Porque, entonces, ella me habría acompañado hasta el final del camino, pero yo a ella solo hasta la mitad, y no era justo, no para mí.

***

Pasé el tenedor por la comida por tercera vez, sin probarla, no me sentía cómoda comiendo ni viendo la comida, pero intentaba hacerlo por Kim, aunque fuera complicado.

Comencé a sentirme mal y a marearme, vi borroso el plato y a Kim cuando levanté la cabeza, sabía que me estaba mirando preocupada, no como mis padres, que seguramente lo hacían con indiferencia. Noté cómo me balanceé hacia los lados antes de caerme de la silla y ver negro.

Desperté en una camilla.

Miré a los lados, el ambiente era demasiado limpio y perfumado y la habitación muy sosa. Solo había una mesita con dos cajones y una lamparita a mi lado y, en una esquina de la habitación, una silla.

Esforzarme por ver me mareaba, así que volví a cerrar los ojos. Esta vez oí una conversación en el pasillo:

-Bueno, ustedes deben ser los padres ¿no?- no reconocí esa voz, seguramente sería la de un médico.

-Sí- supe que hablaba mi madre, parecía enfadada.

-¿Y ella es la hermana?- volvió a preguntar el médico.

-No, soy su novia- no pude evitar ruborizarme un poco al escuchar a Kim.

-Está bien. Respecto a Melanie, debe ser urgentemente ingresada, tiene un caso de trastorno alimenticio y anorexia avanzados.

-Eso es una tontería, se viene a casa con nosotros.

-Discúlpeme señora, pero su hija podría ponerse mucho peor, y ya que estamos a tiempo debería aceptar ingresarla aquí.

-Bueno, haga lo que quiera, pero no pienso pagar nada- dijo mi padre.

-Solo quiere llamar la atención- suspiró mi madre enfadada.

-Yo pagaré- intervino Kim.

-Está bien, pero los padres de la chica tienen que autorizarlo, siendo menor no se puede hacer así como así...- supuse que el hombre se había girado a mirar a mis padres.

Hubo silencio unos segundos antes de que volviera a escuchar la voz de mi padre:

-Que pague ella, no me importa ¿Dónde hay que firmar?

-Oh, aquí- oí el sonido de hojas en movimiento.

-¿Nos podemos ir ya?- dijo mi madre.

-Si no quieren visitarla pueden irse- oí pasos alejarse por el pasillo.

-Yo quiero entrar ¿puedo?- preguntó Kim.

-Claro, pasa y espera a que se despierte, hay una silla dentro.

Noté cómo entraba y se sentaba en la silla, su presencia me hizo sonreír.

-Finges fatal estar dormida, que lo sepas- se rio levantándose de la silla mientras yo abría los ojos, noté que me sonreía con los ojos llorosos- Me alegro de que estés aquí, aunque tú no lo hagas.

-Pero no quiero estar aquí- me incorporé- quiero estar contigo fuera...- me intenté levantar, pero ella me lo impidió dándome un abrazo.

-Vas a estar bien, vendré a visitarte- su voz comenzó a cortarse según hablaba- lo prometo.

Comencé a llorar en su hombro y Kim apretó los brazos para juntarme más a ella.

-No vuelvas con tu padre- sollocé- por favor...

-Eso no puedo prometértelo, lo siento. Tus padres no me van a querer más en su casa, y no tengo a dónde ir, no hay más opciones Mel.

Esta vez fui yo la que quise abrazarla más fuerte.

No quería que se fuera nunca, y menos si volvía a ese lugar.

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