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MELANIE

Abrí los ojos y me estiré sobre la cama para desperezarme. Por un día, no había colegio así que no tenía que preocuparme por despertarme pronto o vestirme rápido.

<<Menos mal.>>

Bajé a la cocina, donde mis padres estaban sentados con un café alrededor de la mesa en silencio, no es que las conversaciones fueran muy profundas, no. Tampoco es que hubiera, mis padres no hablaban entre ellos a no ser que fuera necesario.

-Buenos días. - Dije frotándome los ojos mientras iba hacia la nevera.

Mi padre siguió leyendo el periódico de deportes y mi madre levantó la mirada hacia mí y la volvió a bajar desinteresada.

<<Tan amables como siempre.>>

Corté y puse dos rebanadas de pan a tostar mientras me calentaba un vaso de leche con miel. Me senté a la mesa y comencé a desayunar en silencio mirando a mis padres, que se dirigían miradas significativas entre ellos. Al parecer poniéndose de acuerdo para hacer algo.

-Melanie- dijo mi madre.

-Dime- me llevé una tostada a la boca.

-¿No deberías comer menos?

<<Oh, no.>>

Con que era eso. Ya empezábamos con los comentarios de siempre.

Dejé de comer de golpe y solté la tostada en el plato, sin mirar a mi madre.

-Bueno emm...- comencé a decir.

-Por cierto, vamos a ir a casa de la abuela a comer- me interrumpió.

-Está bien...- la miré un segundo y cogí mi tostada con miedo a que volviera a decirme algo, por "suerte" solo soltó un suspiro de cansancio.

***

Mi abuela abrió la puerta con una gran sonrisa, obviamente falsa, y se apartó para dejarnos pasar. Se puso seria cuando pasaron mis padres por su lado y me dio un fuerte abrazo cuando fue mi turno.

-Agh, no sabes lo complicado que es tener que sonreír siempre a tus padres- me dijo apartándose y cogiéndome de las mejillas- Cuánto has crecido.

-Abuela, nos vimos hace dos semanas- dije poniendo los ojos en blanco con una sonrisa divertida.

-Bueno, mi deber es decírtelo. Pasa anda.

Entré a la casa y oí cómo mi abuela cerraba la puerta de la entrada.

-¿Me ayudas a cocinar?- me dijo yendo a la cocina con una gran sonrisa.

-Ay si plis- respondí entusiasmada.

Me miró por detrás del hombro con una tierna sonrisa y siguió caminando.

***

-Bueno- comenzó a decir mi abuela cerrando el horno y agachándose frente a él para poner el temporizador- pues...en exactamente...media hora tendremos tu comida favorita.

Me miró sonriente y se apoyó en la encimera de la cocina con los brazos cruzados.

-¿Qué?- dije riéndome al darme cuenta de cómo me observaba.

Se acercó lentamente hacia mí y apoyó un lado de su cadera en el borde de la encimera de mármol.

-Te noto más...cómo... ¿alegre? ¿distraída? ¿sonriente?– dijo acompañando cada palabra con un toquecito en la punta de mi nariz mientras yo me reía- ¿sigo?

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