16

6 1 0
                                    

MELANIE

Llevábamos varios días hablando por mensaje, pero no habíamos vuelto a tener ninguna cita, o eso pensaba, porque con ella era imposible saberlo, sin embargo, por alguna razón que no conocía, cada día se distanciaba un poco más.

Por otro lado, vomitar no me había servido para verme bien, aun así lo había cogido poco a poco como rutina, pensando que haciéndolo podría algún día lograr tener el cuerpo que ansiaba, pero sí había bajado un poco de peso.

Mis padres no se daban cuenta de por qué situación estaba pasando, o no querían saberlo, cada día me mentalizaba más de que no les importaba nada mi vida. Sin embargo, se alegraban cuando les decía que saldría a hacer ejercicio con Catherine, aunque fuera mentira y solo saliera con Kim por las tardes.

Tras varios días viendo que supuestamente hacía ejercicio, se habían acabado olvidando de Kim y no habían vuelto a sacar el tema. No es que me sintiera bien por la situación por la que estaba pasando, sola o con mis padres, simplemente había aprendido desde pequeña a no sacar ciertos temas porque ni me responderían ni hablarían de ello conmigo, y tenía una desagradable necesidad de sentir su aprobación desde siempre.

Cada vez que pasaba cerca de mis padres por algún lugar de la casa, fuera el salón o la cocina, me sonreían por cómo había bajado de peso, pero lo hacían como nunca lo habían hecho.

Mamá solía decir:

-¿Ves cómo perder peso te viene bien? Así estás más guapa.

Y papá asentía, estando de acuerdo con una gran sonrisa.

Pero eso no evitaba que siguiera habiendo comentarios como:

-Melanie, ya que empiezas a adelgazar no comas tanto, que ganas peso.

Que solían surgir cada vez que me veían comer un poquito más de guisantes o de arroz o bebiendo cualquier bebida que no fuera agua.

***

Abrí la puerta del local de hamburguesas donde trabajaba Kim.

Había decidido ir a visitarla por sorpresa a la hora a la que terminaba, a las siete, ya que llevábamos dos semanas sin quedar, y empezaba a dudar sobre cómo estaba y por qué había cambiado repentinamente.

La vi en unas mesas del fondo del local, sirviendo a dos personas mayores y varios niños pequeños unas hamburguesas enormes.

Pensé que acabaría después de eso, pero estuvo otros diez minutos sirviendo mesas, todavía sin percatarse de mi presencia.

Me senté en una mesa de la que acababa de irse una señora y su hijo, sabía que esa mesa era atendida por Kim, así que mi plan era llamar su atención así. Me tapé con la carta cuando comencé a verla llegar mirando al suelo.

-Hola, ¿sabe lo que va a pedir? - preguntó parándose delante de la mesa.

-¿Tienen wiski?– dije apartando la carta.

-¿Melanie?- miró incómoda a su alrededor- lo siento pero no puedo hablar ahora, estoy ocupada...

-¿Y cuando salgas?

-Termino tarde el turno- dijo encogiéndose de hombros.

-¿Estás haciendo doble turno?

-Si...- se rascó la nuca con una media sonrisa.

-Está bien... ¿al menos puedes tomarte un descanso?

Miró a la barra y le hizo un gesto a un hombre robusto que estaba atendiendo el lugar, este asintió y le indicó el número diez con los dedos.

-Vale- se sentó frente a mí, dejando la pequeña libreta donde apuntaba los pedidos en la mesa- tengo diez minutos.

-¿Llevas dos semanas haciendo doble turno? ¿Por eso no hemos quedado y estás más ausente por mensaje?

-Si...

-¿Por qué haces el doble turno?– pregunté confundida, interesada y preocupada a la vez.

-Necesito más dinero, y así me pagan más- apartó la mirada con el ceño un tanto fruncido.

-¿Por qué?– Kim ignoró la pregunta y comenzó a tocarse nerviosa las manos sobre la mesa, mirando por la ventana- Ey, Kim- llamé su atención poniendo una mano sobre las suyas para calmarla- ¿Por qué necesitas el dinero?

-Es complicado...

-Ey- la miré a los ojos- podemos hacerlo un poco más sencillo juntas ¿vale?

Ella soltó un suspiro y pareció pensar unos segundos en lo que respondería, pero yo esperaba con calma y paciencia, no quería forzarla a que me contara nada, sin embargo, habló:

-Mira... de pequeña todo iba bien con mis padres, era normal y tal...- asentí- pero hace varios meses mi madre fue ingresada en el hospital y... mi padre... cayó en cosas muy malas- sabía a lo que se refería, apreté sus manos con sentimiento- y... ahora no estamos bien y necesitamos dinero para pagar mis clases, la casa...

Me levanté y me senté a su lado. Se giró a mirarme confundida antes de que le rodeara el cuello con los brazos y le diera un abrazo, que ella correspondió.

-Comprendo...- apretó los brazos- Perdón por preguntar...

-¡Kim!- nos separamos del abrazo al oír un grito.

El grito provenía del hombre de la barra, que le hizo un gesto para que volviera al trabajo.

Nos levantamos y le di un beso en la mejilla.

-Puedes contarme lo que sea ¿vale? – le dije en el oído.

Ella no respondió con palabras, lo hizo con un asentimiento y una mirada entre perdida y triste, y luego volvió a la cocina, caminando lentamente.

Después de eso volví a casa pensando en ella.

<<Nunca pensé que alguien pudiera pasar por tantas cosas a la vez... y menos ella.>>

Ayúdame a VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora