My Person [BaKhun]

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— Akraptor el...

— ¿Él?

El castaño estaba esperando que la castaña terminara de decir la cosa sobre su amigo, ella lo miro antes de negar con la cabeza.

— Se necesita un milagro para salvarlo y si se salva, no sabemos si podrá despertar. Se golpeo bastante fuerte la cabeza y perdió demasiada sangre.

— No...

— Baam, necesitamos llevarlo a un hospital donde lo puedan tratar mejor.

— No podemos, con todos detrás de nosotros dejarlo en un hospital

— Es lo mejor que podemos hacer, si no lo llevamos él puede morir.

El castaño se movió de donde estaba parado para comenzar a caminar como si fuera un animal encerrado sin saber que hacer, soltó un gruñido antes de encajar su puño en una pared.

— ¡Maldición!

— Baam...

— ¿Cómo esta Wangnan?

— No dijo nada y salió hacía el patio trasero de la casa

El castaño asintió ante la información que recibía de la chica castaña, su mente estaba nublada y no podía pensar muy bien en todas las opciones que podía tener ante la situación que estaba pasando su equipo. La niebla oscura que lograba nublar sus pensamientos se volvía más espesa tragándolo casi por completo hasta que sintió que alguien tomo su mano trayéndolo de nuevo a la realidad. Sus ojos miraron unos azules que lo miraban de una manera clara junto a una sonrisa leve.

— Ya no estás solo, no te llenes de todo tu solo Baam. Todos estamos para ti.

Ante las palabras del chico de cabellos celestes sus ojos dorados miraron a todos los presentes dándose cuenta de que era verdad lo que decía el mayor. La niebla en su mente se disipo por completo y sus labios subieron de manera suave formado una sonrisa pequeña. Lo primero que tenía que hacer era hablar con su amigo rubio, necesitaba saber su opinión ante la situación de su pareja, el solo no podía decidir. Miro al chico que le tomaba de la mano y entendiendo lo que quería hacer apretó nuevamente su mano dándole fuerzas y la soltó.

— Ve, nosotros trataremos de ir pensando en ideas de lo que podemos hacer.

— Bien.

Sus ojos volvieron a mirar a todos los presentes en la sala y los vio sonreírle a su persona. Si, ya no estaba completamente solo, por fin se daba cuenta de eso. Ahora más calmado salió de allí para ir al patio trasero de su casa en donde estaba su amigo rubio, solo le rezaba a los cielos para poder saber que decirle y no morir en el intento. 

Cuando el castaño salió de sala el de ojos azules pudo soltar un suspiro mientras llevaba a su cabeza su mano ante el leve dolor de cabeza que le estaba comenzando a dar.