39- Volviste

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POV MORGAN

Al abrir los ojos y todo a mi alrededor lo vi borroso, así que parpadee varias veces, para intentar enfocar, pero no funciono muy bien, a pesar de eso podía distinguir que estaba sentada sobre un sillón, con las manos atadas en mi regazo. 

Me tomo varios minutos descubrir que estaba rodeada de un montón de personas, vestidas de negro y con cosas en la cara, las cuales solo dejaban al descubierto los ojos.

— La princesa por fin esta despierta —comentó un hombre de forma sarcástica.

— Preparen todo —ordenó otro hombre, cuyo voz había escuchado en algún otro lado.

— Tu ... —él hombre me miró— yo te conozco —aseguré y soltó una risa ronca.

— En realidad nos conoces a todos princesa —me informó utilizando un tono calmado.

Su respuesta me dejo helada por unos segundos, pero no quería que se dieran cuenta de ello, por lo que me incliné hacia el frente  y lo observé a los ojos.

— ¿Puedes no llamarme así?

— ¿Acaso te molesta princesa?

— Si.

— Es una lástima —no podía verle la cara, pero estoy segura de que estaba sonriendo—. Preparen a la princesa —ordenó.

El hombre que estaba a mi lado, me tomó del brazo y con brusquedad, me obligó a pararme del sillón.

Hice una mueca de dolor, porque sus uñas se estaban enterrando en mi brazo e intente apartarme, pero eso solo consiguió que hiciera más presión en su agarre.

El hombre me llevo arrastrando por un pasillo completamente oscuro, hasta que llegamos al sótano, el cual parecía abandonado. Mientras caminábamos, observé todo el lugar y me di cuenta que en las paredes estaban trazados varios signos, que ya había visto antes, en el libro de magia oscura. 

De un momento a otro, nos detuvimos y el hombre me empujó hacia una mesa de metal, que estaba al centro del cuarto.

— Acuéstate —me ordenó, pero no le hice caso. Me limite a observarlo con mirada retadora— hazlo o te obligaré a hacerlo yo mismo.

— ¿Es una amenaza?

— ¿Te parece que tengo cara de solo dar amenazas? —lo observe detenidamente— ACUÉSTATE.

Sonreí de lado, ya que quería irritarlo.

— Hazlo tú mismo —provoque al hombre y este gruñó.

— Antes de que te muevas —el chico que también estaba cerca del círculo hablo, llamando nuestra atención— te recuerdo que no le puedes hacer ni un solo rasguño.

El hombre le lanzó una mirada molesta y antes de que alguno dijera algo, este me cargo y me recostó en la mesa. Inmediatamente los dos empezaron a atarme las manos y las piernas a la mesa y por más que me resistí, no conseguí zafarme, por lo que no pasaron ni dos minutos, cuando ya estaba completamente inmovilizada.

Esto es una exageración a mi parecer.

Pasaron varios minutos más, donde veía entrar y salir gente del cuarto, pero básicamente habían tres grupos de hombres que murmuraban cosas, mientras me miraban.

De la nada, el hombre y el chico se acercaron a mi con una bandeja, la cual colocaron a mi lado y entre en pánico de nuevo, ya que había una inyección, un bisturí, un frasco con líquido transparente a dentro, gasas, algodón y otras cosas que parecían ser pinzas y navajas.

La venganza de los RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora