Capítulo Catorce

458 26 12
                                    




Mierda.

Decir que me duele es poco.

Mi cabeza me daba golpes por cada pajarito que cantaba en el bosque.

No podía abrir mis ojos porque un dolor punzante aparecía entre mis cejas.

Me giré en mi sitio y fue el más grave error. El vientre me dolía como si me hubiera roto el útero.

¿Qué mierda?

—Buenos días pequeña...

Abrí mis ojos de golpe.

Subí la mirada y ahí estaba Jace, con una sonrisa de costado, apoyado en su brazo que se estiraba bajo su cabeza. Sus ojos brillantes por lo medio húmedo que estaban me llamó la atención pero luego caí en cuenta. Estoy desnuda.

Jale la sábana y me tape desde el cuello. Él soltó una risa ronca.

—No hay nada que no haya visto anoche... —susurró mientras con un dedo rozaba mi mejilla.

Mariposas golpearon mi corazón con sus alas.

¿Qué mierda me ocurre?

Maldita oxitocina.

Una sonrisa que achinaba mis ojos se me escapó contagiandolo a él. Nunca lo había visto sonreír así y se veía muy bien.

Su otra mano bajó hasta mi cintura y me pegó a él, sentía su miembro tocar mi estómago pero aún así me acurrucó en su pecho. Su calor me abrazó, su mano hacía círculos en mi cintura y la otra acariciaba mi cabeza, se sentía tan bien e hizo que en pocos minutos me quedara dormida de nuevo.

Sentí que solo descansé un par de minutos ya que cuando volví a abrir mis ojos unos brazos me jalaban hacia el otro lado.

—Buenos días —sentí que sonrió contra mi cuello.

Me di la vuelta algo nerviosa, él seguía con los ojos cerrados.

—Nunca más vuelvo a tomar —rió solo—. Me duele la cabeza —se quejó antes de abrir sus ojos—. ¿Yo te hice eso?

Parecía sorprendido... ¿no se acordaba?

—Supongo —reí nerviosa.

Una sonrisa triunfal apareció en su rostro y se acercó a darme un beso. Pero se lo corte ya que me estire a ver la hora.

—Reed, son las cuatro de la tarde, ya hay que levantarnos —me senté en la cama.

—No, quédate un rato más —hizo pucheros.

—Me iré a dar una ducha —hable sin mirarlo mientras corría hacia el baño.

Cuando entre respire algo agitada. Reed no se acordaba de nada. No se acuerda de lo que hicimos con Jace. Mierda, mierda, mierda. Me acerqué al caño para lavarme la cara pero cuando me vi al espejo, yo misma me asusté.

—Maldita sea...

Mi cuello tenía marcas no solo de chupetones y mordeduras, sino también marcas de manos, me habían ahorcado tanto que tenía los dedos marcados alrededor del cuello. Retrocedí un poco para ver mi cuerpo en el espejo. Mierda. Tenía moretones en las piernas, mucho más grandes que la vez que los chicos me vieron luego de la fiesta de Halloween, mis muñecas tenían marcas, mi cintura también como si me hubiera apretado y Dios...

¿Qué mierda hice anoche?

Me fui a dar un largo baño para relajarme, sentía el calor en mi cuerpo irse lentamente. Estaba bajo el agua fría que me caía por la cabeza a todo el cuerpo, mis brazos abrazaban mis pechos y mis ojos estaban cerrados.

PRÓFUGOS [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora