Capítulo Treinta Y Cinco

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Me desperté entre los brazos de Jace, que me pegaba a él y podía escuchar su relajado corazón que palpitaba tranquilo. Su pecho estaba pegado a mi espalda y su cabeza apoyada sobre la mía, su respiración movía mi cabello en mi frente y sus brazos me rodeaban, no nos habíamos movido en toda la noche pero el sol ya entraba por la ventana y hoy la bebé cumple un mes, así que teníamos que levantarnos si o si.

Pero parecía que él estaba bien cansado así que me escabullí por sus brazos para ir a tomar una rápida ducha, me coloqué un vestido verde oliva, con diseños de flores, corto y suelto, estaría descalza porque hoy el calor estaba espantoso.

En Perú no pasas Navidad o Año Nuevo en un helado frío del que no quieres salir de tu casa, como normalmente lo hacía en Oregón, sino que acá los pasas en un horno donde solo quieres estar metido en la playa o estar sin ropa por todos lados.

Cuando salí de cambiarme Jace ya estaba despierto con el ventilador a máxima fuerza y estaba sentado enfrente. Reí acercándome a él que se encontraba relajado y en el pequeño sofá que había, me incliné hacia él plantándole un casto y sonoro beso en los labios haciendo que abriera los ojos.

—Buenos días —reí.

—Que bonita forma de decirme buenos días —examinó mi cuerpo lentamente—. Te ves hermosa —sonrió achinando sus ojos.

Mis mejillas se calentaron, agarré el borde de mi vestido y di una vueltita haciéndolo reír.

—Gracias —me incliné a darle otro beso que duró más ya que él me jalo de las mejillas—. Tengo que bajar —hablé entre sus labios.

—Mala —bufó y se paró—. Me daré una ducha y bajo —avisó.

Asentí y lo vi entrar en el baño. Me acomodé la ropa antes de salir del cuarto para abajar, encontrándome con mis dos amigos meciendo a la bebé. Sonreí acercándome a Blake que era el que la tenía mientras Sarah preparaba el desayuno.

—Yo la cargo —hice pucheros extendiendo mis manos.

—Por favor —casi me la lanza.

—Hola bebé—acerqué mi nariz a la suya.

Sus ojos cafés estaban abiertos a tope, para tener un mes y ser una bebé prematura se ve pequeña pero muy despierta.

—¿Aún no se ríe, no? —pregunté meciéndola.

—No —respondió Sarah—, pero tú mamá trata de estimularla todos los días para que ya lo haga —rió.

Estuvimos los tres en la cocina por un rato, era cerca de las doce y los chicos aprovechan que no iríamos a entrenar por unos días para dormir hasta tarde, pero ni bien Sarah comenzó a cocinar y la casa empezó a oler rico fueron saliendo uno por uno ya cambiados.

Ella vestía un vestido largo y amarillo, estaba igual descalza como la mayoría que bajaba a comer. Mientras que Blake vestía unos shorts de baño rojos y estaba sin camisa tirado en la hamaca, meciéndose le lado a lado.

—¿Cocinando? —elevé una ceja.

Ella viró los ojos. —He tenido tanto tiempo este par de meses —suspiró—y esto es lo único que he aprendido a hacer —señaló los huevos con tocino—, también sé hacer arroz y fideos pero cualquier otra cosa me sale mal —bufó haciéndome reír.

A ella no le iba bien en la cocina, pero por suerte Blake sabe algo de ella, podrían sobrevivir juntos, por lo menos un tiempo.

Una sonrisa apareció en Serena y sus mejillas se sonrojaron levemente.

—Hola bebé —tocó su nariz.

Mi boca se abrió y miré a Sarah que veía la escena igual que yo.

—Maldita sobrina de tu tía —la apuntó con la cuchara.

PRÓFUGOS [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora