Capítulo Dieciséis

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Cerca de las ocho de la mañana regresamos a casa a cambiarnos por algo más cómodo. No voy a mentir, Jace se portó muy bien conmigo esta noche, fue dulce, protector, divertido y le agrado bastante a los chicos. También estuvo muy caliente, la forma en la que se vistió uff, llevó todo negro, jeans y zapatillas negras, camisa negra remangada y con un par de botones sueltos, mostrando sus tatuajes por todos lados, su cabello bien peinado dejando algunos mechones caer por su frente, se veía muy bien.

Cuando estuvimos en casa no había nadie, porque estaban entrenando, así que nos cambiamos rápido para que Jace llegará a su cita. Iría con Blake a tatuarse algo. Mientras que Sarah y yo iríamos al salón. Necesitaba un cambio y qué mejor que hacerlo con mi mejor amiga, necesitaba quitarme este pelo, cambiarlo, ser una persona nueva, igual tenía que pasar desapercibida y que mejor que un cambio de apariencia.

Luego de cambiarnos, yo estaba en los jeans negros pegados y con huecos de la otra vez junto con un polo guinda corto y pegado dejaba mi ombligo al aire y mis pechos se notaban más, unas zapatillas negras bajas que Sarah me trajo. Ella estaba con algo parecido pero suelto ya que no quería mostrar mucho la barriga. Mientras que Jace iba en uno de sus tantos buzos grises, pero estos eran oscuros y una sudadera negra, Blake iba en jeans y sudadera rosada.

Salimos corriendo al pueblo, nos dejaron en el centro y ellos se fueron. Caminaba del brazo de Sarah y ella toda emocionada me preguntaba que me iba a hacer.

—Realmente no se, quiero cambiarlo todo —me encogí de brazos.

—¿Cambiarlo todo? —me alzó una ceja.

—Sí, qué dices de... ¿oscurecerlo? —pregunté indecisa mientras miraba ambos lados para cruzar la calle.

—Eso te quedaría genial, no de negro pero oscuro y que te dure unos meses te quedaría muy bien —sonrió—. Y qué dices de, ¿ser lacia? —me miró entrecerrando los ojos.

—Me gusta —le sonreí—. Pero me tendría que lacear todos los días y no quiero hacerlo.

—Pero te puedo dar un permanente, te duraría un par de meses hasta medio año si lo cuidas —se emocionó—. ¡Uy si! Un permanente te quedaría genial —abrí la puerta del salón.

—Bueno, hagámoslo —le sonreí.

Sarah fue a hablar con la dueña del local, contándole que ella estudiaba estética y que le pagaremos todo lo que usáramos más el tiempo que estábamos ahí, al comienzo dudo pero luego de que Sarah sacara y le diera cien dólares por adelantado terminó aceptando.

Me senté en la silla. —Comenzaré oscureciendo tu pelo, después veremos como te queda —me sonrió emocionada y yo asentí.

Estuvimos en el salón por horas, tal vez unas cuatro pero los chicos no nos llamaban ni nada así que seguíamos. Para ese entonces ya me había pintado el cabello, el castaño claro se fue y ahora era uno oscuro. Me puso algo para hacerlo lacio y estuve esperando por una hora a que haga efecto, luego no se que hizo pero estaba lacio y me sorprendí, me cortó un poco el pelo pasando de más abajo de la cintura hasta unos centímetros por encima de la mitad de la espalda.

—Me encanta —sonrió ella.

—¿Si? —dude mirándome al espejo.

Mi cabello ahora es oscuro, lacio y no tan largo como antes. No me quejo, hacía resaltar mis ojos, me hacía más pálida y me quedaba muy bien, me encanto.

—Te voy a maquillar —sonrió malévolamente.

—¿Segura? —abrí los ojos.

—¡Sii!

Me enseñó a delinearme los ojos, algo sencillo pero me dijo que resaltaría mis ojos. Así que luego de pagar cerca de trescientos dólares más fuimos a comprar cosas.

PRÓFUGOS [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora