Capítulo Uno

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Never had much faith in love or miracles, never wanna put my heart on the line! —cantaba a todo pulmón mientras conducía por la larga y casi infinita carretera.

Le di un par de toques al reloj de la camioneta de mi papá, ¿de verdad era esa hora? Las 18:20 salía en la pequeña pantalla. Llevaba casi nueve horas seguidas conduciendo mientras que Sarah, mi mejor amiga, dormía en el asiento trasero con audífonos que cancelan el sonido. Estábamos regresando de Kingman, Arizona, había ido por una semana a visitar a mi papá y Sarah me había acompañado ya que se había peleado con Blake, su novio.

Por el espejo retrovisor podía ver como el sol se escondía lentamente detrás de las grandes montañas de Nevada, así que cambié mis luces a las más fuertes, aún así debiendo haberlo hecho hace rato. Conducía por la famosa Ruta 95, tenía que pasar por este estado para llegar a Oregón en donde vivíamos. Estábamos a cinco horas de Redmond, nuestro pueblo.

Esta era la primera vez que conducíamos tanto, mi papá me había dado la oportunidad de demostrar lo madura que era y me dejaría ir sola de Kingman a Redmond, un viaje de casi quince horas, pero obviamente no iba a ir del todo sola, Sarah me iba a acompañar, su mamá y la mía se conocen de pequeñas. Cuando se casaron, se mudaron frente a frente y nos obligaron a ser mejores amigas, desde que éramos un par de bebés inseparables, somos como hermanas realmente.

El viaje de ida lo hicimos en avión y ya de regreso mi papá me prestó su camioneta para regresarnos, estaba emocionada en ese entonces, iba a ser toda una aventura para mi y para Sarah, ella estaba algo preocupada pero me prometió conducir las primeras tres y últimas tres horas. Ahora no se si estoy tan entusiasmada, viendo la oscura carretera enfrente mío no sé cómo me atreví a hacerlo. Las luces del auto no ayudaban tanto, solo veía lo que tenía a diez metros adelante y con las justas. La luz de adentro estaba encendida y no iba del todo rápido, quizás a setenta por hora, ya que mientras conducía comía la última parte de una hamburguesa que había comprado en el almuerzo.

I'm born again every time you spend the night —cante la canción que sonaba—. 'Cause your sex takes me to paradise — agarré mi bebida para darle un trago—. Yeah your sex takes me to paradise —volví a poner la bebida en el posavasos.

Pero al subir la vista de nuevo al camino me tope con algo que hizo que mi corazón bajará hasta mis pies.

Me había chocado.

O más bien, había atropellado a alguien.

—¡Ah! —grité mientras me detenía de golpe.

—¡¿Qué pasó?! —Sarah se quitó los audífonos y me miró con los ojos bien abiertos.

—Atropelle a alguien —le baje el volumen a la música.

¿Cómo es posible que haya alguien a la mitad de la nada con esta oscuridad?

—No hay nadie afuera, Sienna —entrecerró los ojos para ver en la noche.

—¡Claro que sí! ¡Salió volando!

Puse las luces intermitentes y me quité el cinturón, agarré mi celular y bajé del auto.

—¡Maldita sea, Sienna! ¡Vuelve adentro! —gritaba Sarah desde el auto—¡¿Sabes lo malo que es hacer esto?!

La ignoré.

—¿Hola? —encendí la linterna de mi celular.

Alumbré lo más que pude sin alejarme mucho del auto, no había nada. Todo estaba en silencio, solo se escuchaba el motor del auto y la canción que estaba bajita. Me iba a dar por vencido, tal vez solo fue mi imaginación porque estoy cansada o algo parecido. Estaba dando la vuelta para regresar hasta que escuché un quejido a mi derecha, totalmente asustada iluminé en esa dirección y lo vi. Mi respiración se cortó. Había un chico en la tierra, estaba echado en el suelo con sus rodillas recogidas, sus brazos cruzados y su cabeza gacha. Estaba descalzo, con un polo grande que le llegaba hasta las rodillas, estaba roto, con huecos y cortes, tenía heridas por las piernas y sangre por todos lados.

PRÓFUGOS [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora