JaceAnoche fue una buena noche.
Me divertí, Sienna se divirtió.
Luego de tener el increíble sexo en el jacuzzi nos secamos y nos metimos en la cama ella dió varias vueltas en la cama quitándome las sábanas y gruñendo, no podía dormir. Así que prendí el televisor captando su atención y ella se quedó quieta a mi lado, con la sábana bajo su cuello, su pelo despeinado y el brillo de la pantalla se reflejaba en su hermoso rostro.
—¡Ahí! —gritó de repente.
Una película antigua, que solo llevaba corriendo unos cuantos minutos, la vi levantarse, en la camiseta de siempre que usaba para dormir y se sentó entre mis piernas, tapándonos con las sábanas y apoyándose en mi pecho. Nunca había visto la película pero ella lloró como una niña pequeña y cantó entre lágrimas "Unchained Melody", sí estábamos viendo "La sombra del amor". Cuando ésta acabó se dió la vuelta aún entre mis piernas, levantando una sobre la mía y escuchó mi corazón, como me dí cuenta que normalmente hacía para relajarse y en menos de cinco minutos se quedó dormida.
Ahora nos encontrábamos en camino al aeropuerto privado, todos en la camioneta de Sandro, porqué sería la única que nos llevaríamos a Perú. La camioneta de Sienna, en realidad la de Blake, ya la estaban llevando de vuelta a Oregón. Él conducía y yo iba con Sienna sobre mis piernas en el asiento del copiloto, atrás Eva iba igual sobre Reed, Marian iba dormida en Clyde y Jagger en el centro, aplastado pero completamente seco.
En el maletero teníamos como diez maletas, las cuales dos estaban llenas de armas, cuchillos y balas que habíamos ido ayer a comprar con Sandro.
Sienna llevaba unos shorts cortos y un polo manga cero azul gastado que le tapaba el arma que llevaba a un lado. Movía sus pies sobre los míos mientras cantaba "Sugar, Sugar" que salía en la radio.
Ya veo porque nunca fuimos con Sandro.
—You are my candy girl and you got me wanting you —susurraba.
Ella se veía más feliz que todos, contenta y contagiaba un poco, se veía tierna. Miraba por la ventana, como el sol se escondía por las playas de Miami mientras conducíamos hacia el lugar de aviones de carga.
Su cabeza se apoyaba en mi cuello, tenía mi mano en su regazo y ella jugaba con mis dedos sin mirarlos, distrayéndose de todo pero con la canción en su mente, la cantaba completa en leves y lentas palabras.
—Convéncelo para pasar —sonrió Sandro mirando a Sienna, probándola.
—Como gustes.
Ella se sentó mejor en mi regazo acomodándose el escote y apoyándose en la ventana, mientras él de seguridad nos hacía una seña para detenernos. Se colocó al frente de Sienna la alumbró con su linterna directamente a sus pechos y sonrió, cayendo como todos en sus encantos.
—Señorita —le hizo un ademán con su gorra.
—Hola guapo —se mordió el labio y señaló hacia el frente—, tenemos que pasar a dejar unas cosas por carga —hizo pucheros—, ¿me dejarías? —agudizó su voz un poco.
—Pero por supuesto hermosa —caminó sin dejar de verla hacia la computadora y las rejas se abrieron, regresó hacia la ventana de Sienna.
—Gracias guapo, nos vemos en el otro lado —salió por la ventana jalándolo de la camisa y plantándole un beso en los labios que duró menos de un segundo pero que seguro para el chico toda una eternidad.
Le quitó su gorra azul y Sandro avanzó dejando al chico embobado, así no prestaría atención en la placa o a donde vamos.
Cuando volvió a sentarse bien se limpió la boca con el dorso de su mano y le sonrió a Sandro.
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PRÓFUGOS [Parte 1 y Parte 2]
Roman pour Adolescents¿Ayudar a alguien luego de atropellarlo? Pues claro, ¿es lo que se debe de hacer, no? Se supone. Pero qué pasa si ese alguien no solo te trae problemas, sino que te revela la existencia de un lugar súper secreto que siempre supiste que era verdad pe...