Capítulo Treinta Y Tres

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Sentía como si hubiera dormido por años, como si hubieran llenado mi cuerpo de energía pero me dolía, mis ojos parecían que estuvieran pegados con silicona y me costaba moverme.

Si, me acordaba de todo, del entrenamiento con Reed, de la mordida, pero solo me acuerdo hasta el momento que me Jace me dejó en la mesa, vi una luz blanca cegarme y de la nada pum, todo negro.

¿Morí?

Escuchaba algo hablar, dos personas, palabras sucias y luego gemidos.

¿Qué mierda?

¿El cielo era permisivo? ¿O acaso estaba en el infierno?

No me sorprendería realmente.

Mis ojos se abrieron lentamente, tratando de acostumbrarme a la luz que había, aunque ni tanta tampoco, pero el sol me caía justo en la cara.

—Mmh —me quejé girando la cabeza.

Sonreí.

Jace me miraba con los ojos bien abiertos, como si estuviera sin palabras.

—¿Qué tienes? —mi voz estaba ronca y seca, mis ojos se achinaron con una gran sonrisa.

Él estaba quieto pero la comisura de sus labios se fue alzando lentamente.

—Aish, si te vas a quedar así me volveré a morir —bromeé y cerré los ojos sacando la lengua hacia un lado.

—¿Cómo te sientes? —me examinó el rostro completo.

—Con ganas de comer —sonreí y moví lentamente mis brazos hacia arriba.

—¿Qué se te antoja? —sonrió.

—Tú —me mordí el labio.

Él viró los ojos y se acercó a besarme, sus labios húmedos y perfectos hicieron contacto con los míos, tenían un leve y dulce sabor a whiskey y tabaco, enrollé mis brazos en su cuello atrayéndolo a mí y él rió sin despegarse mientras aplastaba mi cintura llenándome de ganas.

Se despegó levemente y susurró.

—¿Sabes qué día es hoy?

Negué sonriendo.

—¿Importa? —él se rió—. Solo quiero besarte.

—Estámos veintidós.

—¡¿QUÉ?!

Abrí mis ojos de una, mis ganas de fueron por completo y mire a Jace que sonreía por mi reacción.

—¿Cómo que veintidós si la última vez que vi fue primero?

—¿Se despertó?

Miré hacia la puerta, Sandro asomaba su cabeza y Jagger apareció detrás suyo.

Ambos sonrieron mientras se acercaban a verme. Me preguntaron cómo estaba, que sentía y si necesitaba algo, comentaron cosas que no me interesaron, ya que quería saber qué había pasado y porque me había dormido tanto tiempo.

Jace miró mi cara confundida y me explicó.

—El veneno de la serpiente era muy fuerte, tanto que casi te mata así que luego de ponerte las dosis del antídoto, Clyde te puso en un coma hasta el quince y recién te despiertas.

¿Estuve en coma?

Asentí "entendiendo", Sandro me tomó la temperatura, hizo una llamada y me dio un par de pastillas y Jagger me distrajo desapareciendo sus dedos uno por uno como si fuera una niña mientras que Jace se había ido por algo de comer para darme.

PRÓFUGOS [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora