Capítulo Veinticinco

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Jace

Sienna me estuvo dando la más grande erección que haya tenido en mi maldita vida, estaba tan mal que cuando comencé a subir su vestido le dije que iría por un trago para relajarme, ya que ella aún no había decidido nada. Así que aquí me encuentro de nuevo, sentado viendo como ella baila con dos chicos justo en la orilla de la pista, para que yo la vea. Lo cual no ayudaba nada con mi estado, más bien me ponía peor, verla a ella tan linda entre dos chicos, meneándose y tentándolos. Me la pone tan dura como la primera vez que la vi cogiendo con Reed en la terraza.

Ella parece un maldito ángel entre tanta maldad, como si se fuera a corromper, se ve tan inocente riendo y sudando entre dos desconocidos.

Dios mío, la quiero para mi, la necesito para mi, yo quiero corromperla, hacer que ame lo malo, hacer que le guste el dolor y que ruegue por mas, que tiemble por los deliciosos orgasmos que le quiero dar.

Quiero hacerla pecar y que le guste hacerlo.

Sus ojos se encontraron con los míos y se mordió los labios al ver como mi mirada lasciva la atravesaba y calentaba. La miraba como si ella fuera el último pedazo de carne en el mundo y yo fuera un león hambriento y de verdad que tengo hambre, hambre de ella.

Sonrió sabiendo lo que pensaba, sus manos bajaron a la orilla de su vestido para levantarlo un poco.

—Mierda... —jadeé cuando me dejo ver un par de centímetros de su encaje negro.

Ella esperaba a que me parara, que vaya por ella y que la encerrara en el primer cuarto que encontráramos. Pero si ella quiere jugar sucio, yo también puedo.

Al ver que no hice nada sus manos subieron hasta sus pechos, tocándose mientras se mordía el labio inferior, desde aquí podía imaginarme lo mojada que está.

Voltee un rato al ver a una chica con el cabello gris que me miraba con ganas, le hice un gesto con los dedos para que se acercara y ella no dudo en venir, me quiso besar pero giré un poco, sus labios cayeron en mi cuello, pero mis ojos volvieron a Sienna que sonreía hacia mi.

Solo me sonreía mientras los dos chicos que bailaban tenían las pollas más paradas que puberto viendo a la chica que le gusta en ropa de baño, a ella no le importaba, solo quería molestarme y esperar que reaccionara.

La chica que me besaba el cuello empezó a desabotonar mi camisa lentamente mientras comenzaba a besarme el pecho. Cuando las chicas están calientes son capaces de hacer cualquier cosa y donde sea con tal de tener al que les jala el ojo.

Pero parece que conseguí lo que quería, ya que Sienna dejó de sonreír y volteó a ver a los chicos, despidiéndose para luego caminar de una forma tan sensual por un lado, me guiñó un ojo y supe lo que quería.

—Te tienes que ir —sonreí amargamente mientras empujaba levemente a la chica.

—¿Qué? —ella estaba toda despeinada y las mangas de su vestido se le caían por los brazos.

—Que te vayas —la miré crudo mientras me paraba y seguía a mi pequeña caliente.

Vi sus dorados tacones meterse al baño de ¿discapacitados? ¿Quién trae a un discapacitado a un antro? Bueno, no me debería de importar mientras sea un lugar con llave y pueda encerrarme con Sienna.

Al llegar al pasillo miré a ambos lados antes de abrir y entrar, cerrando la puerta atrás mío, había una luz tenue iluminando a Sienna, sus ojos ardían y ni bien sonó el "click" del seguro se lanzó a mi.

Sus labios atacaron los míos con desesperación y los míos con gusto la correspondieron, pasando mis manos por su espalda, apretándola levemente haciendo que jadee sobre mis labios. Sus frías manos bajaron por mi pecho mientras nuestras lenguas tenían una guerra entre ellas, pasó sus uñas hasta los botones de mi camisa y la terminó de desabotonar.

PRÓFUGOS [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora