Capitulo 3

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Cuando me refería a hacer un cambio en mi vida, no me refería a seguir a George con la lengua fuera como si fuera un perro persiguiendo a su dueño después de correr por todo el parque.

Respiraba por la boca exhausta. Sentía que el pulmón izquierdo se me iba a salir por la boca de lo vacío de aire que estaba. Incluso me dolía el pecho y la cabeza de hacer tanto ejercicio al sol. Vale, el que no hubiese hecho ejercicio en mi vida, influía, pero no estaba en forma como para salir a correr media hora seguida y sin si quiera parar. Eso que me dijo George de empezar a ponerme en forma poco a poco, se lo saltó por completo. Primera mañana en la ciudad, y estaba cansadísima.

Sin poder más, me apoyé sobre mis rodillas. El pecho se me hinchaba, tenía la boca seca y el cuerpo me pedía más aire. No sé como lo hace la gente, pero yo, no tengo ese segundo aliento que decía mi profesor de educación física en la secundaria. Yo tengo ese famoso flato que me hace mandarme porque no estoy preparada para empezar la mañana tan fuerte.

-¿Ya?. -Preguntó el Don Perfecto George. Es insaciable. Se paró unos metros más adelante de mí, y me miró riéndose. El reloj de su mano vibró causando que le echase un vistazo. No podía estar más asqueroso así de sudado.- Cinco kilómetros, muñeca. Es poquísimo en media hora. Eres una floja.

-Vaya, señor supermega deportivo. -Farfullé haciendo aspavientos con los brazos y haciéndole burla.- Perdóname, pero yo no soy un piloto de elite.

Mi novio rodó los ojos, se acercó a mí y rodeó mi cintura.- Cuando empezamos la pretemporada, nos hacemos unos test. En diez minutos tenemos que haber recorrido lo mismo que hoy, y si no lo hacemos, nuestro estado de forma no está adecuado después de las vacaciones. -Me dedicó una sonrisa.- Aleix me castiga sin poder salir una semana del gimnasio. Creo que voy a tener que castigarte yo a ti.

Por la sonrisa que se le formó en la cara, sabía en que estaba pensando,

-Guarro. -Es lo primero que le dije.

-Mente sucia. -Contraatacó tras reírse.- Nunca te he dicho que te voy a castigar de la manera que has dicho. Pero bueno, si te apetece, antes de ducharnos en el hotel, que te ate y todo eso, podemos probar.

-Idiota. -Añadí, empezando a toser un poco.

-El idiota se muere por vivir a solas contigo. -Dijo por primera vez con ternura.- Y se muere un montón.

Le miré con intenciones de querer darle un beso, y me puse incluso en puntitas de pie, pero la tos que había empezado a ser leve, terminó siendo un ataque en toda regla.

George se separó de mí de inmediato, y comenzó a darme golpecitos en la espalda. No sé si alguien le funcionaría, pero a mi en ese momento no. Hacía calor, y estábamos corriendo por la calle, me estaba encontrando muy mal.

-Muñeca, voy a comprar agua. -Dijo preocupado.- Hay un super ahí enfrente, no tardo. No te me mueras porfa.

Oh sí, como si de eso dependiese yo, y no mis órganos internos.

Asentí, y le vi marcharse. Apenas eran las diez de la mañana, y en este parque no había niños ni nadie todavía, por lo que no tenía a nadie al que pedirle una botella.

Tosí de nuevo, pero más fuerte. La saliva me sabía casi a sangre. Incluso me estaba mareando, pero unas manos me sujetaron los hombros, me colocaron recta y sentí un cuerpo pegarse a mi espalda. La persona que estaba detrás mía tenia mi misma estatura.

Un liguero calor rozó mi oreja cuando sonaron unas palabras de su boca. Efectivamente acaba de pegar sus labios a mi oído.- Cariño, respira. -Dijo soltando una risita, casi inaudible. Me puso la piel de gallina.- ¿Has salido a correr?.

Bajo la piel // Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora