Capitulo 15

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-Olvídate de lo que me dijiste esta mañana, Anna.- Pidió.- Quiero tenerte.

Me dí la vuelta, sintiendo que el tiempo pasaba en cámara lenta. Lando me tenia prácticamente acorralada contra la baranda, y sus ojos brillaban por la luz que estaba a mis espaldas. Él se mantenía muy serio. Incluso llegó a intimidarme. Pero yo, llevé las manos a su cara, y lo besé muy despacio.

Por un instante, quiso darle velocidad, pero esta vez tenia yo el control, y decidí ir lento. Necesitaba saber si ese beso era uno verdadero, uno de esos que te hacen temblar cuando rocen los labios al chocar, que sean cálidos y que te dejen sin respiración y sin ganas de pensar. Ese en el que tu lengua se siente curiosa, y que se agite el pecho cuando las miradas se vuelvan a unir.

Él, atrapó mi cintura, clavando sus dedos en ella, y yo llevé los míos al pelo que dejaba descubierto la gorra, que fue la causante de que al final, tuviésemos que separarnos, porque al final, me golpeó sin querer en la frente haciéndolo reír.

-Cuando nos vayamos a tu casa, hablo con él. -Dije mordiéndome el labio.

-Bien.

Volvimos a la calle, antes de entrar a una hamburguesería a cenar nosotros dos solos. Yo me la comí sin pan, pero pasamos un rato divertido hablando de cosas que me hacían gracia. Y después, me llevo al Londres Eye a ver el rio iluminarse con la luz de la luna. Era realmente precioso.

Nos sentamos en el césped, donde saqué la bolsa de gomitas que me había comprado antes. Las comimos entre ambos, mirando el gua, y escuchando un poco de música de Coldplay que salía de su celular. Fue realmente agradable pasar ese rato con él, sin hablar de George, ni de nada más. Solo él yo.

Me resultó realmente extraño que no me volviese a besar, ni que intentase meter la mano por mi vestido, o me dijera algo para hacerme sonrojar. No me esperaba que se pudiera tener una conversación tranquila con él.

A volver a casa, en el taxi, me senté en el asiento del medio. Puede que lo haya sorprendido, pero decidí sacarme los zapatos, y acurrucarme contra él para cerrar los ojos. Tardó en reaccionar unos segundos antes de pasar uno de sus brazos por alrededor de mi cuerpo, tapándome más con su campera y dejando descansar sobre mi costado.

-¿Primera cita? -Preguntó el taxista, tranquilo.

Me hice la dormida.

-No. -Negó.- No somos pareja.

-Pues se los ve muy bien juntos.

-Es complicado. -Explico, haciéndome sentirme curiosa.- No tengo ni idea de que hacer cuando estoy con ella. Nunca he tenido a ninguna chica acurrucada contra mí.

-Sólo déjate querer. Eres joven.

De repente, hubo un silencio. Solo oí un profundo suspiro de Lando, antes de sentir su respiración en mi mejilla.

-Es complicado. -Repitió.

Y así fue como se acabó la conversación. Cuando el auto se paró, Lando me revolvió un poco para despertarme. Pagó el taxi, y entramos a la casa en silencio. Las luces estaban apagadas, porque era muy tarde. George ya debería estar durmiendo, así que decidí sacarme los tacones y subir las escaleras, pero antes de poder hacerlo, una mano me agarró del brazo pagándome a la pared. Los labios de Lando se solaparon a los míos con firmeza, obligándome a tirar los zapatos al suelo para rodear su nuca, y no querer soltarlo.

-Habla con él, y vení a mi habitación. Te voy a estar esperando. -Susurró, a penas dos centímetros de mi.

Asentí sintiendo mi pecho subir y bajar, y me escabullí de brazos para subir lo más lento que pude. No tenia ganas de enfrentarme a nada, ni que me gritara, ni nada por el estilo. Por eso, al llegar a la puerta, la abrí despacio, encontrándome a George sentando en el borde de la cama, con la cabeza agachada y las manos en su pelo.

Cuando me miró, sentí mi mundo desmoronarse. Su cabello estaba revuelto, sus labios hinchados y tenia los ojos enrojecidos.

-Anna. -Susurró.

Mi labio comenzó a temblar nervioso, y mis nervios se multiplicaron haciéndome hasta llorar. Por eso me bloqueé. Cuando se levantó, y caminó hacia mí, me apoyé en la puerta, porque no podía retroceder más.

-George, tenemos que hablar. -Articulé como pude. Él cerró los ojos con fuerza.

-No. -Dijo entrecortado.- Escúchame, me da igual lo que haya pasado entre ustedes dos. Sé que yo soy un idiota a veces, que me paso contigo, y que no debería obligarte a quitar un piercing, pero mi amor, te quiero, y no quiero por nada del mundo que me dejes.

-George yo, pensé que nuestra vida iba a ser perfecta, pero no.

-No lo digas, por favor. -Se quejó.- Dame una oportunidad de hacer las cosas bien. Julia me hizo abrir los ojos. Eres maravillosa, cariño, no puedo perderte.

Su mano acarició mi mejilla, y sentí como me quedaba algo por dentro. Cuando me besó, no le correspondí de primeras, pero luego no pude evitar mover mis labios a su ritmo, queriendo reavivar lo que sentía por él.

Al fin y al cabo, me vine a vivir acá por él. Dejé todo por él, y ahora solo le tenia a él. Sentía que no podía dejarle.

-Mañana nos vamos de acá, por favor. -Pedí. Si nos quedábamos, todo seria mucho mas complicado.

-Mi casa esta en reformas.

-Nos vamos de vacaciones, ¿No te apetece?.

Cualquier cosa era mejor que estar acá, entre tanta tensión.

-Esta bien.

En un silencio incomodo, fui hacia el armario, a cambiarme de ropa, y ponerme el pijama. Después, me metí en la cama, poniéndome en el borde y dándole la espalda a George. Este lo interpretó mal, y decidió pegarse, y abrazarme con necesidad, haciéndome sentir la peor persona del mundo.

Esa noche, en cuanto se durmió, comencé a llorar en silencio. George no se merecía que lo dejase, y Lando me estaba esperando en su habitación. Me estaba esperando a mí, a la única chica que había entrado allá nunca, y sin saber, que no iba a ir.

No podía ir.

Por la mañana, me levanté antes que George. Me di una ducha rápida, y baje a la cocina a desayunar. Lo que me encontré, fue lo mas asqueroso que me podía haber encontrado nunca. De nuevo, Lando estaba comiéndose a una rubia en la isla, metiéndole la lengua hasta la garganta y arrancándole jadeos con a mano bajo su vestido.

Tragándome mi orgullo, fui hasta ahí, agarre un taza, y me serví café. La chica al verme pegó un pequeño grito, se bajo del mármol y se fue corriendo hacia la puerta. ¿Era yo tan fea para espantar a todos sus chicas?.

-Eres un hipócrita. -Le dije, siguiéndolo con la mirada mientras caminaba hacia la heladera.

-¿Y vos? Vos sos una hija de puta.

Bajo la piel // Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora