Capitulo 27

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Lando.

-No te vayas. -Me quejé, apoyado en la puerta.

-Llevo dos semanas buscando un alquiler, Lando, y he encontrado uno al lado de la universidad. -Explicó colocando su ropa perfectamente doblada por montones, en su maleta.- Además, Madison es una chica estupenda, y será agradable vivir con ella. Siempre me ha hechos ilusión compartir casa con una universitaria.

-¡Vivieras con Julia! -Volví a las mismas.- Ha pedido traslado de universidad, y ahora estudiara aca. Oh vamos, ¿No puedes ser una chica normal? A todas las chicas de pequeñas les hacía ilusión planificar su futuro diciendo que vivirían con su mejor amiga.

Ella apretó los labios, y negó, continuando con su tarea.

-No quiero quedarme aca. -Me miró.- El otro dia, ya sabes lo que pasó, y no quiero nada de situaciones incomodas.

Sabía a lo que se refería. Hacía unos días, antes de que George se fuera de pretemporada con su equipo, estábamos nosotros en el sofá viendo una pelicula por la mañana, y lo vimos bajar las escaleras en calzoncillos. Él se vio sorprendido al verme acurrucada contra mí, y nosotros al verlo de tal manera.

Ambos sabíamos de sobra que Julia vino a las tantas de la noche con alguien, riendose y dandose golpes contra la pared, pero no nos habíamo imaginado que fuese George. Luego ambos nos explicaron que eran amigos, con derecho, pero él pareció estar incómodo solo por el echo de vernos a Anna y a mí juntos.

Era normal. Él y yo, éramos amigos, y probablemente nadie vería bien que después de que rompiesen su relación, ella se viniera conmigo. En parte, sabía que yo había tenido que ver en que lo dejaran, pero lo nuestro, aunque yo lo hubiese empezado todo provocandolo, surgió porque George no supo aprovechar la oportunidad que tuvo con ella, y ahora, lo estaba haciendo yo.

-Voy a extrañar mucho a los perritos. -Hizo una mueca.

¿Enserio?.- A mí tambien, ¿No?.

-Mmm, no lo se, quizas. -Rio.

Me hice el indignado, y entré a la habitación. Me senté junto a ella, pero con el respaldo apoyado en la cama, cruzándome de brazos.

-¿Harás el curso de repostería?.

-Me vendrá bien. Así no me quedo parada, y aprendo a hacer bien los postres. -Suspiró, cerrando la valija. A continuación, la empujó hacia un lado para venir hacia mí, y sentarse en mi regazo.- ¿Vas a venir a buscarme algún día, no?.

Sus manos atraparon mis mejillas, y las mías su cintura, pegándola a mí. Me gustaba que llevase mi remera solamente con nada abajo.

No me hacía gracia que se fuese a vivir a otro lugar, cuando mañana mismo pensaba pedirle que viniese conmigo a Monaco, ni tampoco que fuese a empezar un curso. Eso la ataba aca, y yo la queria a mi lado.

Todavía no le había dicho mi decisión a Phil, pero sí que había hablado con directores de ambos equipos, y tenía distintas posiblilidades. Con Red Bull, era fácil destacar. Con McLaren, en cambio, Zac me prometió que este año iríamos mejor, pero no me aseguró nada, por eso me tiraba más ir al equipo Austriaco.

-Anna. -La miré a los ojos. Ella, atenta a lo que decía, se mordió el labio, y se inclinó hacia mí. Eché la cabeza hacia atras cuando su boca hizo contacto con mi cuello. Inevitablemente clavé mis dedos en su piel.- Anna, tengo que decirte algo.

-Sé que estás triste porque no voy a estar aca, pero sería demasiado pronto para vivir juntos. -Ronroneó, antes de dar una pequeña mordida. Me lo estaba poniendo difícil.- Ahora dejame alegrarte un poquito, ¿No?.

Mierda, Anna.- Estate quieta, por favor. -Susuré.- Esto es serio.

Por suerte, se echó para detrás agachando la cabeza sonrojada, como si la hubiese retado.

-Pero no te me pongas así, fea. -Me reí, al verla.

Ella se mordió la mejilla, intentando no reírse también. Después de casi un mes, conocía ese gesto, de reprimirse una sonrisita haciéndolo. Cada vez que estaba un poco enojada, le hacía un poco de cosquillas para que se riese un poco.

-Dale, reite un poco, nena. -Le dije, apretando su cintura de nuevo, para seguir haciéndole cosquillas. Bajo mis manos, se revolvió soltando carcajadas que me hicieron levantarme con ella, acostarla sobre la cama, y ponerme encima aplastándola.

El pelo se le revolvió en la cara, por lo que me molesté en apartarselo hacia atrás para poder verla. No puede evitar quedarme unos segundos mirándola. Anna entrecerró los ojos, y sonrió con inocencia.

Yo hice un gesto medio serio.- ¿Por qué sonríes tanto últimamente?

Ella se amoldó a mi, abriendo las piernas, y rodeando mi cuello con las manos, jugueteando con mi pelo.

-Porque estoy feliz, y me gustas. -Admitió, como si lo que acabase de decir no me hubiese dejado algo descolocado.- Ahora, el que que vaya a vivir a otra casa, solo nos va a venir bien, porque ahora toca el turno de aprender a confiar en nosotros plenamente, y también, esa pequeña distancia nos va a hacer extrañarnos. Y eso es bueno, Lando.

-¿Vos crees? -Quizás tenía razón, aunque no estaba muy convencido.

-¿Sabes una cosa? Cuando dos personas van muy rápido, todo puede salir bien, o de repente, todo se puede ir a la mierda. -Comenzó a explicar, antes de mojar sus labios con su lengua.- Yo se que soy un desastre como persona, solo hay que mirarme. -Hizo una pausa.- Engañé a mi ex, con su amigo, y ahora estoy viviendo una etapa complicada de mi vida diferente a la que me esperaba contigo.

No entendí lo que quería decir con eso. Para mi, no tenía ningún defecto. Solo era cabezona, pero eso lo hacía admirable.- Por eso mismo, porque se como soy, no quiero estropear lo que estamos creando. Lo que te estás esforzando por crear conmigo. Por eso, se que no va a hacer bueno precipitarnos. Esta distancia nos va a venir bien.

Y fue, cuando decidí soltarlo.

-¿Y si la distancia se vuelve más amplia? -Por primera vez, en mucho tiempo, sentí temor por una respuesta.- Anna, tengo un contrato sobre la mesa que me promete un mejor coche, y que me asegura, que si me esfuerzo, será fácil quedarme en un equipo más competidor, cosa que aquí no pasa. ¿Que pasaría si esa distancia, se vuelve más grande?

Cerró los ojos un momento, parando sus caricias en mi, y se cubrió la cara con sus manos. Debía decírselo ya, porque en menos de cinco días debía firmar ese contrato, pero la incertidumbre de su silencio, solo hacía más que matarme.

-Lando, la decisión no es mía. -Susurró, sin dejarme verla. Enseguida me aparté de encima suya.- Se egoísta, y si crees que es lo mejor para vos, fírmalo.

-¿Y nosotros vamos a estar bien?

-¿Donde te vas? -Su voz salía muy bajita. Me estaba causando hasta lástima oírla.

-A Mónaco. -Dije en un hilo de voz.
De nuevo, silencio. Un silencio aterrador.
-Supongo que tendremos que buscar huecos para vernos. -Suspiró.

No dije nada, y salí de la habitación. Le deje su espacio, su burbuja personal, como necesitaba en ese momento, y bajé al salón.

Por lo menos, Anna, me apoyaba. Y fue en ese momento cuando comprendí la suerte que tenía con ella.

Bajo la piel // Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora