Anna.
Caminé por la zona hasta llegar a la salida del barrio. Este lugar era uno de los más ricos de la zona, porque la playa, era solo para los residentes.
Llevaba el corazón en el puño, y las lágrimas caían por mis mejillas sin cesar, pero no me rompía del todo. No quería hacerlo en la calle, delante de las personas ricachonas que volvían o salían de sus casa para cenar. No me merecía ser humillada de tal manera.
En cuanto encontré un banco, me senté para ponerme los zapatos que llevaba en la mano, y saque un buzo para cubrirme. Por suerte tenía una lo suficientemente largo que me cubría hasta la mitad de los muslo, y pude cambiarme también a un pantalón largo sin problemas a que nadie me viera nada.
Infiel a mi orgullo y a mis principios, llamé al novio de mi hermano. Sabía que vivía solo, y yo necesitaba pasar la noche en una casa que no fuera la de mis padres. No tenía los ánimos para explicarles que me había dejado otro piloto. Y de nuevo, volvía a ser por mi culpa.
-¿Anna? -Preguntó, un poco confuso. Yo aspiré con la nariz.
-¿Estás con mi hermano?
-No. -Negó.- Está en el restaurante, con tus padres. Ya sabes, ahora nos vemos menos con esto de que trabaja el doble.
Cerré los ojos sintiéndome culpable de ello.
-¿Puedes venir a buscarme? No tengo auto, y estoy como a media hora de casa.
-Sí, claro. Pero, ¿Está todo bien?
-No, Marco, para que te voy a mentir. -Susurré, conteniendo el llanto.- Estoy en la costa, cerca de Worthing. En la zona donde viven los ricos.
-¿Y qué haces ahí? -Dijo notablemente sorprendido.
-Cuando me busques te lo cuento todo, pero no se lo cuentes a Sasha, porfa. -Casi se lo supliqué.
Cuando colgó, le mandé la ubicación exacta por mensaje, y me senté en el banco con las piernas subidas, las rodillas pegadas a mi pecho, mientras que los brazos las rodeaban abrazándolas.
El primer auto que pasó, se me quedó mirando, pero no paró. El siguiente, hizo lo mismo, pero me soltó cuatro groserías para que me subiera con él, pero lo insulté y se fue diciendo que era una frígida. Eso solo me hizo sentirme peor de lo que ya me sentía. El tercero, se paró, delante de mí justamente. De él, se bajó un chico medio rubio, rodeó el vehículo y se puso delante mío. Levanté la cara para verlo.
-¿Anna? -Dijo sorprendiéndome. ¿Me conocía?- Eres la chica de Lando, ¿Esta por acá? ¿Ha venido Lando?
Su repentina pregunta con tanto entusiasmo me hizo confundirme. Daba gracias a que no se hubiese dado cuenta de mi cara empapaba.
-Está en su casa, sí. -Solté como si no me doliese.- Perdona, ¿Nos conocemos?.
-Soy Callum, un excompañero suyo. -Me tendió la mano.- Hace poco estuvimos hablando, porque lo felicité por su nuevo equipo al ver su presentación, y bueno, me estuvo hablando de ti. No mucho, pero me dijo lo suficiente.Sin saber qué hacer, le tendí la mano también.- Encantada, Callum. Si vas a ir a verlo, será mejor que lo hagas mañana por la mañana. Ahora está un poco mal, y le viene bien estar solo. - Deje caer, sabiendo que le había hecho más daño de lo que acababa de insinuar.
-¿Se encuentra bien? -Se preocupó. Dios, este chico era puro nervio.
Cerré los ojos antes de suspirar profundo, y negué con la cabeza viéndome incapaz de mentirle. Al mirarlo de nuevo sentí mi labio temblar.- Si, no le paso nada grave. Solo me ha dejado. -Hablé con pesadez.- Está enojado conmigo, y ya sabes cómo es. No querrá hablar con nadie.
Su cara fue un cuadro al oír mis palabras, pero me dio un abrazo amistoso y se quedó esperando conmigo a Marco, para no dejarme sola. Esperamos en silencio, porque no me apetecía hablar. La había cagado demasiado por hoy.
Marco en cuanto llegó, se bajó del auto y me abrazó fuertemente. Hizo de hermano mayor. Supo dejarme llorar en su pecho el tiempo que me hizo falta antes de despedirnos de Callum, e ir a su casa. Allí, me preparo una habitación, con muchas mantas, y me invito a tomar un chocolate caliente con galletitas para cenar. Fue todo lo que necesitaba para hacerle un pequeño resumen, contándoselo con calma, y recibir un abrazo más por su parte.
Juntos vimos una película, de cualquier cosa menos amor, y me dijo que ese tal Callum estaba en casa de Lando. Me enseñó una foto en la que salían sus puños chocando, en blanco y negro, en la que ponía: "Aquí para todo, bro". Si, algo muy tipo de los chicos hoy en día.
Probablemente me odiarían los dos. Lando le habría contado su lado de la historia, y sería la mala de la película. En cierta forma lo era, y me sentía muy mal por ello. Marco supo que no debió de enseñarme aquella foto, y por eso se disculpó. Después, nos fuimos a la cama para ver si lograba descansar un poco.
En efecto, todo empeoró. Yo no conseguí pegar ojo, y me pasé horas mirando su contacto que estaba en línea, pero no me volvería a dirigir la palabra.
Al día siguiente, por la mañana, Sasha vino a verme. Pensé que me echaría la bronca, pero solo me consoló hasta que me calmé. Estaba afectada por la ruptura con Lando, claro que si, pero también lo estaba por haberle fallado. Le había prometido que lo arreglaría, que lo quería como a nadie y que podía confiar en mi, y no pude cumplir ninguna. Tenía derecho a odiarme.
Cuando éramos pequeños, nuestros padres, cuando teníamos tantas ganas de hacer algo, y a ellos no les apetecía hacerlo, solían decir que lo haríamos más tarde esperando a que lo olvidáramos. Nos ilusionaban, haciéndonos creer que va a pasar algo que después, no ocurrirá.
Bien, pues ese día yo fui la que destruyó a Lando. Le prometí el cielo, y cuando comenzó a confiar en mi, lo arruiné todo. ¿Podía sentirme más horrible? No, para nada. Estaba hundida, y muy triste.
-No es tu culpa, Anna. -Me dijo Sasha, acariciando mi pelo.- Quizás el nunca te llegó a abrir el corazón lo suficiente.
Negué, con rapidez. En sus momentos más débiles comprobé que detrás del Lando rudo, cabezota y antipático, había un niño falto de cariño. Había un chico que se merecía muchas cosas buenas, y que hice que pensara que yo se las podría dar.
Claro que me abrió el corazón, y montones de veces. Solo me dejaba colarme a mi en él cuando estábamos cerca, y solo tenía ojos para mi. Lo sabia. Lando había mejorado mucho desde que lo conocí, pero ahora sentía que el esfuerzo, y nuestro edificio construido a base de todos los cimientos importantes, se desmoronaba de repente.
-Lando es un chico bueno, Sasha. Te lo prometo. Pero me merezco esto por chusma. -Me reté a mi misma.- No debí haber abierto aquella carta mientras Lando se duchaba.
Pero lo hice. Basta que algo te llame la atención para que lo hagas. Abrí la carta dejando a la vista un montón de fotos de un niño rubio y de ojos verdes, que me recordaron en todo a Lando, a pesar de que nunca hubiese tenido el placer de ver una foto suya de pequeño. Además, había un dibujo que me causó mucha ternura, y gracias a él, supe que era su sobrino, pero lo que no me encajaba, era el por qué me había ocultado su existencia.
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Bajo la piel // Lando Norris
Romance"Y así te empecé a querer, como quien no quiere aprender a querer y termina queriendo sin querer."