Capitulo 24

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-Bien. -Musitó.

Lo siguiente que pasó, fue que vino hacia mí, me agarró la muñeca, y me sacó tirando de ella hasta la cocina. Además, volvió a cerrar aquella habitación.

Cuando me soltó, me toqué la zona, que estaba un poco enrojecida. Mierda, me había apretado fuerte, pero yo estaba tan confusa, que no le reclamé.

-Sube, y haz las maletas. -Me ordenó, elevando la voz.- ¡DIOS, NO TE QUIERO ACA!.

Pagué un pequeño salto al oírle tan feroz, y me fui a la habitación sintiendome mal, pero solo me senté en la cama pensando en todas aquellas cosas de bebé que no encajaban en mi cabeza, y en qué tenia que ver con Lando.

Juro que por mi cabeza pasaron miles de cosas sin sentido, que hasta llegaron a ponerme la piel de gallina. Solo eran locuras, pero la idea de que Lando tuviese un hijo de repente, me alarmó bastante. No me explicaba que hacía todo eso allí.

Él, al ver que pasó media hora, decidió subir arriba, conmigo. Me vio en la cama apoyada con la espalda en el cabecero, con las piernas flexionadas rodeadas por mis brazos, y mi cabeza entre mis rodillas. Yo lo miré de reojo, observando sus movimientos. Para mi sorpresa, se sentó en el borde del colchón, con el edredón revuelto a su lao de la noche que pasamos juntos. Se quedó en silencio, mirando hacia el techo. No sabía lo que se le estaba pasando por la cabeza.

Ese día ya la había cagado suficiente entrando por esa puerta, así que decidí no insistir más, a pesar de que me moría de ganas de saberlo todo. No quería discutir con él, y mucho menos, irme de la casa, estando enfadados.

Me levanté unos minutos después, dirigiéndome al baño, dónde puse el tapón a la bañera, eché jabón y dejé que se hiciera espuma mientras volvía a la habitación a por ropa interior, y una remera. Solo tenia ganas de darme un baño de dos horas, que los dedos de las manos se me arrugaran como pasas, y escuchar musica meditando sus profundas letras.

Dejando a Lando en el mismo sitio, me fui al baño, dejando la puerta abierta, y comencé a sacarme la ropa. Primero me saque la camisa, oliendola entre mis manos antes de ponerla en el cesto de la ropa. Lo segundo, fueron los pantalones, que los doblé y dejé sobre la mesada al estar limpios. Y por último, la ropa interior, que dejé deslizarse por mis piernas hasta caerse al suelo. La agarre, y lo eché junto a la camisa.

-Vives para retarme. -Vaya, hoy tenía la manía de aparecerse todo el tiempo atras mio. Al darme la vuelta, comprobé que estaba en el marco de la puerta con la cabeza inclinada hacia esta.

Estaba completamente expuesta hacia él, pero no me importó. Caminé hacia el lugar donde estaba, tomé su mano con clama, y lo metí en el baño conmigo. Un gesto serio, tenso y de enojo, se le dibujaba en la cara.- No vas a hacerme caso nunca, ¿Verdad?.

Me mordí la mejilla, bajando la mirada hacia el bajo de su remera, y la tomé, para tirar de ella hacia arriba quitándosela.- Si me voy, y te hago caso, estaría renunciando a vos, a romper tu coraza. Y no quiero. -Mis manos viajaron hasta el borde de su pantalón, y tirando de él hacia abajo dejándole en calzoncillos, que Lando mismo se ocupó se sacárselo, quedando en las mismas condiciones que yo.

Recorrí con mis yemas un trayecto desde su abdomen, hasta su cara, sin dejar de mirarlo a los ojos. Lo tomé de las mejillas, poniéndome de puntitas para acercarme a él.

-Esto es muy rápido, lo se. -Dije frunciendo el ceño. Ni si quiera sabía lo que estaba haciendo, pero solo acaricié con mi pulgar su mejilla áspera por la liguera barba que la adornaba.- Prometo no volver a preguntar por esa habitación, ni volver a sacar el tema, a no ser, que quieras hablar de eso, y de porqué tienes todo eso ahí. No quiero irme, quiero que estemos bien, Lando.

-No estás obligada a ello. -Susurró.- Puedes dejarme, ahora que solo es el comienzo. Mejor ahora, que cuando consigas que me encariñe de ti.

Solté una pequeña risa.- Claro que lo voy a conseguir. Sabes que tengo agallas para retarte, decirte las cosas a la cara, y quedarme si quiero. Ahora quiero quedarme contigo. -Me acerqué un poco más a él.- ¿Y vos? ¿Queres que me quede?.

Asintió, agachando la mirada. Estaba mal, pero conseguí que al unir nuestros labios, me siguiera el ritmo, y pasara un brazo por mi cuello, para separarse, y abrazarme fuerte apoyando su barbilla en lo alto de mi cabeza.

-No sé si estoy preparado para explicártelo. -Dijo suspirando.

-Tenías toda la razón antes. No debí preguntarte. -Me disculpé.- El día que decidas contármelo, estaré dispuesta a oírte, pero ahora, vamos a darnos un baño juntos.

Yo fui la primera en meterme en el agua, sentándome y mojándome los brazos con el jabón. Él se colocó atrás, abriendo las piernas, y dejándome colocarme como antes en el sofá.

Me apoyé sobre su pecho, y coloqué la cabeza en el hueco de su clavícula. Su mano viajó hasta mi ombligo, haciendo círculos bajo este, y la otra, descansó sobre mi abdomen, donde coloqué la mía con la suya.

Por un momento, cerré los ojos dejándome llevar, y estando tranquila. Sentí un pequeño cosquilleo cuando sus dedos dejaron mi bajo abdomen, y los llevó hasta mi cuello, para descender con lentitud hasta el mismo lugar que antes, pero recorriendo el valle de mi pecho. No tardé en notar unos besos cálidos sobre mi hombro, que me hicieron inclinar mejor el cuelo dándole mejor acceso.

-Eres preciosa. -Susurró, al lado de mi oído.

Y después de eso, comenzó a hacer magia en mi intimidad, haciendo ese día todavía más inolvidable. En ese momento solo confirmé, que por mucho que lo hubiese intentado con George, él jamás iba a hacerme sentir tan bien como Lando, que sabía que hacer en todo momento.

Después del baño, salimos, envueltos en una toalla. No nos habíamos mojado el pelo, así que fue cuestión de minutos el que estuviéramos secos, y recién vestidos.

Bajo la piel // Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora