Capitulo 11

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Lando.

Estaba en el jardín haciendo ejercicio. Recién acaba de levantarme, y escuché la puerta abrirse de la entrada.

Anna seguía durmiendo arriba, acompañada de George, quien volvió poco después de que la llevase a la cama. Incluso oí como prendían la luz, y como el alto le dijo que la apagara en un fuerte susurro. Eso solo fue el comienzo de una discusión que duró unos minutos, hasta que se callaron y supongo yo, se durmieron. La castaña debía de estar cansada, porque apenas le echó la bronca.

Me sequé el cuello con la toalla, y entré a ver que pasaba. Eran las diez de la mañana cuando ví a George ponerse un buzo en la entrada.

-Eu, ¿Vas a correr?. -Le pregunté interesado.

-No. -Negó.- Me acaban de llamar por teléfono. Tengo que hacer una cosa, y vuelvo.

-Ajá. -Hice una mueca.- Si Anna se despierta, ¿Qué le digo?.

-Volveré antes de que se despierte.

Asentí sin creerle, y le vi irse por la puerta. Yo, con la mosca detrás de la oreja, agarre la llaves de auto, y salí sin que se diese cuenta detras suyo. Sabia que era mi amigo, pero tambien sabia que podia estar haciendo la obviedad de ponerle los cuernos a Anna. En una ocasión normal, no me importaria que le hiciese lo que le diera la gana. Las chicas no solian importarme, en absoluto, pero tuve el mismo impulso de descubrir el porque de las ausencias de George, que de llevarla ayer a la cama a dormir.

Tenía un capricho con ella demasiado fuerte, desde el maldito momento que me pisó el pie en el parque y me escupió el agua segundos después.

Unos 30 minutos más tarde, llegamos a una cafeteria cerca del aeropuerto. Yo estacioné enfrete de esta, y él, unos metros más alejado de mi. Habia sido lo suficientemente listo como parano acercarme para que no se diera cuenta.

George se bajó del auto, miró su teléfono un momento y se lo guardó en el bolsillo del pantalón, antes de cruzar la calle. Enseguida, abrió los brazos recibiendo a una despampanante pelirroja.

Apreté el volante con fuerza, hasta que pude observar mejor. Se separaron sonriendo, y yo solo pensé en que la sonrisa de Anna, era más bonita y alegre, como su risa contagiosa. El cuerpo de la chica era vistoso. Tenia lindas curvas, y era mi tipo completamente, y por lo visto, el de George, tambien, porque parecia decirle cosas para que se riera.

Inbecil, ¿Tiene una novia embobada contigo, atractiva, y con unos labios que te hacen fantasear con miles de cosas y no aprovechas? Este pibe definitvamente es tonto.

Ambos pidieron una taza de cafe, con un sándwich creo. No me fijé mucho más, porque me enojo tanto ver lo felices que parecían, que me fui de nuevo a casa. Estaba traspirado de entrenar, algo indignado y queria areglar el jardín y darme una ducha antes de salir a desayunar.

Llegué y volví a delar las llaves en el mismo lugar. Fui a la cocina, y la vi cocinado algo, como siempre, aunque esta vez llevaba mi remera. No podía negar que le quedaba estupendo. En cuanto la vi, me recordó a George con la pelirroja, y cerré los ojos intentando borrar esa imagen de mi cabeza. A veces era mejor vivir en la ignorancia, que saber una cosa que no tenias que haberte enterado. ¿Cómo se suponía que iba a mirar a Anna a la cara?.

-Buenas. -Me saludó dulcemente.- ¿Vienes con George?.

-No. -Mierda. He sido muy cortante.- Me dijo que vendría pronto.

Soltó un suspiro en bajito, y la vi hacer una mueca. A los pocos segundos, sacó las tostadas de la sartén y apagó el fuego.

-Mierda. -Murmuré. No merecía estar así por alguien que estaba con otra por ahí.

¿Qué podia hacer? ¡Nada! El que George saliese co9n otra mujer no era mi secreto que revelar. Era mi amigo, un buen compañero de carreras y con el que comparti triunfos desde chico. No podia traicinarle, pero tampoco cubrirle.

Anna me miró confusa, y eso bastó para hacer que me frotara la cara sin saber que hacer.

-¿Te pasa algo, Lando?.

-¡Me pasas vos!. -Dije sin pensar, casi en un grito.

Y después de eso, avancé un paso hasta ella, tomé su cintura y besé sus labios como lo hacia con las demás: con hambre y ganas de pasar un buen rato. Esperando a que me lo respondiese, ella se separó de mí a los segundos mirándome estristecida. Claro, se sentia mal por hacerle esto a George, y lo entendia, porque ella era ajena a lo que habia visto yo.

Mi primer impulso fue enojarme, pero preferí volver a ella, y hacerlo de nuevo con más calma. Así que tomé su cara, con ambas manos, acaricié sus pómulos y volví a besarla más tranquilo. Esta vez tardó enm reaccionar, pero lo hizo para bien. Se relajó entre mi tacto, y pude bajar mis manos a su cintura tocándole la piel tan cálida que tenia, ademas de suave. Ella llevó las suyas a mi cuello, haciendo una cosa con sus yemas en el comienzo de mi cabellera que me hizo abrir un poco los ojos para mirarla. Anna me observaba desde un poco más abajo de mi con los ojos oscuros, llenos de la locura que se revolucionan en las hormonas femeninas, y con los labios casi pegados a los mios. Fue inevitable el agarrarla, sentarla en la isla y volver a besarla con más ganas.

Sus piernas rodearon mi cadera, igual que el sofá, aunque esta vez me cagué en todos los dioses que se pusieron de acuerdo para hacer que Anna se hubiera puesto un pantalón largo, y no pudiese acarisar sus piernas a mi antojo. Me conformé con apretar su cintura y seguir basándola.

Esto quería decir que en ese momento podía satisfacer mi jodido capricho con ella. Podía desvestirla en ese mismo momento y terminar con lo que me tenía enojado toda la semana, pero preferí seguir besandola, y seguir descubriendo que la encendía para hacerlo mas seguido.

Probablemente, si intentaba pasar un límite con ella, nunca me volveria a dejar besarla, pero si iba poco a poco, iba a conseguir lo que yo quería.

En algún momento pude pensar que Anna era un poco diferente al resto de las chicas, pero comprendí que solo era una más de las que me había obsecionado como nunca.

Mordisqueó mi labio suavemente, lamiendolo despues antes de volver a besarme una vez más, pero a mí eso se me quedó corto, muy light, por eso mordí el suyo después más fuerte arrancandole un jadeo que para mí, sonó como verdadera musica celestial.

-Lo que se pierde George. -Murmuré, riendome ligeramente.

-George...

-No te preocupes por él. -Volví a acariciar su mejilla.

Iba a ser divertido el conocer como hacer que me prestase atención.

-Soy una idiota. -Susurró, apartó mi mano.- Dios mio.

-No eres una idiota. -La reté.- Anna, no es tu culpa que tengamos tanta atracción entre nosotros.

Y volví a besarla, más ferozmente.

-Tu novio se la pasa bien con una pelirroja, pasalo bien vos tambien. -Coloqué un mechón de pelo tras su oreja.- Tenes todo el derecho del mundo.

Ahí supe que la había cagado como nunca. Ella me empujó, bajándose de la isla, y me golpeó el pecho soltando algunas lágrimas e insistiendo en que eso no podía ser verdad, pero cuando conseguí inmovilizar sus muñecas con mi mano en su pecho, se rompió delante mío.

Le acababa de romper el corazón.

Bajo la piel // Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora