Nerviosa, me bajé del coche. Marco y Alex se despidieron de mí, deseándome suerte, y se alejaron un poco. Me habían dicho que iban a estar cerca en todo momento, por si los necesitaba, aunque yo sabía que también querían chusmear.
No me había arreglado, apenas. Solo llevaba un jeans negro, una campera grande y mis zapatillas, todo negro. Excepto los zapatos, que eran blancos. Además, llevaba las trenzas de ayer. No pude evitar felicitarme al poner un pie en el suelo, dándome cuenta de que iba vestida como una adolescente que tenía un viernes de educación física.
Caminé hacia donde habíamos quedado. Me dijo que estaba en el Hilton, un lugar para tomar algo y comer en condiciones. Por un momento pensé que habíamos quedado allí para arreglar algo, pero después caí en la cuenta de que ese era el lugar perfecto para no armar un escándalo, hablar tranquilamente y controlarse. Un lugar neutral. Tierra de nadie.
Cuando lo vi, estaba sentado de espaldas a mí con su teléfono. Tenía una botella de agua junto a una copa, de la que bebió un trago antes de mirar hacia los lados. Supongo que estaba buscándome.
Yo aparecí rodeando la mesa, y sentándome en frente suyo. Tenía buen aspecto, y los lentes de sol le quedaban bien, además de la gorra que tenía. Que podía decir, si tenía delante a la persona que siempre me parecería hermosa, hasta en los peores momentos.
No pude mantenerle la mirada cuando se sacó los lentes. Era cabezona, pero no tenia agallas suficientes como para mirar sus verdes. Solo pude ver que tenía unas ligeras ojera, y los párpados irritados. Me sentí mal por haberlo hecho llorar.
-Mírame. -Casi me lo ordenó firme. Yo simplemente me mordí el labio cruzándome de brazos sobre la mesa, dejando caer mi peso sobre ellos, pero no lo miré. A cambio suspiró.- ¿Ahora no me miras?
-No. -Negué. Me sentía fuerte si no lo hacía.
Conocía su siguiente gesto: se frotó la cara con las manos. Lo hacía cuando se frustraba, o no sabía como actuar, o incluso, cuando se sintió inseguro por lo de Erick. A continuación, guardó silencio durante unos segundos hasta que pasó un camarero por nuestro lado, y pidió un jugo de naranja para mí.
-Te ves bien. -Dije forzada, intentando agradecerle lo de la bebida.
-No pensaba dejar de cuidarme por haber roto contigo. -Me soltó, como si nada, pero sin malas intenciones.- Tú estas horrible.
Con ironía, solté una risa amarga.
No me digas, Lando. Me había pasado toda la noche sin dormir.
-Gracias. -Rodé los ojos, notándome incomoda.
-Supongo que te ha sentado mal el que ya no tengas una fuente de ingresos segura, y que te falte alguien que te haga uno hasta que te saque la cara de asco.
Bien. Con que de eso se trataba la cosa. Hoy pretendía humillarme, y hundirme.
Tomé aire manteniendo la compostura, y cuando el camarero me trajo mi bebida, le di las gracias internamente por una minúscula interrupción. El estar sintiendo todo el tiempo su mirada sobre mí me estaba matando.
-Mira Lando. -Cerré los ojos por un momento.- Ódiame si eso te hace sentir mejor, pero no hace falta que me humilles a la cara, ni tampoco hace falta que te inventes cosas que no son ciertas.
-¿Seguro que no es cierto? George tardó en cogerte más de medio año, y yo lo conseguí en un mes y medio. -Se apoyó con los codos en la mesa.- Normal que tuvieses esa cara con él. Cuando aparecí yo, viste que tenías una posibilidad de estar mejor, y boom, pasó todo esto.
Con impotencia, agarré mi vaso pensando en tirárselo en la cara. Nada de esto tenía sentido. Lando volvía a ser el idiota de siempre, y yo la chica confundida. Pero no me rebajé a su nivel. Bebí un trago.
-Eres muy cruel. -Dije como si ese fuera el peor insulto de todos.- Tenes los ojos tapados. La furia te está haciendo echarme la culpa de todo y dejarme por los suelos, pero solo te estás mintiendo a vos mismo.
Dicho eso, lo miré a los ojos con los míos cristalizados. Su gesto hostil y rudo me penetró tan fuerte, que sentí un vacío inmenso. Tuve que armarme de valor para mantenerle la mirada sin romperme.
Pasaron unos segundos de silencio hasta que se removió. Se levantó de su silla, y rodeando la mesa, llegó a mi lado. Se inclinó hacia mí, quedando a muy pocos centímetros de mi cara, dejándome una vista perfecta de sus hermosas perlas verdes, que tan oscuras estaban por el odio. Me permití incluso tomar aire para olerlo una vez más.
Entonces dijo.- La mentira más grande que me he llegado a contar a mí mismo, es que te quería.
No me pude contener más. Agaché la cabeza, y comencé a llorar. No podía aguantarlo más. Probablemente Marco y Sasha vendrían hacía aquí al ver que las cosas iban mal.
-Me prometiste que nunca me harías daño. -Le recriminé, con mi tono de voz normal, pero entrecortada. Ya se había alejado de mí, lo suficientemente como para poder reaccionar.
-Y tú que me ibas a arreglar, y ahora estoy más roto que nunca. -Contestó.- Ahora ya no solo soy un caos, soy un puto agujero negro del que no voy a salir en mi vida.
Cuando decidí dejarme llevar, sabía a lo que me enfrentaba. Había leído libros en los que la historia salía bien, y terminaban incluso formando familias, pero mierda, esto era más complicado que lo que te enseñan en las películas. Sabía que en esta situación, con Lando, cualquier cosa minúscula y sin importancia, iba a ser un gran punto de inflexión en su vida. Sabía que si yo la cagaba tenía todas las de perder, y la perdí.
-¿Qué querías? -Supliqué.- ¿Para qué querías quedar conmigo? ¿Solo querías decirme eso?
Sasha apareció detrás mío, colocando sus manos en mis hombros. Lando desvió un momento la mirada hacia mi hermano, y hacia Marco.
-Quería hundirte. -Dijo con firmeza.- Te lo mereces. Yo en una semana ni me acordaré de tu nombre, mientras que tú no saldrás ni de la habitación. En un mes, ni recordaré tu cara. En un año, me habré olvidado de tu existencia. -Hizo un pausa, acercándose a mí.- Y tú, vas a estar arrepintiéndote de haberte metido donde no te llaman. -Dijo con furia, apretando la mandíbula.
Marco dio un paso hacia delante. Estaba que echaba humo por las orejas, y sabía que lo golpearía.
-¿Algo más? -Articulé rota.
Él negó, y se fue por dónde yo había entrado hace apenas cinco minutos.
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Bajo la piel // Lando Norris
Romance"Y así te empecé a querer, como quien no quiere aprender a querer y termina queriendo sin querer."