Anna.
Me acomodé la falda frente al espejo, dándome por terminada. Esta era gris, de cuadros, corta y ajustada a mi figura. La había combinado con una camisa negra básica, y con un blazer que iba a juego con la falda. Me había decidido por algo formal, pero con un toque juvenil, para que el asunto no pareciera más serio de lo que ya lo era.
Tras ponerme mis converse blancas, fui hacia el baño para peinarme. Lando estaba abrochándose los botones de la camisa blanca que llevaba, junto a un pantalón de vestir de traje azul oscuro. Los botones del cuello se los dejó sin abrochar, como siempre.
Aproveché para acercarme por su espalda, uniendo mis manos en su abdomen, para ponerme de puntitas de pie, y besar su mejilla.
-Estás hermoso. -Dije encontrando su mirada a través del espejo.
-Es el traje, que me sienta bien. -Rió, moviendo sus manos hacia su cuello, para colocárselo.
Me separé de él, para ponerme a su lado, y enchufar la planchita para hacerme unas ondas.
Lando también revisó mi vestimenta, tal y como habia hecho yo al entrar al baño del hotel. Supe que me había dado el visto bueno cuando sonrió, y se puso detrás de mí colocando sus manos en mis hombros haciendo pequeñas presiones.
-Dime, ¿Estás nervioso? -Le pregunté comenzando a peinarme con la mano.
-No mucho. -Soltó una risita ronca.- Solo quiero hacer lo que me gusta. Solo quiero correr y ya.
-¿Me prometes que esta vez vas a ser amigable? -Deseaba con todas mis ganas que sus compañeros, mecánicos, ingenieros fueran buenas personas e hicieran que no se sintiera solo. Venía aquí sin nadie, porque yo me tenía que quedar en Londres, y quería que no se sintiera mal, porque podía volver a cerrarse.- Quiero que te lleves bien con tus compañeros.
-Te repito que yo vengo a hacer lo que me gusta, no a hacer amigos.
-Lando. -Hice una mueca.- Por favor, hazlo por mí. Me voy a sentir mal si no te llevas bien con nadie.
Pasó de masajear mis hombros, a arme un abrazo rodeando mi cuello por detrás.- Lo intentaré, pero no te prometo nada. -Besó mi cien.
-Amor, prométemelo. -Insistí, sintiendo ganas de de querer llorar. ¿Por qué estaba tan sensible desde esta mañana?
Lando se dio la vuelta, para agarrar mi cara entre sus manos obligándome a mirarlo. Me besó despacio y con ternura, como cuando llegamos a la habitación. Acarició mis pómulos con los pulgares, aliviando la tensión que se estaba acumulando en ellos de emoción.
Cuando se separó, posó su frente en la mía mirándome a los ojos.- Te lo prometo.
Asentí convencida, antes de recibir otro beso más, pero más corto. Sabia que me había comportando como una niña pequeña que se entristece cuando no le dan lo que quiere, pero necesitaba oír esas dos palabras antes de irnos.
Salió del baño, hacia la habitación, mientras yo empecé a peinarme. Mi celular tardó unos segundos en sonar, acompañado con un grito de Lando que me decía que me llamaban. Oh, bien, cariño. Como si no me hubiera enterado.
Me ahorré el comentario, pidiéndole que lo agarrara y contestara.
-¿Eres idiota? -Lo escuche decir cuando volvió a entrar al baño. Rápidamente me giré para ver que pasaba. Mi teléfono estaba pegado a su oreja todavía.- Su novio soy yo, no tú.
Apreté los labios confundida del todo. ¿Acaso podía ser George? No, de ninguna manera.
Le pedí que me diera el teléfono, pero él se negó por un momento, hasta qué alce la ceja cuestionando su autoridad. Era mi teléfono, debía dármelo.
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Bajo la piel // Lando Norris
Romance"Y así te empecé a querer, como quien no quiere aprender a querer y termina queriendo sin querer."