13: PRIMER AÑO

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Los días siguen pasando y mi relación sigue yendo bien. Con Kageyama ni siquiera discutimos.

Y debo ser sincero... eso me da un poco de miedo.

Se supone que pelear en una relación es algo que sí o sí debe pasar, que no todo es perfecto pero... con él ni siquiera nos hemos levantado la voz. ¿Es eso normal? ¿Acaso mi relación es ficticia?

Para mi mala suerte, la noche anterior no estuve con Kageyama. Simplemente no hemos hablado en todo el día porque estuvo ayudando a su madre con algunas cosas, así que ayer estuve completamente aburrido.

¡Pero es lunes! Y hoy lo veré, así que mi ánimo está un poco más alto.

Camino a la escuela con rapidez, ansioso por verlo. Siempre llegamos temprano, así que tenemos tiempo de sobra para vernos y besarnos. ¿Por qué no está conmigo? Tampoco lo sé, simplemente me dijo que me fuera sin él.

Al llegar a la escuela, me dirijo al gimnasio y me siento frente a las puertas, con mi mochila a mi lado mientras veo la entrada desde lejos, esperándolo. Hace frío y claro que lo tengo, pero vale la pena esperarlo.

Cuando lo veo llegar, me levanto con una sonrisa en mis labios.

—¡Kageyamaaa! —exclamé agitando mi mano.

Él se acerca a mí a paso lento y tranquilo, como siempre. Cuando estamos lo suficientemente cerca, corro y casi que me tiro sobre él, abrazándolo con fuerza.

—¡Te extrañé!

—Solo fue un día...

—¡Es suficiente para extrañarte!

Sus brazos rodearon mi cuerpo y sonreí, cerrando mis ojos y meciéndome en su pecho.

—Lamento haberte dicho que te fueras sin mí. Me levanté tarde y debía ducharme, no quería que te quedaras esperándome.

—Podría haberlo hecho sin problema alguno —me encogí de hombros, alzando mi vista hacia él—. O podría haber ido a tu casa.

Negó sonriendo de forma ladina.

—Mejor no —se separó y yo fruncí el ceño—. Discutí con mi familia.

—¿Y eso?

—Mamá se levantó de mal humor y yo igual —se encogió de hombros, dándose vuelta para comenzar a caminar. Yo lo seguí—. Así que empezamos a pelear.

—Suena algo normal para ti.

—En parte lo es —respondió indiferente.

El camino a nuestros salones fue en silencio, Kageyama ni siquiera me miraba. Supongo que todo es por la misma razón y puedo llegar a entenderlo, porque yo también discuto con mi madre y termino igual.

¿Recuerdan que dije que el domingo fue un día demasiado aburrido? Hoy es peor.

Kageyama no abre la boca ni para gritarme en el gimnasio. Parece tener la mirada perdida. Así que aunque hable con Nishinoya y Tanaka o discuta con Tsukishima sigo aburrido. Sé que él es así, tan silencioso y tranquilo, pero comienzo a desesperarme.

Cuando terminamos de entrenar, mientras bajo por las escaleras del cuarto de vestuario, lo veo alejarse como si nada. Se supone que debía esperarme, como venimos haciendo desde que nos conocemos.

Me apresuro en llegar hasta él, pero ni siquiera parece notarlo.

—¡Ey! No me esperaste.

Kageyama se detiene y se da vuelta, mirándome confundido y atontado.

—Oh... tienes razón —respondió realmente perdido—, estaba tan metido en mis pensamientos que ni siquiera me acordé. Lo siento.

—No te preocupes... —murmuré, comenzando a caminar a su lado.

Nos mantuvimos en silencio hasta lo que restó de la mitad del camino. Kageyama ni siquiera parecía querer abrir la boca y yo solo podía suspirar, sin saber realmente cómo actuar. Conozco todas sus facetas: cuando está enojado, feliz o incluso emocionado... pero ahora... no sé qué hacer.

—Kageyama —Lo llamé, cansándome. —¿Qué tan mala fue tu discusión con tu madre?

—No fue mala.

—Oh, y por eso estás tan callado —rodé los ojos con sarcasmo.

—Siempre estoy callado.

—Ahora estás callado callado.

—Eso no tiene sentido.

—Tú tampoco —respondí con el ceño fruncido. —¿No quieres hablar de lo que pasó?

—No.

—¿Y no quieres hablar de cualquier otra cosa?

—No.

Bufé.

—Está bien.

¿No quiere hablarme? Entonces no pienso irme con él. Si quiere estar de mal humor que... ¡Que lo esté solo!

Así que adelanto varios pasos, tomando la delantera y apresurándome. Veo que estamos cerca del lugar en el que solíamos despedirnos para irnos por cada camino, aunque ahora que somos una pareja, siempre nos vamos por el mismo ya que uno termina en la casa del otro. ¡Pero hoy no pienso irme a su casa! Yo no tengo la culpa de que esté de mal humor.

Lo escucho resoplar y luego es su mano tomando mi brazo.

—Lo siento... otra vez.

Suspiré y me di vuelta.

No puedo fingir estar ofendido cuando me mira de esa manera... Sus ojos son tan lindos.

—Hoy... hoy ha sido un día... —balbuceó.

—De mierda —completé porque parecía que él no podía.

Terminó sonriendo de lado y asintiendo, tirando de mi mano.

—Exacto —suspiró—, y lamento ni siquiera haberte prestado atención hoy... en serio ha sido un mal día, incluso me siento mal —alzó sus cejas.

—No tienes que preocuparte de eso... —murmuré mientras pasaba mis brazos por su cuello—, sabes que me tienes a mí, tu lindo y comprensivo novio, para hacerte sentir mejor.

—¿Ah sí? —Me tomó de la cintura, acariciándola lentamente.

—Sí...

—¿Y cómo me harás sentir mejor? —preguntó sonriendo de manera traviesa, acercándome aún más a él y apretando su agarre sobre mi piel.

Sentí mi rostro arder. ¿Desde cuándo tenía tanta confianza este chico?

Llegaba a confundirme su forma de ser. De un momento al otro dejaba de ser el chico tímido y vergonzoso para convertirse en... ¡Eso!

—Ah... —balbuceé, perdiendo cualquier chispa de coquetería que tenía—Y-yo... no lo sé, lo decía p-por decir...

Kageyama soltó una risa y negó, inclinándose para dejar un beso en la punta de mi nariz.

—Ya sé cómo puedes hacerme sentir mejor.

Crónicas de una Pareja Primeriza | KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora