69: ADULTEZ

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—¡Akemi!

—¡Tío Shoyo!

—Ese niño está más feliz por verlo a él que a su mismísimo padre.

—Es entendible —Toshio, el marido de Miwa, dijo entrando a casa.

—¿Y Midori?

—¡Aquí! —Hayami, la mamá de Kageyama, entró a casa cargando una niña de cabellos castaños y ojos claros—. Midori, saluda a tus tíos —dijo moviendo la manito de la pequeña.

Con el paso del tiempo, los niños crecieron.

Akemi ya tiene seis años y Midori (a quien no conocían) ya tiene tres años. Son los hijos de Miwa y Toshio. Por suerte, la sobrina de Kageyama lo ama más que Akemi, quien sigue deslumbrándose conmigo.

—Tomen asiento, mi familia no tarda en llegar.

Y por arte de magia, la puerta fue golpeada.

Kageyama fue a abrir la puerta y se encontró con mamá, papá y Natsu, la cual ya tiene como 18 o 17, una de esas dos. No lo recuerdo muy bien, no soy bueno con las edades y los años.

—¡Trajimos comida! —exclamó mamá con una sonrisa, entrando a casa después de saludar a Kageyama.

Yo sigo con Akemi en brazos y no puedo explicar cómo tiembla todo mi cuerpo.

Temo por la reacción de las dos familias, incluso hasta me asusta cómo reaccionará Toshio.

—Iré a buscar algo al cuarto... —dije con una sonrisa nervioso. Mamá me miró con el ceño fruncido y sé que fue porque ni saludé pero no estaba en mi mejor momento—, nos vemos.

Hasta Kageyama me miró confundido.

Casi que corrí a nuestro cuarto, Akemi me preguntaba que me pasa. Lo senté en la cama y lo miré.

—Escucha, niño bebé —dije colocando mis manos en mi cintura. Él, con sus ojos de un tono claro que parece ser verde, ladea la cabeza levemente. —¿Qué harías si supieras que tío Shoyo se casará con tío Tobio?

Arrugó su nariz.

—Me enojaría —se cruzó de brazos y yo lo miré confundido. Este niño no está ayudándome mucho. —¿Pod qué casadse con Tobio? Es feo —sacó la lengua disgustado.

Yo solté una risa aunque no me calmaba.

La puerta volvió a abrirse.

—¿Qué pasó? —preguntó Kageyama entrando y cerrándola.

Yo me giré y lo miré.

—¡No puedo hacer esto! —grité en un susurro.

Kageyama miró a Akemi y luego a mí.

—¿Y por eso decidiste secuestrar a nuestro sobrino?

—¡No es momento de bromas! —golpeé su hombro. Él soltó una risa encogiéndose de hombros. —¡Estoy a punto de decirle a nuestras familias que nos casaremos, Kageyama Tobio!

—Se lo tomarán bien, no pienses tanto —se encogió de hombros, acercándose a la cama para alzar a Akemi, quien se quejó.

—No puedes casarte con tío Shoyo —apretó los hombros de mi... ¿prometido? Con el ceño fruncido. Kageyama me miró con una ceja alzada.

—¿Le dijiste a Akemi?

—Estaba nervioso —mordí mis uñas.

Él negó y se acercó. Ver a Kageyama vestido como trabaja (camisa, pantalones formales y una maldita corbata azul) y cargando a un niño parecido a él no me ayuda en nada. Solo hace que me imagine el futuro y me ponga más nervioso.

—Deja de preocuparte —tomó mi cabeza suavemente y dejó un beso en mi frente, yo solté un suspiro—, si quieres lo digo yo.

—Sí, gracias, te amo.

Rio tranquilo y asintió.

—Yo igual.

Salimos del cuarto tomados de la mano y con Akemi siendo expectante de todo.

Cuando llegamos a la sala de estar, todos charlaban animadamente.

—Tenemos un anuncio —dijo Kageyama ganándose la atención de todos—, y es que-

—¡Tío Shoyo y Tío Tobio se van a casar!

Kageyama cerró la boca y miró a Akemi.

Ese niño lo hizo con maldad, solo para arruinar la sorpresa de Kageyama. Miraba a mi prometido con malicia y reía en voz baja.

—¿¡Qué!? —El grito de mamá nos hizo volver a la realidad.

—¿¡Se van a casar!? —Y esa fue Hayami.

—Vaya, no pensé que Tobio lo lograría... —murmuró Miwa sin creérselo.

—Ni yo —ese fue Toshio.

Papá parece ser que cayó en cuenta más rápido, porque se levantó y nos atrapó en un fuerte abrazo.

—Muchas felicidades —sacudió nuestros cabellos y Akemi se bajó de Kageyama—, estoy muy feliz por ustedes.

—¡Ay, mi hijo se va a casar con tu hijo! —gritó mamá ya con lágrimas, acercándose a nosotros.

—¡Al fin tendré un yerno! —Hayami, quien parecía no querer aceptar que quería llorar, se acercó tirándose aire a su rostro con sus propias manos.

Toshio frunció el ceño.

—¿Y yo qué?

—¡Tú no importas ahora, Toshio!

Todos nos abrazaron con fuerza y festejamos bebiendo jugo de manzana y comiendo lo que mamá había preparado.

Cuando terminamos, Kageyama y yo, llevamos los platos a la cocina y nos dimos cortos besos, riéndonos porque Akemi terminó diciendo lo que nosotros queríamos decir.

Un carraspeo nos asustó.

Miwa estaba apoyada contra el umbral de la puerta, mirándonos divertida.

—Vaya, miren a la parejita. ¿Quién diría que se iban a casar? —preguntó con su típico tono. Yo solté una risa avergonzado y Kageyama la miró mal.

—Ve a molestar a otro lado, estoy teniendo un momento lindo con mi próximo marido.

Ay, mi corazón.

—Una pena que esta vez no te haré caso —ella soltó un suspiro y se acercó—, quiero hablar con mi cuñado. Vete —tomó mi mano y yo sonreí enternecido.

—¿De qué? —alzó una ceja.

—¿Qué te importa? —frunció su ceño, dándole un empujón—. Vete o te acusaré con mamá.

Kageyama rodó los ojos y salió de la cocina quejándose.

Cuando Miwa y yo quedamos solos, me sentí nervioso.

¿Qué se supone que me iba a decir?

—Ahora que la pesadilla viviente no está... —tomó mis manos otra vez, dándoles un suave apretón—, quería agradecerte por todo.

—¿Agradecerme? —Me esperaba todo menos eso.

Ella asintió.

—Le cambiaste la vida a mi hermano y eso es suficiente para agradecerte —ella tomó aire y me sonrió emocionada—. El matrimonio es hermoso, si bien es solo ponerse un anillo grabado con el nombre de tu esposo, todo se siente distinto. Será una nueva experiencia que te hará darte cuenta de muchas cosas con la persona a tu lado...

Yo ya sentía que iba a llorar.

—En serio les deseo mucha suerte y prosperidad —rápidamente me abrazó—, no puedo esperar porque sea su boda, en serio estoy muy feliz.

Yo sonreí y correspondí a su abrazo lentamente.

Algo que había entendido con los años es que los Kageyama, aun teniendo un rostro serio y una silueta intimidante, eran personas con un gran corazón.

Qué suerte tuve al haber conocido a Kageyama.

No puedo esperar por verlo en el altar. 

Crónicas de una Pareja Primeriza | KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora