29: SEGUNDO AÑO

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Suelto un suspiro cuando veo a Nishinoya correr hacia Kageyama y comenzar a hablarle animadamente. Sé positivo, Shoyo. ¡Solo son amigos!

Debo aprender a controlar mi actitud, así que he decidido actuar normal. Después de todo, soy yo quien vuelve a su casa acompañado por Kageyama.

¿Eso sonó un poco engreído? Lo siento.

—¿Qué haremos hoy? —pregunta él una vez que salimos de la escuela.

—No lo sé —respondí encogiéndome de hombros con una sonrisa. —¿Qué quieres hacer? —Él se encogió de hombros.

—¿Vamos a tu casa y vemos una película?

—Suena bien.

Al llegar a casa, mamá me mira de reojo y nos saluda cordialmente para luego perderse en la cocina. Me resulta un poco extraña su actitud, ya que siempre se queda hablando con nosotros y nos pregunta cómo nos ha ido. ¿Será que tuvo una pelea con papá? Le resté importancia y subí a mi cuarto con Kageyama, ahí veremos la película después de todo.

No recuerdo haber dicho esto antes, pero hay ropa de él en mi armario, eso es porque casi siempre se queda a dormir aquí. Pasa lo mismo en su casa pero con lo que es mío.

En fin, volviendo al tema principal, terminamos de cambiarnos entre besos y nos tiramos en mi cama. Me apoyé contra su pecho y comenzamos a buscar una película para ver en televisión. ¡Encontramos una de acción! Esas que le gustan a Kageyama, así que empezamos a verla.

Pero a mitad de la película, comienzo a aburrirme. Alce mi vista para verlo y sonreí. ¿Qué tal si lo molesto un rato?

Me acomodo mejor en mi lugar y comienzo a dejar besos cortos por todo su cuello. Lo escucho soltar una risita y mi corazón da un salto, suena tan tierno. Sin embargo, él sigue viendo la película y yo, lo que ahora mismo quiero, es su atención; así que mi camino de besos sigue subiendo, llegando a su mandíbula y luego hasta su mejilla. Beso todo su rostro mientras sigo escuchándolo soltar risitas y suspiros.

—Hinata, la película... —dijo sonriente y con los ojos cerrados.

—La has visto mil veces —acoté, dándole un pequeño empujón para que quede completamente acostado sobre la cama. Rápidamente pasé mi pierna y término sentándome sobre él—. Ahora dale atención a tu lindo novio —sonrío.

—¿Qué atención quieres? —pregunta con diversión, sonriendo de manera ladina. Lo bueno de salir con Kageyama es que siempre puedo verlo sonreír.

—Toda la que tú me quieras dar —suelto una risita y bajo lo suficiente para unir nuestros labios.

Aquí no hay nada mezclándose con lo sexual, claro que no. Es un simple beso que demuestra cariño y calidez: muevo mis labios de manera lenta, disfrutando los del contrario. Incluso siento la respiración de Kageyama sobre la mía y me hace bien. Hacer este tipo de cosas después de un cansador día de escuela es lo más reconfortante del mundo.

Kageyama acaricia mis brazos con sus dedos índices, trazando formas imaginarias mientras sigue el beso. Suelto todo mi aire y término alejándome un poco, para respirar. Puedo ver a Kageyama de muy cerca y sus labios están brillantes. Se ve tan tierno.

Sonrío sintiéndome tímido.

—Hola —murmuro.

Suelta una risa y me sonríe.

—Hola.

—¿Quieres seguir besándome? —pregunto con una pizca de gracia.

Él asiente volviendo a reír.

—Qué encantadora pregunta.

Kageyama es rápido para hacerme caer contra el colchón y posicionarse encima de mí. ¿Será que le gusta esta posición? Sus labios vuelven a encontrarse con los míos y correspondo, llevando mis manos a su cabello y abriendo mis piernas para que él se acomode.

Tengo los pequeños recuerdos de mi hermana abriendo la puerta y arruinando mi vida. ¡Pero esta vez no! Antes de llegar a la cama, le puse seguro. ¿Por las dudas...?

Cierro mis ojos con fuerza y aprieto mis labios cuando Kageyama comienza a chupetear mi cuello. Aquí vamos otra vez con las marcas y la manera en las que las taparé para que mamá no me mate...

—Shoyo, Shoyo —llama, haciéndome abrir mis ojos. De un momento al otro, él ya no está besándome; más bien me está mirando divertido.

—¿Qué pasa? —pregunté en un hilo de voz, preocupándome.

—Estás tirando de mi cabello muy fuerte y me hace doler.

Siento que moriré de la vergüenza, mi rostro arde y Kageyama ríe por eso.

—Cierra la boca y vuelve a mi cuello, ¿quieres?

Él asiente y sigue con lo suyo. Ya no tiro con tanta fuerza su cabello pero sigo sintiéndome abochornado.

Siento sus dientes morder y luego su lengua recorrer mi piel como si fuera lo más normal del mundo. Esto a veces se siente extraño, porque son nuevas sensaciones que descontrolan mi cabeza, sin embargo lo disfruto. Y vaya que sí.

Crónicas de una Pareja Primeriza | KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora