47: TERCER AÑO

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Supongo que eventualmente esto iba a pasar.

Me siento triste y necesito decirlo. No sonrío, me la paso llorando y recordando los buenos tiempos con Kageyama. Lo único que siento es tristeza y nostalgia correr por mi cuerpo.

He de admitir que verlo en una de las peores partes de esto. Cómo vamos a la misma escuela (y ahora diré que para mí mala suerte practicamos el mismo deporte) se nos hace imposible no encontraros, por error o no, en algún pasillo. Él pasa de mí y yo paso de él, sin embargo nos miramos.

Y se siente tan mal. No debería mirarlo después de todo lo que pasó, pero ahí sigo yo... siendo el mismo tonto enamorado de siempre.

Me pregunto cómo hace Kageyama para seguir con su vida después de esto, porque nuestra ruptura ha destrozado cada parte de mi corazón.

Tengo la necesidad de ir, acercarme a él y abrazarlo. Sin embargo, ahora parecemos ser dos extraños que solo se cruzan en los pasillos y practican juntos en los entrenamientos. Duele como la mierda, se siente la nostalgia invadirte, sin embargo puedo sobrellevarlo. O eso creo.

Hay días en los que me cuesta llegar a entrenar. Cuando estoy a dos pasos de entrar al gimnasio, recuerdo que lo veré y simplemente quiero huir. No quiero afrontar sus ojos y sé que él tampoco, pero se nos hace imposible no mirarnos el uno al otro mientras jugamos o simplemente preocuparnos. Han sido tres años seguidos de estar con la misma persona, la costumbre te queda después de todo.

Kageyama siempre se ha caracterizado por tener una mirada fría, estar callado la mayor parte del tiempo y siempre lucir como si fuera a apuñalarte. Pero lo he conocido y sé que él no es así. Ese pensamiento pasa por mi cabeza cada vez que lo veo en un pasillo.

Pero esto no solo pasa en la escuela, porque en mi propia casa también. Sé que está mal pero sigo usando su ropa, abrazándome a esta cuando hace frío y es de noche mientras lloro. Todavía nuestras fotos están en la pared y el olor a su perfume sigue impregnado en mis propias prendas, así que supongo que el superarlo es algo que me está costando.

En serio no puedo dejar de preguntarme cómo se encuentra Kageyama. ¿Estará tan triste como yo? ¿Se la pasará llorando por las noches? Supongo que son solo ideas, porque no sé qué pasa por su mente.

Suena egoísta, pero solo deseo que esté igual que yo. Que no haya conocido a nadie que suba su ánimo, por favor. Es lo único que pido.

Así que arrastro mis pies por la escuela, sin ánimos de hacer nada. Mis amigos me hablan, preguntándome cómo llevo la situación. Miento, lo que parece que se me está haciendo costumbre.

—Estoy bien, poco a poco voy olvidándome —digo con una sonrisa amable para calmar a todos.

Excepto a mí.

Es obvio que no estoy bien.

Y los días siguen pasando. Natsu preguntó qué pasó con Kageyama, diciendo que aunque lo deteste, extraña verlo en casa. Intentando no llorar, respondí que no lo vería más porque habíamos terminado. Esto me está afectando más de lo que pensé.

Mientras camino por el pasillo, con una sonrisa triste, recuerdo haber dicho que Kageyama era mi alma gemela. Vaya, supongo que fue un alma gemela que no estaba destinada a ser.

Suspiré.

—Hinata.

Sentí el aire esfumarse de mis pulmones.

Crónicas de una Pareja Primeriza | KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora