Capítulo 30: Profunda oscuridad.

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Geneviève

Tan solo ayer había visto a Ella y ya la estaba extrañando.

Sobretodo estando tan aburrida encerrada en mi hogar, aún no tenía deseos de volver al instituto y sorprendentemente no tenía presión por parte de mi madre para hacerlo, tampoco estaba tan preocupada por las materias que me estaba perdiendo ya que Ella me había puesto al día con todas las clases y los exámenes comenzarían en cuatro semanas, por lo que tenía tiempo para ponerme al día y volver.

Ahora mismo me encontraba en el primer pido dado que había bajado por un vaso de agua a la cocina, necesitaba tomar una pastilla, cuando estaba volviendo a mi habitación la puerta de la habitación de mi hermano se interpuso en mi mirada, con cierto miedo me acerco hasta quedar frente a ella.

Mi mano roza el pomo de la puerta y cuando la abro siento millones de recuerdos golpearme con intensidad.

Nunca había vuelto a entrar a la habitación de Lucien luego de lo que sucedió, sabía que las chicas del servicio se encargaban de mantenerlo limpio solo en lo superficial porque mi madre nunca dejó que cambiaran nada del lugar, todo estaba tal cual el lo había dejado.

En cuanto me adentro al cuarto de Lu, siento el suave aroma de su perfume aún impregnado en el ambiente y algo se remueve dentro mi.

Lo extrañaba cada día.

Me crié en el mismo útero con mi mejor amigo, siempre hicimos todo juntos, cada paso lo di con el detrás dándome su apoyo, aunque viviéramos discutiendo por nuestras mil diferencias, jamás había pasado un cumpleaños sola, nunca había llorado el día de nuestro cumpleaños.

Hasta ahora..

Desde donde estoy observo a mi alrededor, a simple vista todo está impecable como solía ser, Lucien era muy organizado aunque aparentara todo lo contrario, le gustaban las cosas de cierta manera y así se hacían, desde pequeños era así, yo solo me limitaba a seguirle la corriente.

Me siento en su cama y los recuerdos se apoderan de mi, las noches de invierno siempre eran muy lluviosas y oscuras, la mayoría de esas noches terminábamos durmiendo en su habitación porque ambos le temíamos a los truenos.

En su escritorio tiene fotos con nuestras madres y hermanas, con Ale y Ame cuando tenían unos 15 años, pero sobretodo fotos conmigo, desde muy pequeños hasta la ultima foto que tenemos juntos.

Pocos días antes del accidente, estábamos en la playa con unos amigos de Lu, atardecía en los tonos cálidos que tanto me gustaba mirar del cielo, sonaba de fondo Somewhere Over The Rainbow, bailábamos al ritmo de la canción abrazados, en la foto su cabeza está en mi hombro y la mía en el suyo.

Es una hermosa foto, una de mis favoritas sin dudarlo.

A un lado tiene tres libros apilados, sus favoritos, los tenía cerca porque le gustaba leer de madrugada. Al tomar uno de sus libros se resbala una hoja, de inmediato pienso que es una hoja en blanco para marcar la página en la que dejó su lectura, pero no, es una carta.

Una carta para mí.

Querida Ciel,

¿Habrá alguna razón específica por la cual te estoy escribiendo esto?
Probablemente no, solo pensaba en nuestra discusión y en mi actitud de idiota, quizás no soy muy bueno con las palabras a la hora de hablar, pero si escribo algo para ti tal vez puedas entenderme aunque sea un poquito, siento que aún estoy procesando que pronto nuestras vidas quizás tomen caminos distintos, ya que es nuestro penúltimo año en el instituto, sin duda alguna será un año complicado, pero a pesar de esto, te veo muy centrada en seguir siendo la alumna sobresaliente, el mejor promedio todos los años, toda una campeona invicta, ¡Diablos! no te imaginas lo orgulloso que estoy de tu desempeño académico y un poco avergonzado por ser el mellizo tonto.

Tacto Dulzón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora