EllaMe encontraba sentada en un pequeño sillón individual, observando a mi alrededor las paredes color beige y las ventanas redondas adornándolas, a la vez sintiendo el fuerte aroma a café adentrarse por mis fosas nasales, lo que me provocó una sensación de desagrado similar al que sentía por la persona que estaba sentada frente a mi.
Si, hoy era mi segundo encuentro con Andrea.
-¿Para qué me citaste Andrea? -Pregunto seguido de rodar los ojos impaciente.
Hace 5 minutos que había llegado a ese lugar y ella solo se limitaba a ver hacia su humeante taza de café fijamente mientras jugueteaba con la manga de su blazer, como si no pudiera creer que realmente estoy aquí, o tal vez pensando bien sus siguientes palabras.
-Ella yo.. -Comienza a decir, pero automáticamente la corto.
-.. Brunella. -Corrijo con rapidez sintiendo la amargura dominarme.
Andrea parece sorprenderse ante mi interrupción y corrección, admito que yo también lo hice, fue algo que no pude evitar decir porque sabía bien que no quería que ella me llamara así nunca más, ya no se sentía bien.
-Brunella, sé que no quieres verme ni escucharme. -Afirma levantando la mirada de su café, revelando su cansada expresión. -Pero si te pedí que vinieras es porque en serio necesito hablar contigo sobre algo importante.
Me quedo viendo su rostro con detención bastante impactada sin prestarle mucha atención a lo que me dice.
Muchas veces me ha costado mirarme al espejo, dado que físicamente soy idéntica a mi ma.. Andrea, de tez trigueña, cabello castaño oscuro rizado y ojos avellana con tonalidades doradas, los de Andrea los recuerdos especialmente vivos y brillantes siempre, sobretodo cuando se reía, cosa que era muy a menudo, lo que me lleva a pensar en lo que siempre menciona Geneviève.
Nuestros ojos delatan cada emoción qué pasa por nosotros.
Y ahora sus ojos lucían deprimidos.
-Claro que no quiero verte ni escucharte Andrea, ¿Acaso ya olvidaste lo que hiciste? -Respondo a la defensiva abrazándome a mi misma como gesto de contención.
-No, creo que es imposible olvidar algo como eso. -Dice para luego suspirar y beber un sorbo de su taza. -Solo quiero tener la oportunidad de hablar de algo contigo ahora, antes de que sea demasiado tarde.
-Para mi ya es tarde. -Contesto sintiendo el peso en mi pecho bombeando dolorosamente y mi pierna moviéndose en aquel molesto tic nervioso. -Han pasado demasiadas cosas en estos años Andrea, no puedes volver y fingir ser una madre cuando estoy a una semana de cumplir 18 años, ya no tengo 11 años, ya no soy una pobre niña abandonada por su mamá.
-Créeme que lo sé, noto que ya eres toda una mujer. -Responde viéndome con nostalgia. -Pero aún recuerdo cuando eras solo una pequeña, el tiempo pasó rápido por ti pero no por mi il mio bel sole.
Un escalofrío me recorre de pies a cabeza cuando ella vuelve a pronunciar en el mismo tono aquel apodo que tenía para mi desde que estaba esperándome.
-Fui una niña alguna vez, una niña que pasó días frente a la puerta esperando a su mamá, qué pasó noches cuestionándose si quizás había tenido algo que ver con su partida y qué pasó años intentando sanar esa herida gigantesca que dejaste en mi, en ese momento me perdiste y esa fue tu decisión. -Le aclaro endureciendo más mi mirada si es posible, la escucho aclararse la garganta y luego la veo secar una lagrima que caía por su mejilla. -Así que si quieres disculparte, te diré enseguida que no pienso..
ESTÁS LEYENDO
Tacto Dulzón
Ficção AdolescenteEn ese momento Geneviève se recriminaba de tantas formas a si misma, no podía lidiar con esto. ¿De qué le había servido ser perfecta toda su vida? ¿De qué le había servido hacer todo como se suponía que debía hacerlo? ¿De qué le había servido sa...