GenevièveFin de semana, que hermosa bendición.
A penas había retomado los estudios y ya me sentía muy cansada mentalmente, la semana se había pasado rápido porque francamente me la pasé encerrada estudiando todo el día y toda la noche con la cabeza sumida en los libros.
Mi psiquiatra no estaría feliz con esto.
El tema de los exámenes me tenía realmente nerviosa dado que estuve bastante tiempo fuera y no quería fracasar, aunque mis madres me hubiesen aclarado en repetidas ocasiones que lo más importante ahora era mi salud no quería decepcionarlas sacando una mala calificación.
Además me servía para no pensar tanto en Ella.
Así que hoy es viernes por la noche y como buena adolescente aburrida no tenía ningún plan para el fin de semana más que estudiar, aunque ahora mismo me encontraba sentada en la sala de nuestra casa viendo Netflix completamente sola.
Un pequeño descanso nunca viene mal.
Mientras que mis hermanas estaban cada una en sus habitaciones y mis madres haciendo su rutina de skin care también en su habitación mientras veían una comedia romántica, desde mi lugar se escuchaban las risas.
-¿Arizona por qué engañaste a Callie? -Lloriqueo tomando un puñado de palomitas y llevándolo a mi boca para callar mi sufrimiento. -Maldita sea, siempre arruinan a las mejores parejas en esta serie.
El timbre interrumpe mi maratón de Greys Anatomy, así que me paro del sofá arrastrando los pies llena de pereza para abrir la puerta, donde al abrirla me encuentro con dos personajes muy sonrientes.
¿Qué hacen aquí Kendall y Collins?
-Hola preciosura, ¿Qué tal estás? -Saluda Collins alzando ambas cejas.
Antes de poder responderle me interrumpe un gran bostezo.
-Quítate la pereza Gigi, ¡Nos vamos de fiestaaaaa! -Dice Kendall mientras Collins siendo más discreto solo asiente frenéticamente.
-Primero, ¿Por qué demonios vienen sin avisarme? -Pregunto sobándome un ojo, a veces odiaba que los guardias los conocieran desde hace años. -Y segundo, ¿Qué les hace creer que quiero salir hoy? -Cuestiono arrastrando las palabras como ebria.
-Primero, ya conozco bien a Ross y le dijimos que estabas enterada de la visita. -Explica Collins evidenciando mis sospechas.
Alzo mis cejas y mi mirada se posa en Kendall.
-Segundo, no era pregunta Gigi, tienes que salir y divertirte, aún te queda bastante juventud por derrochar, sobretodo ahora que volviste de la muerte. -Añade Kendall a la explicación de Collins.
-¡Piensa en los chicos lindos! -Exclama este.
-Sacúdete esa actitud de anciana de 80 años querida, tus 18 te tienen fresca como una lechuga. -Anima Kendall viéndome de arriba a abajo.
Llevo una camiseta de tirantes blanca y unos pantalones de cuadros negros, que cuelgan de mi cadera porque son unas tallas más grande que la mía, mi atuendo usual de encierro.
-Yo diría una lechuga podrida.. -Murmura Collins burlón.
Una risa quiere escapar de mis labios por su sutil comentario, pero la aguanto.
-Me siento insultada, en todo caso, ni siquiera me gustan lo suficiente los hombres por lo que eso no se considera motivación. -Les menciono mientras me hago a un lado para hacerlos pasar. -Adelante, pasen.
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Tacto Dulzón
Novela JuvenilEn ese momento Geneviève se recriminaba de tantas formas a si misma, no podía lidiar con esto. ¿De qué le había servido ser perfecta toda su vida? ¿De qué le había servido hacer todo como se suponía que debía hacerlo? ¿De qué le había servido sa...