Capítulo 32: En la cuerda floja.

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Geneviève

Me remuevo en mi lugar sintiendo un aroma conocido, estoy en una base firme, demasiado como para ser mi cama, también percibo que estoy al aire libre, ya que la brisa acaricia mis piernas y brazos desnudos, aire tibio veraniego.

No siento dolor, ni pena, mis tormentos parecían haberse disuelto, hasta el punto de ser algo inexistente e irrelevante.

Mis ojos se abren con dificultad debido a la luz del exterior, cuando logro adaptar mi vista me siento con lentitud, permitiéndome admirar aquel paisaje impresionante frente a mi, que es el intenso mar azul ondeando pacíficamente y humedeciendo la tibia arena de la orilla, al ponerme de pie siento mis pies descalzos rozando la arena, el tacto es tan suave que parece maicena.

Doy un par de pasos hacia delante buscando el tacto con el agua, arrastrando el ligero vestido blanco que llevo puesto.

Parezco una princesa.

El agua llega hacia mis pies, mojando además la parte baja del vestido, provocándome risa y frío, mi risa hace un profundo eco en mi cabeza, hasta que se mezcla con otra risa que conozco demasiado bien.

Me giro despacio, temiendo y a la vez deseando que mi imaginación no esté jugando conmigo.

El verde me envuelve en un recuerdo y una vaga lagrima resbala por mi mejilla debido a la nostalgia.

Quiero moverme, correr hacia el y abrazarlo, pero estoy estática en mi lugar, viéndolo fijamente como si fuera una ilusión mía y no una realidad.

-Bonjour petite soeur.

De nuevo su voz se escucha como un eco en mi cabeza que me hace cerrar los ojos escasos segundos y por fin mis piernas responden, comienzo caminando con lentitud pero mi paso escala hasta correr tan rápido como puedo, sus brazos se abren y me reciben cuando llego a el, ambos caemos en la arena tibia, combinando nuestras risas y lágrimas.

-Lucien, mon doux garçon.

Cuando me separo de él toco su rostro y su cabello atónita, no es producto de mi imaginación.

Estoy con el, es real.

-Soy yo soeur, aquí estoy. -Dice en un susurro, vuelvo a abrazarlo y mis lágrimas caen, me invaden los sentimientos de felicidad y tristeza.

El torbellino de emociones me domina, predominando la euforia, tengo tantas preguntas ahora mismo que me siento abrumada, pero un pensamiento específico me golpea y a la vez me llena de dudas.

-¿Estoy muerta Lu? -Le pregunto apartándome de el y cubriendo mi boca con sorpresa, el parece sorprenderse también. -¿Cómo es que llegué aquí?

-No, no, claro que no estás muerta Gen. -Dice sonriendo confundido. -Llegaste aquí porque eso es lo que querías, estás conmigo ahora.

-Si, digo no.. agh, no lo sé, y-yo.. pensé que jamás volvería a verte. -Confieso a la vez que rasco mi nuca, el ríe nuevamente, extrañaba tanto oírlo reír. -Te extrañé tanto Lu.

-Yo también te extrañé Gen.. -Responde abrazándome con un solo brazo, el sol se está poniendo y el cielo está teñido de tonos rosas, es una hermosa vista. -Es una linda vista, ¿No lo crees?

-Definitivamente lo es. -Contesto embelesada, el momento es tan perfecto que parece un sueño.

El baja la mirada unos segundos luciendo apenado y con su mano libre toma mi brazo, pasa sus dedos superficialmente por mis numerosas cicatrices para luego fijar sus ojos en mi, yo la aparto avergonzada de lo que hice.

Tacto Dulzón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora