TRENTA QUINCO

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Narra Sabrina.

Mi espalda da corta el lava manos una y otra vez mientras me embiste. Aferro mis uñas a sus bíceps.

— mm...— muerdo mi labio y lo
miro— vamos a llegar tarde...— murmuro—

— me gusta ser el centro de atención— besa mi cuello y baja a mis senos succionando—

Da su último embestida para llenarme y ducharnos.

Saco el vestido y me lo coloco después de maquillarme. Maquillo los chupones que sobre salen de mis pecho.

—me gusta...— escucho su murmullo a mis espaldas —

Una de sus manos viaja por mi vientre subiendo por mis senos y se detiene en mi cuello agarrándolo con un poco de rudeza.

— tú me encantas— chupa mi cuello—

— Hossler!— lo empujo viendo en el espejo el chupetón que me a dejado—  Maldición! —

Ríe relamiendo sus labios.

— no lo tapes... no dije nada con los de los senos, pero ese déjalo. —

— ¿Dejarlo? Que vergüenza, no. — agarro el corrector para cubrirlo, pero me lo arrebata—

— Dije que no. En esa fiesta tienen que saber que tienes dueño.—

—no empieces con tu lado posesivo, tengamos una noche de paz ¿si?— bajo mis manos por su pecho—

— mis únicas noches de paz son cuando brincas sobre mi — sonríe sobre mi rostro—

— eres tan romántico... — digo con sarcasmo—

Devora mis labios.

— Ese maldito vestido costó 3,500 dólares, muñeca. ¿Como me lo pagarás?—

—te los devolveré. Solo dame un tiempo— Lo beso — vamos una hora tarde—

— ¿me ves apurado?— sonreímos. —

•••

Aferra su mano a mi cintura entrando a la gran mansión. Por suerte nadie nos pone tanta atención como Alexander y una mujer pelirroja que lo acompaña.

Luego de unos largos minutos llegó otra pareja.

— ahora que estamos todos, pasen al jardín por favor— habló un hombre—

Me senté alado de Addison quien está sentada alado de la mujer.
Addison acomoda mi cabello hacia delante tapando del chupetón. Alexander mira mi cuello y su mirada se oscurece.

— ¿por que no te tapaste eso? Ya mismo le sale humo por las orejas, así no va a funcionar el plan— murmura—

— traté, pero no pude— le doy un mordisco a mi carne—

La cena pasa rápido. Agarro una copa  haciéndole creer a la mujer que tengo delante que la escucho.

— ¿así que.... sales con Hossler?— 

No puedo mencionar nada que me relacione con Bryce ni Jaden.

— No, el solo se ofreció a traerme ya que no soy de aquí— sonrío—

— pensé lo mismo! — alza la voz otra— Hossler no es el típico hombre de una sola mujer— todas asienten—

— ¿entonces supongo que es por Volkov que estás aquí?— habla la pelirroja—

— no exactamente. Vengo por negocios también—

— ¿una mujer manejando negocios?— habla una morena con acento francés — mi marido me mataría si me entrometo en sus negocios—

— por algo no tengo marido— habla una asiática a mi lado— siempre tratan de manipularte y decirte que hacer—

— ni me agrada la libertad que tienen para vestirte provocativas ¿no sienten que incomodan a las personas?— dice la morena que viste con una falta bajo rodilla y la camisa es manga larga y un ligero escote—

— ¿a que se refiere?— Frunzo el ceño a no entender— ¿por que las personas deberían sentirse incómoda?—

— Por la manera en que se visten, provocan a los hombres— cruza las piernas— a nuestros esposo...—

Dios... no puedo creer lo que estoy escuchando.
Miro a la asiática quien trata de no reír.

Le sonrío.

— Si a su esposo le da con mirarnos es  su problema, no el nuestros.— hablo—

— mi escote no dice "mírame" o "tócame". Así que evite su comentario— habla la asiática—

— Sabrina...— su acento ruso se escucha— acompáñame, por favor—

— ¿No puede ser más tarde? Estoy teniendo una encantadora conversación.— evito mirarlo—

— es sobre el cargamento... alguien quizo sabotearlo— ladea su cabeza—

Respiro hondo y me levanto.
Caminamos escaleras arriba. Entramos a su despacho y cierra la puerta con cerrojo detrás de él.

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