Mi pequeña obsesión

VENTI QUATTRO

Capítulo 24:

Narra Sabrina.

Entro a la estación de autobús con la respiración agitada. Busco a Addison con la mirada hasta que la encuentro.

— Pensé que no llegarías— dijo agarrando su mochila.

— Por poco no lo hago ya que tuve un pequeño inconveniente— sonrío nerviosa.

30 minutos antes

Toco la puerta del despacho de Jaden para escuchar un "Adelante". Abro la puerta y la cierro con cerrojo. Noto que no despega la mirada del computador. No a hablado conmigo desde el viernes cuando me escapé al antro.

Ya es miércoles.

— Hossler...— camino hasta el.

— ¿Qué sucede?— no me mira.

Le doy la vuelta al escritorio quedando aún lado de el y separo mis piernas.

— Hossler...— repetí, pero me ignoró.

Lo empujé pegando su espada al espaldar de la silla y subí a su regazo. Agarré sus manos y las posé en mi trasero para moverme en círculos.

— Dente...—Agarró mis caderas evitando que las siga moviendo.

Me observa completamente serio y yo jadeo al sentir algo duro que roza mi intimidad para sonreí satisfecha.Me muevo como puedo sintiendo como su miembro palpita. De un segundo al otro me estampa contra el escritorio quedando mi trasero entremedio del escritorio y su miembro ya erecto.

— ¿Qué intentas hacer? — murmura entre dientes.

— Nada...

Paso mis manos por su abdomen hasta llegar a su miembro agarrándolo y apretándolo un poco. Abro más mis piernas dejando a la vista mis bragas empapadas. Las mira pero no hace nada.
Lo empujo nuevamente a la silla sacando la correa y bajando el zíper, para agarrarlo con mis manos. Al sacarlo sale disparado quedando perfectamente erecto.

Chupo la punta para meterlo completo en mi boca y el gruñe. Sigo moviendo mi cabeza hasta que siento como agarra mi cabeza y la hecha para atrás.

— ¿Qué intentas hacer, la mía bambolea? — aprieta el agarre de mi cabello.

"Mi muñeca"

Me encanta cuando habla en italiano su voz es mucho más ronca.

Me levanto hasta llegar a su rostro.

— Ponerte duro...tan duro hasta que te duela— lo agarro viendo como este hace una mueca— y...— quito su agarre de mi cabellera con brusquedad— largarme...

Camino hasta la puerta.

— La Venganza es dulce, amore mío— chupé mis dedos llenos de su pre-semen.

Presente

— Ni voy a preguntar... ¿conseguiste las llaves?— asiento.

Antes de salir agarre las llaves que se encontraban el escritorio. El estaba tan concentrado en matándome con la mirada, que no vio nada.

— Bien... hay que irnos— Agarra las llaves y comienza a caminar.

La sigo hasta la salida donde se encuentra el autobús que nos llevará a Miami, Florida.