QUINDICI

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Narra Sabrina

La luz que entra por las ventanas comienza a molestarme. Abro mis ojos notando que estoy desnuda y estoy sola. Me levanto sintiendo un ligero dolor en mi entrepierna. Camine hasta el baño y veo en el lava manos hay una nota.

-Muñeca, regresaré tarde. Mis empleados te tratarán bien, en el caso que no sea así, me encargaré de resolverlo.
Att:J•H

¿Empleados?
Dios... en que me metí.

Después de una relajante ducha, me coloqué unos short junto una camiseta que habían en el clóset. Salgo de la habitación y bajo las escaleras en búsqueda la salida hasta que la encuentro. Camino hasta ella, pero una voz me detuvo.

— ¿Señorita Sabrina?— escucho una voz masculina a mis espaldas.

Doy un suspiro y volteo.

Un hombre alto de tez blanca de cabello castaño y ojos verde aceituna. Este hombre es demasiado atractivo.

— Soy Aurelio, sígame por favor...— dijo.

Su tono era serio, un poco parecido a el de Hossler. Asentí y lo seguí llevándome a la cocina.

— El capo dijo que la llevara a comprar ropa. Desayune y salimos— Fue lo único que dijo para salir y dejarme sola en la enorme cocina.

•••

Entramos a varias tiendas hasta conseguir todo lo necesario.

— ¿Desea comer algo señorita?—preguntó.

— Llámame solo Sabrina ¿si?— Dejó en claro y el asiente.— Un fast food cualquiera.

Se detuvo en un Mac Donald y pidió por mi. Al entrar por el gran portón pude notar algunos autos.

— ¿Tú jefe tiene reunión hoy?

—A mi no me informaron nada — Se estacionó.
Salió, rodeó el auto hasta llegar a mi puerta abriéndola. Agarró todos los paquetes ya que no eran muchos.

Al entrar lo que nos reciben son gritos masculinos

— Necesito verla! Tienes que alejarte de ella, te lo advertí.

— Te dije no! — Se escuchó la voz furiosa de Hossler

— Tu no puedes estar con ella, no pertenece a esta mundo.— cada vez que me acercaba la voz se me hacía más conocida.

Llegue hasta una puerta donde definitivamente están Jaden y el otro hombre. La puerta está entre abierta y aprovechó para dar un pequeño empujón haciendo que esta se abra por completo.

Como dicen "La curiosidad mató al gato"

Jaden al notar mi presencia se quedó en silencio haciendo que el otro hombre se voltee dejando ver quien era.

Mi hermano.

Bueno, no se si se le llama así a alguien que se largó sin ningún propósito.

— Brina...— dijo.

Está demasiado cambiado.

Más fuerte, tatuajes que no estaban antes. El cabello más largo y claro. Caminó hasta mi y lo primero que pensé fue en abofetearlo.

— Brina... escúchame por favor— tocó su mejilla.

— Deja de decirme así, Bryce— dijo aguantando las lágrimas.

— Brina... me fui por una razón. Quería que tú y mamá tuvieran una mejor vida — Se acercó a mi tratando de agarra mi mano.

Giré mi cabeza.

— Pasaron cinco años. Bryce! CINCO!

— Los dejare solos para que hablen— escuche la voz de Hossler—

— No, no hay nada de que hablar. No pienso hablar con un cobarde que solo piensa en sí
mismo.

Salí de ahí aún con las lágrimas en los ojos y corrí hasta la habitación y me lancé en la cama donde rompí a llorar. Mi mamá y yo lo habías dado por muerto y resuelta que está bien, muy bien, excelente de hecho.














Narra Jaden

— ¡Te dije que no te metieras con ella!

— ¿Por qué? ¿Tiene miedo que le haga algo? Vamos, hombre!

—Tenemos demasiados enemigos, Hossler. Todo querrán venir por ella.

— Tengo muchas seguridad, hombres de mi confianza máxima. Alguien la toca y queda tieso— dije seguro de mi respuesta—

— Deja que regrese con mi mamá. Aún nadie sabe su rostro. Además, ustedes no tienes ninguna relación — tomó de su trago.

Se me escapó una carcajada.

— Oh no, te voy a matar cabrón! Mi hermana no va a ser otra de tus juguetes sexuales.

— No es mi juguete sexual, después de todo pienso quedármela.

— Tampoco es un objeto.

— No de esa manera. Pienso hacerla mi esposa— di una calzada.

— Estas loco! No voy a dejar que te cases con mi hermana ¿Acaso sabe lo que eres?

— Me importa un carajo si te parece o no y lo sabe, tuve que matar a unos tipos que mandó Kamil.

Maldijo en voz baja.

— Me gusta — restregué mi rostro.

— Te gusta y no cualquier mujer, mi hermana menor. Te tenía que gustar mi hermana menor ¿Me estás jodiendo?

— NO! No lo estoy haciendo, te estoy diciendo la verdad.

— No me jodas! — se recostó en uno de los muebles— Harás que la maten cabrón, y si eso llega a pasar, te juro que te mato yo mismo...

Mi pequeña obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora