QUARANTADUE

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Capítulo 42:

Maratón 6/7

Narra Jaden

Me trago la pastilla para el dolor de cabeza ya que no e podido dormir. Se que está en donde Addison se está quedando, esta equivocada si piensa que puede escapar de mi. Bastante tiempo me tomó acercarme a ella como para dejarla ir así.

Le daré un tiempo para que piense que la dejé ir y luego pum aparezco y la traigo de nuevo conmigo.

Trato de sacarla de mis pensamientos y concentrarme en la conversación delante de mi. Bueno, concentrarme en no matar al ruso que tengo a un costado. Hizo una jugada sucia al intentar quitarme a Sabrina.

— ¿Hossler, estas bien? — me habla Bryce cuando tenso la mandíbula conteniéndome.

— Si, solo tengo un poco de dolor de cabeza, pero con la pastilla se me pasará.

— Bien, como iba diciendo. El cargamento que partirá mañana a Rusia sale a las 2 de la madrugada. Poco personal y la marea va a estar tranquila.

— Bien, me gusta. — habla el ruso y mira a su alrededor buscando algo.

— ¿Buscas o necesitas algo?— Suelto.

— Si, a Sabrina.

— Sabrina se largó hace unas semanas con Addison y no contesta mis llamadas ni mensajes. — Habla Bryce.

— Oh. Escuché que su madre murió. — habla el muy cabrón como si no supiera.

— Así es. Asesinaron a mi madre y voy a encontrar a quien lo hizo y me vengaré. — Bryce aprieta los puños y se levanta. — Eso es todo, esperemos que el cargamento llegue bien a Rusia.

El Ruso se larga y Bryce no tarda en hablar.— Tienes que matar a ese puto ruso, no me importa como lo hagas, solo... desaparécelo.

— No es tan fácil, el cabrón es muy importante y por algo estúpido que le suceda toda Rusia estará alerta.

Suspira frustrado. — Al menos dime que encontraste donde se está quedando Addison...

Asiento. — En unos apartamentos en Miami. Piso 8, puerta 812.

— Bien. Vayamos esta noche antes de que el las encuentre.

Narra Sabrina

La risa de Addison se escucha hasta la sala, lleva más de media hora riéndose. Recogí toda la cocina después de la cena, me siendo como una esclava nuevamente.

Tocan la puerta del apartamento, me acerco y miro por el agüero mirando a un repartidor. Abro la puerta lentamente viendo como tienen una ramo de rosas enorme.

— ¿Sabrina? — Pregunta y yo asiento. — Esto es para usted.

Deja las rosas en la entrada y me da para firmar en un papel. Lo hago y se va dejándome confundida, entro con el ramo y lo coloco encima de la mesa. Busco si tiene una tarjeta, pero no hay ninguna. La puerta de la habitación se abre y apenas ve el enorme ramo de pone pálida.

— ¿Quién envió eso?

— No lo sé, no tiene tarjeta.

Se acerca para inspeccionar el ramo completo. Luego veo como empieza a recoger un par de cosas.

—¿Qué haces?

— Vámonos, esto no me pinta bien y es mejor prevenir que lamentar.

Asiento, agarramos lo necesario y cuando abro la puerta me choco con un pecho grande, subo la mirada dando un paso hacia atrás al ver quien es.

Addison me agarra y trata de cerrar la puerta, pero su brazo lo impide abriéndola por completo.

— Lárgate, Alexander! — Addison agarra un jarrón y le apunta con este.

— Tranquila, Addison. Vengo con calma, no hagamos esto difícil. — su mirada se fija en mi y la mía se oscurece.

Agarro la lámpara arrancándola de la pared, prefiero pagar una lámpara a que un imbécil me secuestre. Agradezco que Hossler me enseñara un poco de defensa personal.

Se ríe para levantar las mangas de su camisa y se pone en posición. Es el primero en atacar agarrando a Addison quien le rompe el jarrón en la cabeza, pero ni si quiera se inmuta llevándosela contra la pared.

Suelto la lámpara yéndome hacia el, subo a su espalda y enrollo mi brazo en su cuello, tipo película, y aprieto con todas mis fuerzas haciendo que tambalee y suelte a Addison.

Da vueltas tratando de agarrarme, hecha su torso hacia delante, logra agarrar mi brazo para lanzarme contra el piso dejándome aturdida y con falta de aire. Me agarra del cabello y me hace mirarlo.

— ¡Suficiente!— gruñe— no vine a esto, vine a llevarte conmigo.

— No me voy a ir a ningún lado... — veo como Addison se levanta sin que Alexander se dé cuenta y agarra la lámpara que había arrancado anteriormente. — ¿Qué es lo que quieres tanto de mi? Solo soy una mujer común.

— No... eres adición, una maldición andante que obsesiona a todo el que te mira, lo enredas de una manera...

Addison le revienta la lámpara en la cabeza dejándolo inconsciente. Me levanto con la respiración agitada y abrazo a Addison. Lo miramos en el suelo una última vez para salir por la puerta, pero no damos ni un paso fuera cuando chocamos con un par de pechos reconocibles.

Genial.

Mi pequeña obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora