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🏯Pequeño Palacio, Os Alta, Ravka Oriental🏯
Pov Alina
La mañana siguiente no fue tan mala como me esperaba. Zoya ya se encontraba en la sala abovedada cuando yo entré. Estaba sola al final de la mesa de los Invocadores, desayunando en silencio.
No levantó la mirada cuando Marie y Nadia me saludaron, y yo también hice lo que pude por ignorarla.
Saboreé cada paso que me llevaba hasta el lago. El sol brillaba, notaba el aire frío en mis mejillas, y no tenía ganas de entrar en la sofocante casita sin ventanas de Baghra. Pero, cuando subí los escalones hasta su puerta, oí voces alzadas.
Dudé, y después llamé a la puerta con suavidad. Las voces se silenciaron abruptamente y, tras un momento, abrí la puerta y eché un vistazo al interior. El Oscuro estaba junto a la estufa de azulejos de Baghra, con rostro furioso mientras Katya parecía mediar entre ambos.
—Lo siento —dije, y comencé a salir por la puerta.
—Entra, niña —soltó Baghra—. No dejes que se vaya el calor.
Cuando entré y cerré la puerta, el Oscuro me saludó inclinándose levemente. Katya trato de sonreír
—¿Cómo estás, Alina?.—me pregunto la princesa , tratando que la tensión se esfumara
—Bien —logré decir.
—¡Bien! —se carcajeó Baghra—. ¡Que está bien! No puede iluminar ni un pasillo, pero está bien.
Hice una mueca, deseando que la tierra me tragara.
—Déjala en paz —dijo el Oscuro para mi sorpresa. Los ojos de Baghra se estrecharon.
—Eso te gustaría, ¿verdad?
El Oscuro suspiró y se pasó las manos por su pelo negro, exasperado. Cuando me miró, tenía una sonrisa triste en los labios y el pelo revuelto.—Baghra tiene su propia manera de hacer las cosas.
—¡No seas condescendiente conmigo, chico! —replicó ella, y su voz restalló como un látigo.
Para mi sorpresa, el Oscuro se irguió más y después frunció el ceño, como si se estuviera controlando.
—No me reprendas, anciana —dijo con voz baja y peligrosa.
Una furiosa energía atravesó la habitación. ¿En dónde me había metido? Pensé en escabullirme por la puerta y dejar que terminaran la discusión que había interrumpido, pero Baghra volvió a hablar.
—El chico está pensando en conseguirte un amplificador. ¿Qué piensas tú de eso, niña?
Era tan extraño que llamaran «chico» al Oscuro que me costó un momento entender lo que quería decir. Pero, cuando lo hice, me invadieron la esperanza y el alivio. ¿Un amplificador? ¿Por qué no había pensado antes en ello? ¿Por qué no habían pensado antes en ello? Baghra y el Oscuro eran capaces de ayudarme a invocar mi poder porque eran amplificadores humanos, así que, ¿por qué no tener un amplificador propio, como las uñas de oso de Iván, o el colmillo de foca que había visto colgando del cuello de Marie?