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🏯Pequeño Palacio, Os Alta, Ravka Oriental🏯
Pov Alina
Soñé que estaba de nuevo en Keramzin, deslizándome por los oscuros pasillos con calcetines en los pies, tratando de encontrar a Mal. Podía oírlo llamándome, pero su voz no parecía acercarse nunca. Finalmente llegué hasta el piso superior, a la puerta de la antigua habitación azul donde nos gustaba sentarnos en la ventana para mirar nuestro prado. Oí que Mal reía.
Abrí la puerta de golpe... y grité. Había sangre por todas partes. El volcra estaba en la ventana y, mientras se giraba hacia mí y abría sus enormes mandíbulas, vi que tenía unos ojos grises de cuarzo.
Desperté de golpe, con el corazón palpitándome con fuerza, y miré a mi alrededor aterrorizada. Por un momento no pude recordar dónde estaba, y después gruñí y volví a dejarme caer sobre las almohadas. Estaba empezando a quedarme dormida de nuevo cuando alguien comenzó a llamar a la puerta.
—Lárgate —murmuré desde debajo de las sábanas, pero el golpeteo sonó con más fuerza. Me senté, sintiendo que mi cuerpo entero chillaba rebelándose. Me dolía la cabeza, y cuando traté de ponerme en pie mis piernas no querían cooperar—. ¡De acuerdo! ¡Ya voy! —grité, y el golpeteo se detuvo. Fui hasta la puerta dando traspiés y moví la mano hacia el cerrojo, pero entonces dudé—. ¿Quién es?
—No tengo tiempo para esto —soltó una voz femenina al otro lado de la puerta—. Abre. ¡Ahora!
Me encogí de hombros. Que me mataran, me secuestraran o lo que quisieran. Mientras no tuviera que montar a caballo o subir escaleras, no me quejaría.
Apenas había quitado el cerrojo cuando la puerta se abrió de golpe y entró una chica alta, inspeccionando la habitación y después a mí con ojo crítico.
Su cabello ondulado era de un caoba intenso, sus ojos grandes y dorados; y su piel tan suave e inmaculada que parecía que sus perfectos pómulos hubieran sido tallados en mármol.
Llevaba una kefta de color crema bordada en oro y decorada con el pelaje rojizo de un zorro . —Por todos los Santos —dijo, recorriéndome con la mirada—. ¿Te has bañado alguna vez? ¿Qué le ha pasado a tu cara?
Enrojecí violentamente y mi mano voló hasta el moratón en mi mejilla.
Desde que había dejado el campamento no me había bañado o cepillado el pelo. Estaba cubierta de suciedad, sangre y olor a caballo.
—Yo...
Pero la chica ya estaba gritando órdenes a las sirvientas que la habían seguido a la habitación.
—Preparen un baño, que sea caliente. Necesitaré mi equipo y quítenle esas ropas.—ordeno sentándose en un banco cerca de la tina—Me llamo Genya. En menos de una hora serás presentada ante el Rey, y mi trabajo es hacer que tengas un aspecto decente.