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🏯Pequeño Palacio, Os Alta, Ravka Oriental🏯
Pov Katya
La sábana que la cubría estaba tibia y la almohada bajo su cabeza era bastante cómoda como una de las suyas. Había una silla vacía junto a la cama y varios puntos luminosos indicaban las velas que aún no se habían apagado. Katya había estado en ese sitio antes, el cual no era su cuarto sino el de alguien más. Específicamente, el de la persona que contemplaba la noche por una de las ventanas, la única que no era cubierta por densas cortinas de sombras.
¿Qué hacía allí?
Un quejido involuntario se escapó de sus labios apenas atinó a sentarse y destaparse. Katya tocó el lugar donde Odette la había apuñalado sin notar ni un rastro de su herida, pero eso no la liberaba del posterior dolor y las consecuencias de la pérdida de sangre.
—Kat, al fin.
Antes de poder apartarse de su agarre, la princesa se encontró con las manos del Darkling en sus brazos, manteniéndola en la cama con la delicadeza de alguien que trata con una estatua de cristal. Sus ojos se cruzaron y sintió que su cabeza explotaría por los gritos desesperados que se repetían una y otra y otra vez. Su nombre con la voz del Darkling, sin parar de sonar para que nunca se lo olvidara.
—Solo pasaron unas horas, son las dos de la mañana.
Acepté acomodándome mejor en la cama Aleksander había apartado la silla del medio para sentarse en la cama frente a mi, con su espalda casi rozando sus piernas. Las velas no eran las suficientes como para iluminar la falta de incomodidad de ambos, en especial la mía.
—Se llevaron tu daga con la que te apuñalaron—informó—Zoya me alertó de tu ausencia, por lo que fui a buscarte... Fue una suerte que siguieras viva, Ania dijo que un segundo más tarde y...
Hubiera estado muerta, deseaba haberlo estado... aún recodaba sentir que mis ojos se cerraban contra mi voluntad. Podía sentir la perdía temperatura en mi piel, la sangre se escapaba de la herida. Lo que tampoco había pasado desapercibido fue la repentina aparición del el, por entre las tinieblas que amenazaban con llevarme. Pero el me salvo de nuevo.
"Espera o juro por los santos que donde quiera que vayas te buscaré y no me importará cuánto me odies, te traeré de vuelta conmigo a este mundo."
—¿Y después qué pasó? —pregunté
—El resto de su grupo de rufianes escapó con la Invocadora del Sol.
—¿Secuestraron a Alina?
—Ese era su plan desde el principio —explicó cerrando sus puños entre las mangas de su kefta.
—¿El Conductor estuvo aquí?
Ese nombre no era nada nuevo para Katya. Conocía a la perfección al hombre que ayudaba a los grishas desertores a escapar de Ravka Oriental con su misteriosa forma de cruzar la Sombra.
—No solo estuvo aquí. Al parecer se había aliado con Zlatan, traicionando a los ladrones para obtener más dinero, y en lugar de secuestrar a Alina su intención era matarla. Mató a Marie y casi mata a Genya, pero lograron atraparlo antes de que se escaparan.
—¿Dónde están? —quiso saber, dispuesta a levantarse ya mismo de la cama para matarlos.
—Muerto —contestó Kirigan con las sombras de su ira cubriendo sus espaldas—. Luego del interrogatorio que llevé a cabo con Ivan y Zoya lo maté apenas dio a entender que no tenía más información que darme.
—¿Y los ladrones? —inquirió
—Lo dejaron a su suerte, seguro se enteraron de su traición y se fueron con Alina.
—¿Odette está aquí?
—La atraparon unos kilómetros fuera del Palacio.—asintió a lo dicho por el Genera, ella quería venganza.
Esquivo sus manos y se puso de pie, sosteniéndose de los postes de la cama para no perder el equilibrio. Los mareos pasarían rápido apenas se pusiera en acción, poco le importaba que fueran las dos de la mañana.
Levantaría a los guardias de marcharían apenas estuviera lista aunque afuera aún reinara la luna. No permitió que la tristeza por la muerte de Marie la afectara.
—Tienes que descansar, Katya. Ania dijo que tardarás unas horas en recuperarte del todo.
—Me subestima, porque ya estoy recuperada —mintió, y buscó una kefta para ponérsela sobre el camisón por el que habían reemplazado su arruinado su vestido—. Tenemos cosas que hacer.
—Y las haremos, mañana, luego de que te hayas recuperado de verdad —insistió el Darkling, tratando de que volviera a recostarme.
—Estoy bien, nunca estuve mejor.—murmuré
—Katya , como tu General...
—¡No uses tu puesto conmigo! —grite,sentía como la sangre me hervía—. Esta noche no puedo. Verdaderamente no puedo, así que déjame hacer lo que tengo que hacer.
Katya caminó decidida hacia la puerta solo para ser detenida por el Darkling junto a su ordenado escritorio. Trató de soltarse de su brazo y estuvo al borde de usar la Pequeña Ciencia si él no lo hubiera anticipado, agarrándola del otro para inmovilizar sus manos y evitar posibles ataques.
—Déjame.—sentencie firme.
—No —se negó, con sus ojos grises—. Si no aceptas mis palabras como tu General, acéptalas de alguien que se preocupa por ti. Ahora mismo no estás en condiciones de salir, perdiste mucha sangre y sé que no te estás bien. Si quieres puedo acompañarte a tu habitación para que descanses, planearemos todo por la mañana.
—No pienso esperar.
—¿Por qué?
—¡¿Qué te importa?! —exclamó Katya, harta, queriendo soltarse, marcharse, hacer oídos sordos a lo que fuera que él dijera
—¡Me importas tú!. Trátame de mentiroso o de sentimental. Tómame como un manipulador o como un idiota por revelarte de frente lo que siempre te he demostrado con mis actos.
Falta de palabras para frenarlo, con sus cuerdas vocales tensas y negándose a cooperar, Kat negó con la cabeza buscando una forma de escapar de esto. Se dio cuenta que era ahora o nunca, el Darkling la había visto al borde de la muerte y no permitiría que se fuera de su vida.
Katya estaba viva solo porque el destino quería reclamar su muerte más tarde y él no iba a permitir que eso ocurriera sin que supiera todo.
—Kat, por los Santos, te he salvado de la muerte muchas veces sin importar cuál sea tu opinión al respecto —pronunció en susurros, observando rostro y sus tormentosos ojos azules— ¿Por qué crees que cuando te hallé en el suelo, desangrándote, muriéndote, no me atreví a soltarte hasta que supe que vivirías? ¿Por qué crees que te traje aquí para tenerte cerca en caso de que te ocurriera algo?
—¿Porque me amas?—pregunte burlonamente
El Darkling sonrió como si hubiera esperado la respuesta.
—Lo hago—admitió—Tenemos la misma debilidad, porque nos queremos el uno al otro. Pero será una fortaleza si nos mantenemos juntos en esto que haremos.
Eso Katya lo habían comprobado cada vez que se mantenían juntos ya sea en una misión o en una reunión. Juntos podrían arrasar con el mundo si así lo quisieran.