Pov AlinaMientras desaparecían el terror y la emoción de la batalla, me di cuenta de que estaba empapada. Mis dientes comenzaron a castañear. Mal me rodeó con el brazo, y en algún momento uno de los tripulantes nos puso una manta por encima y le entregó otra a Katya, que se encontraba demasiado cerca de nosotros.
Finalmente, Sturmhond ordenó que recogieran las velas y detuvieran el barco.
Los Vendavales y los Agitamareas bajaron los brazos y se desplomaron los unos sobre los otros, completamente agotados. El poder había dejado sus rostros iluminados y sus ojos brillantes.
La goleta ralentizó el ritmo hasta quedarse balanceándose suavemente en lo que de pronto parecía un silencio abrumador.
—Mantengan la guardia —ordenó Sturmhond, y Privyet envió a un soldado con un catalejo al obenque. Mal y yo nos pusimos en pie con lentitud.
Después Sturmhond fue hacia nosotros a zancadas, sacando un puñal del cinto. Levanté la mano y Mal se puso delante de mí, apuntándolo en el pecho con el rifle, Katya movió la mano con desdén. Al instante oí el sonido de las espadas y las pistolas amartillándose cuando la tripulación a nuestro alrededor sacó sus armas.
—Tranquilo, Oretsev —dijo Sturmhond, caminando más despacio—. Me ha costado mucho traeros a mi barco. Sería una pena llenarlos de agujeros ahora. —Le dio la vuelta al puñal y me ofreció el mango—. Esto es para la bestia.
Siguiendo las órdenes un grupo de marineros se inclinó por la barandilla de estribor para coger una compleja red de cuerdas. Tiraron con esfuerzo, y levantaron lentamente el cuerpo del azote marino por el lateral de la goleta. Cayó sobre la cubierta con un golpe sordo, todavía forcejeando débilmente en los confines plateados de la red. Se movió violentamente, dando enormes dentelladas. Todos saltamos hacia atrás.
—Según tengo entendido, tienes que ser tú —dijo Sturmhond, tendiéndome nuevamente el cuchillo. Miré al corsario, preguntándome cuánto sabría de los amplificadores, y de ese amplificador en particular—. Vamos. Tenemos que seguir moviéndonos. El barco del Oscuro está inutilizado, pero no será por mucho tiempo.
—No tienes ni idea en lo que te haz metido Sturmhond.—Katya avanzó para encararlo, me sorprendió su negativa para matar al azote marino pues ese era el plan del Oscuro.
Él le sonrió encantado
—¿Y tú si?.—la princesa guardo silencio, Sturmhond volteo hacia sus hombres.— Llévenla a mi camarote
—Tócame y te prometo que será lo último que hagas— les advirtió y avanzó por tu cuenta
Miré al azote marino. Estaba tirado sobre la cubierta, retorciéndose, con el aire atravesando sus agallas, los ojos rojos nublados, pero todavía lleno de ira. Recordé la mirada oscura y firme del ciervo, el pánico silencioso de sus últimos momentos. El ciervo había vivido tanto tiempo en mi imaginación que cuando finalmente salió de entre los árboles al claro nevado, casi me había resultado familiar, conocido. El azote marino me resultaba desconocido, más mito que realidad, a pesar de la triste y sólida certeza de su cuerpo herido.
—De cualquier modo, no sobrevivirá —dijo el corsario.
Cogí el mango del puñal. Me pesaba en la mano. ¿Es esto misericordia? Desde luego, no era la misma misericordia que le había mostrado al ciervo de Morozova.
Mal avanzó a zancadas.
—Acaba con él, Alina —dijo con voz ronca—. Por todos los Santos.
Me quitó el cuchillo y lo tiró a la cubierta. Me agarró las manos y las cerró sobre uno de los arpones. Con un empujón limpio, lo clavamos hasta el fondo. El azote marino se estremeció y después se quedó quieto, llenando de sangre la cubierta.
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𝓡𝓤𝓛𝓔𝓡
फैनफिक्शन𝑵𝒐 𝒔𝒖𝒃𝒆𝒔𝒕𝒊𝒎𝒆𝒔 𝒆𝒍 𝒆𝒏𝒄𝒂𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅, 𝒊𝒏𝒄𝒍𝒖𝒔𝒐 𝒍𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒎á𝒔 𝒑𝒖𝒓𝒐𝒔 𝒔𝒆 𝒔𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏 𝒑𝒐𝒓 𝒆𝒍𝒍𝒂. 𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘 & 𝑩𝒐𝒏𝒆 . 𝑶𝑪 𝑭𝒆𝒎𝒂𝒍𝒆 🥇 #genyasafin...