𝑺𝒂𝒏𝒌𝒕 𝑵𝒊𝒌𝒐𝒍𝒂𝒊 𝑷𝒂𝒓𝒕 𝒍

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🏯Pequeño Palacio, Os Alta, Ravka Oriental🏯

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🏯Pequeño Palacio, Os Alta, Ravka Oriental🏯

Pov Alina

A medida que el invierno iba llegando a su fin, las conversaciones se fueron centrando en la fiesta del Rey y la Reina en el Gran Palacio. Se esperaba que los Invocadores Grisha hicieran una demostración de sus poderes para entretener a los nobles, y se empleaba mucho tiempo en decidir quién actuaría y qué espectáculo sería el más impresionante.

—No lo llames «actuar» —advirtió Genya—. El Oscuro no lo soporta. Piensa que la fiesta de invierno es una gran pérdida de tiempo para los Grisha.

Pensé que podía tener razón. Los talleres de los Materialki zumbaban día y noche con pedidos desde el palacio de telas, joyas y fuegos artificiales. Los Invocadores pasaban horas en los pabellones de piedra puliendo sus «demostraciones». Dado que Ravka estaba en guerra y lo había estado desde hacía más de un siglo, todo parecía un poco frívolo.

Sin embargo, como yo no había ido a muchas fiestas, me dejaba enredar en las conversaciones sobre sedas, bailes y flores.
Baghra no tenía paciencia conmigo. Si perdía la concentración aunque fuera tan solo un momento, me golpeaba con su bastón y decía: «¿Soñando con bailar con tu príncipe oscuro?».

Yo la ignoraba, pero muchas veces tenía razón. A pesar de todos mis esfuerzos, pensaba en el Oscuro. Había vuelto a desaparecer al igual que Katya y Genya me había contado que se habían ido al norte. Los otros Grisha especulaban que tendría que aparecer en la fiesta de invierno, pero nadie podía estar seguro. Una y otra vez estuve a punto de contarle a Genya lo del beso, pero siempre me detenía justo cuando tenía las palabras en la punta de la lengua.

Estás siendo ridícula, me reprendí severamente. No ha significado nada. Probablemente besará a muchas chicas Grisha. Y, ¿por qué tendría el Oscuro algún interés en ti cuando hay gente como Genya y Zoya por aquí? Pero, si todo eso era cierto, no quería saberlo. Mientras mantuviera la boca cerrada, el beso sería un secreto que compartía con el Oscuro, y quería que siguiera siendo así. Al mismo tiempo, algunos días me costaba toda mi fuerza de voluntad no ponerme de pie en medio del desayuno y gritar que el Oscuro me había besado.

Si Baghra estaba decepcionada conmigo, eso era nada comparado con mi propia decepción. Por mucho que me esforzara, mis limitaciones estaban siendo bastante obvias. Al final de cada lección, no dejaba de oír al Oscuro decir «No es suficiente», y sabía que tenía razón. Él quería destruir el tejido mismo de la Sombra, hacer desaparecer la marea negra del Nocéano, y yo, simplemente, no era lo bastante fuerte para lograrlo. Había leído lo suficiente como para comprender que las cosas eran así. Todos los Grisha tenían poderes limitados, incluido el Oscuro. Pero él había dicho que yo iba a cambiar el mundo, y era difícil aceptar que tal vez no estuviera a la altura.

El Oscuro había desaparecido, pero el Apparat parecía estar en todas partes. Merodeaba por los pasillos y junto al camino que llevaba al lago. Pensaba que tal vez quisiera volver a acorralarme, pero yo no quería escucharlo despotricar sobre la fe y el sufrimiento. Tenía cuidado para que nunca me pillara a solas.

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