𝑺𝒑𝒓𝒂𝒗𝒆𝒅𝒍𝒊𝒗𝒐𝒔𝒕

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Pov Alina

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Pov Alina

El amanecer se cernía sobre Kribirsk mientras Iván me llevaba de vuelta a mi tienda. Me senté en la cama y me quedé mirando la habitación sin verla realmente. Sentía los miembros extrañamente pesados, y tenía la mente en blanco. Seguía allí sentada cuando Genya llegó.

Genya me condujo hasta la silla pintada. Me senté y me quedé quieta mientras ella me arreglaba el pelo, apilándolo sobre mi cabeza en bucles y rizos que aseguraba con broches dorados, para exhibir mejor el collar de Morozova.

Iván me condujo hasta la tienda de los Grisha, donde ocupé mi lugar a la izquierda de el Oscuro. Sabía que mis amigos me estaban observando, susurrando, preguntándose qué iba mal. Probablemente pensaban que estaba nerviosa por entrar en la Sombra. Se equivocaban. No estaba nerviosa ni asustada. Ya no estaba de ningún modo.

Los Grisha nos siguieron en una procesión ordenada todo el camino hasta los puertos secos. Allí, solo unos pocos elegidos tuvieron permitido embarcar en el esquife de arena. Era más grande que ninguno que hubiera visto antes, y estaba equipado con tres enormes velas adornadas con el símbolo del Oscuro. Examiné la multitud de soldados y Grisha sobre el esquife. Sabía que Mal debía de estar a bordo en algún sitio, pero no podía verlo.

Mi sorpresa fue cuando distinguí a la princesa subiendo al esquife decidida. El Oscuro pronto se atravesó en su camino, compartieron un para de palabras y pronto Katya pasó a su lado.

El Oscuro Katya y yo fuimos escoltados hasta la parte frontal del esquife, donde me presentaron a un grupo de hombres elaboradamente vestidos, con barbas rubias y penetrantes ojos azules. Me di cuenta con un sobresalto de que se trataba de embajadores fjerdanos. Junto a ellos, vestidos de seda carmesí, había una delegación proveniente de Shu Han y, a su lado, un grupo de comerciantes de Kerch vestidos con abrigos cortos que tenían unas curiosas mangas con cascabeles. Un enviado del Rey se encontraba junto a ellos con un traje militar completo. Su banda de un azul pálido llevaba un águila doble dorada, cuando vio a la princesa sus ojos se agrandaron de sorpresa pero supo controlarse, los rumores sobre su amorío con el General todavía era un secreto a voces.

El esquife se estremeció y comenzó a deslizarse sobre la hierba hasta la inquietante niebla negra de la Sombra. Tres Invocadores alzaron sus brazos y las grandes velas dieron un chasquido hacia delante, hinchándose con el viento.

El Oscuro miró hacia delante, irradiando confianza y seguridad. El sol parpadeó y comenzó a desaparecer de la vista. Un momento después, estábamos sumidos en la oscuridad.

Fuimos a la deriva por las tinieblas durante un rato, mientras los Vendavales Grisha empujaban los esquifes hacia delante sobre la arena.

Entonces sonó la voz del Oscuro.

—Fuego.

El Oscuro estaba anunciando nuestra ubicación, convocando a los volcra directamente hasta nosotros. No tardaron mucho en contestar, y un temblor me recorrió la columna cuando oí el batido distante de las alas coriáceas.

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