48. Lo Que Cada Uno Ve.

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La maga.

Rosalyn.

–... Mm.

– ¿Averiguaste algo?

El cabello rojo se movió con el viento mientras los ojos del mismo color sólo observaban el bastó bosque.

–... No. No parece haber ningún tipo de hechizo en él. Raon-nim también lo comprobó.

–.... Mm... Entonces... ¿Porque no despierta?

Rosalyn soltó un suspiro y se dio la vuelta.

Su rostro era un desastre.

Estaba pálida, sus labios agrietados y secos, sus ojos con grandes ojeras negras, su cabello no brillaba tanto como antes al igual que sus ojos.

–... No lo se.

–....

Ian soltó un suspiro mientras se daba la vuelta para irse.

– ¿Volverás al palacio?

Se detuvo un momento ante la pregunta y luego asintió.

– Incluso si es mínimo, seguiré buscando ayuda.

–.... Bien.

Ian retomo su camino y se alejó rápidamente, mientras Rosalyn apretaba su puño y se disponía a sacar su dispositivo de comunicación el cual ya había tenido que reemplazar 14 veces.

Siempre terminaba rompiéndose, Rosalyn lo había estado usando sin parar mientras llamaba a todo mago que ha conocido y por el que ha sentido algo de respeto, esperando que alguno... Pudiera darle una pista sobre lo que estaba ocurriendo.



El maestro de espada.

Ian corrió por los árboles, tomó un carruaje y luego avanzó entre pasillos y puertas, hasta entrar en una habitación muy conocida para él.

El príncipe heredero Alberu Crossman ya no se sorprendió cuando vio una sombra apareciendo repentinamente frente a él, había ocurrido tantas veces que ya no causaba ningún tipo de impresión.

Nada más que el malestar de saber que todo seguía igual.

Ian lo miró y aunque demoro un poco, terminó aceptando las galletas y el jugo que el príncipe heredero le ofreció, seguro su hermano estaría tremendamente enojado con el si supiera que no ha comido casi nada.

Alberu miró su apariencia y suspiro al no verse capaz de decirle algo, no es como si él se viera mejor de todos modos.

– Mi tía acaba de traerme nuevas hierbas, tal vez ayude.

Ian dejó de comer de inmediato y tomó la pequeña bolsa con las hierbas, agradeció con una reverencia y luego desapareció tan rápido como había llegado.

Un nuevo ingrediente, algo que podría ayudarlo.

Se la había pasado yendo de un lado a otro consiguiendo ingredientes o cualquier cosa que pudiera llegar a ser útil.

Algo debía funcionar.

Tenía que funcionar.



El príncipe heredero.

Alberu soltó un suspiro cuando vio la sombra desapareciendo una vez más, volviendo a coger su pluma mientras retomaba la escritura de varias cartas que había estado redactando.

¿Será que ahora si podré ser un holgazán?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora