Vi mantenía a Caitlyn entre sus brazos, sentada en la fría madera de aquel puente, permitiéndole llorar mientras la abrazaba y sintiendo ella misma el dolor de lo que Jinx acababa de hacer. Los vigilantes habían matado a sus padres cuando ellas eran niñas y ahora su hermana había condenado a una cuidad entera y, haciéndolo, también había sentenciado a los padres de Caitlyn. Vi no podía perdonarse eso.
Ella había creado a Jinx, ella había alejado a su hermana, ella era el detonante de toda aquella desgracia; y esos pensamientos de culpa se arraigaban conforme veía desde la distancia el azul eléctrico mezclarse con el rojo de la desesperación de aquellos cuyas vidas estaban siendo destrozadas en una gran explosión.
—Lo siento tanto, Pastelito —murmuró, insegura de si Caitlyn le había escuchado. Retiró su otro guantelete y la abrazó más fuerte, sintiendo como los sollozos aumentaban.
—No pudi...mos detenerla —Con la respiración irregular, la voz rota y su cuerpo en temblores descontrolados, las palabras de Caitlyn salieron entrecortadas y bajas. Vi las escuchó únicamente por su cercanía.
—Lo lamento, te fallé —admitió Vi, sintiendo sus propias lágrimas escapar de sus ojos, sus manos afianzando el agarre alrededor del cuerpo de Caitlyn.
—No —negó la peliazul, alejándose un poco de Vi y subiendo sus manos hasta acunar su rostro—. No es tu culpa —se la arregló para hablar, aun cuando su voz quebrada sonaba demasiado baja entre el ruido de destrucción que las alcanzaba pese a la distancia.
—Vamos, necesito curarte —indicó Vi suavemente, no queriendo adentrarse en la cercanía del momento. No en ese preciso instante.
—¿Qué hay de ellos? —preguntó Caitlyn, dirigiendo la mirada hacia Piltover, donde todavía se veían estallidos azules y llamas rojas decorando el horizonte.
—Ahora mismo ir sería un suicidio. Tendremos que esperar a que las explosiones pasen —explicó Vi, mirando a Caitlyn dolorosamente. No era una decisión fácil, pero poco podrían hacer adentrándose en una ciudad que colapsaba por pedazos. Cualquier ayuda tendría que esperar a que la calma llegase—. Vamos, Pastelito.
Con suavidad, Vi se incorporó y ayudó a Caitlyn a ponerse en pie; pero, al ver que la vigilante apenas podía sostenerse apropiadamente, la apoyó contra una de las bases que conformaban las barandillas del puente y caminó hacia sus guanteletes, poniéndoselos y cargándolos hasta la mitad para que aumentaran su fuerza.
—No serán cómodos, pero nos ayudará a ir rápido y seguras —explicó, pidiendo una disculpa por no poder ofrecer nada mejor.
Caitlyn hubiese protestado, si un mareo intenso no se hubiese apoderado de su golpeado y débil cuerpo, haciéndola perder el equilibro y desvaneciéndose contra los brazos de Vi. No dijeron más nada y Vi se limitó a cargarla, iniciando el camino hacia el burdel. El único lugar que conocía que se encontraba cerca y donde tendría una amiga que le permitiría alojarse para cuidar de Caitlyn.
No podía ir donde las luciérnagas, quedaba demasiado lejos y necesitaban refugiarse ya. Jinx no se veía por ninguna parte y Vi realmente deseaba que permaneciera así por el momento, pero corrían el riesgo de que apareciera.
Sin pensarlo demasiado, forzó su cuerpo a correr tanto como podía, sus músculos resintiendo el sobresfuerzo, sus pulmones ardiendo ante cada respiración, sus brazos temblando por el peso extra; pero su determinación y, sobre todo, su miedo de que algo malo le pasase a Caitlyn, superaban todo eso.
Un suspiro agradecido salió de su boca cuando vio la puerta del burdel, tocando con uno de los dedos del guantelete y mirado directamente al ojo del guardia cuando este abrió la ventanilla para ver quién era. La puerta fue abierta y ella pasó, cargando el cuerpo inconsciente de Caitlyn y dirigiéndose directamente a la oficina de Babette.
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Arcane: El renacimiento.
FanfictionPiltover y Zaun colapsan en desgracia después de la explosión causada por Jinx, haciendo que Caitlyn y Vi se vean atascadas en medio del dolor y las responsabilidades. Con un reloj contando el tiempo que les queda juntas antes de que ambas naciones...