Capítulo 43- Un mensaje inesperado.

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Cassidy giraba en una pirueta acompañada de Lux cuando la puerta de la casa fue abierta lentamente, revelando la figura de Vi, Zeri y Sylas. Todos quedaron en silencio, mirando atentamente la penumbrosa expresión de sus rostros. No hacían faltas palabras para comprender que lo que dirían sería catastrófico.

Vi se adentró, caminando directamente hacia Cassidy, acunando su rostro y acariciando sus mejillas con sus pulgares antes de inclinarse para darle un beso en la frente, cerrando sus ojos y dejando que una lágrima se escapara, rodando por su rostro hasta caer en el cabello violeta recogido en un moño que parecía más un nido para pájaros. Cait apretó los puños a sus costados, observando con atención
la mirada cargada de culpa y la disculpa silenciosa en los ojos grises de su amada, fue muy claro para ella entonces que Vi le había mentido.

—Acabamos de regresar de una expedición más allá de Zaun —inició Zeri, intentando darle una base de apoyo a Vi antes de que ella tuviera que hablar—. Hemos estado haciéndolas casi mensuales, llegando hasta la frontera de Noxus y observando los movimientos que hacían.

—¿Por qué? —Lux fue la primera en hablar después de los minutos de silencio que siguieron a las palabras de Zeri.

Katarina y Sevika se limitaban a observar todo atentamente y Tobías se había inclinado, apoyando sus codos sobre sus rodillas, mientras la mirada de Cait seguía fija en donde Vi estaba, en medio de la habitación, abrazando a Cassidy casi con miedo, pero todavía mirándola a ella.

—Hace un año vimos desde lejos una interacción entre el hombre de la armadura y los soldados de shimmer que atacaron Zaun, y los soldados noxianos, justo en la frontera del reino —contestó Sylas, apoyando su mano en el hombro de Zeri antes de que ella respondiera; ambos decidieron obviar el rastro enojado que dejó la mirada de Lux ante ese gesto.

—Guardamos el secreto porque no queríamos causar pánico, no sabíamos lo que significaba, así que estuvimos regresando cada unos cuantos días —continuó Zeri, notando la mirada de piedra que Cait le dedica a Vi—. Tomó más de tres meses antes de que los volviéramos a ver.

—No parecían hacer nada, pasaban unos minutos allí, hablando, y luego se retiraban sin más —dijo Sylas, recostándose al espaldar de una de las sillas del salón de Sevika—. No le dimos mayor importancia, los estábamos manteniendo vigilados, incluso seguimos a los soldados de shimmer en más de una ocasión, pero siempre lograban desaparecerse de nuestra vista algunos kilómetros después. No pensamos que fuera verdaderamente un problema.

—Hasta hoy —la voz de Caitlyn salió en un tono gutural que arrastró un escalofrío desagradable por la espalda de Vi, sus ojos azules lanzando dagas de odio con la mirada—. ¿No es cierto, Violeta?

Vi guardó silencio, bajando la mirada. No estaba arrepentida, y ella sabía que Cait lo había notado; si tuviera que mentirle con tal de no verla sumirse en la miseria de la incertidumbre, lo volvería a hacer sin dudarlo, pero eso no significaba que no supiera que la había traicionado. Cerró los ojos con fuerza, respirando profundo, sintiendo su propio miedo llenarla.

Su cuerpo pareció haber tocado un rayo de electricidad cuando una sensación cálida se cernió sobre ella, abriendo los ojos de forma abrupta y enfocando su mirada en donde aquellas manos callosas y delgadas se cerraban sobre las suyas y dejaban una caricia suave.

—Está bien, mamá —sus ojos se encontraron con los de su hija, con la mirada suave y la sonrisa comprensiva que ella le dio. Vi podía haber cometido muchos errores en su vida, pero Cassidy siempre sería la prueba viviente de que era capaz de hacer las cosas bien.

—Ambessa Medarda marcha con el ejército noxiano a unirse a los soldados de shimmer. Está aliada con Jinx —soltó Vi finalmente, alzando la mirada hacia Cait, quien mantenía el rostro pétreo. Vi sabía que eso era mala señal.

Arcane: El renacimiento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora