El bullicio de los concejales discutiendo unos con otros había atormentado la cabeza de Jayce desde que estos habían llegado. Lo primero que hicieron fue llamarlo loco por detener el día en Piltover sin antes consultar con ellos, luego, cuando Jayce les dio una explicación, los adjetivos hacia su persona se tornaron mucho más insultantes.
Las acusaciones iban desde ser un ingenuo por confiar en unos zaunitas hasta un completo imbécil por exponer Piltover. Había tomado decisiones sin consultarlas con ellos, lo cual lo ponía en una situación de desventaja, pero el tiempo seguía pasando, y cada segundo contaba, por lo que la paciencia de Jayce llegó a su límite.
—¡Suficiente! —su grito detuvo toda conversación, ambas palmas habían golpeado la mesa con fuerza mientras él se incorporaba del asiento, empujándolo hacia atrás—. No sé en qué tipo de nube de algodón de azúcar viven ustedes, o si simplemente han perdido la memoria, pero Noxus es un país sanguinario y despiadado que gana sus guerras destrozando a sus enemigos. No conoce de la compasión con niños, embarazadas o ancianos, no concibe la rendición, ataca y destroza hasta que las ciudades antes habitadas quedan reducidas a polvo.
Los concejales miraban a Jayce con asombro, y algo más, miedo. Eso era bueno, no tener miedo en esas circunstancias era de estúpidos, le alegraba saber que Piltover no estaba siendo dirigida por insensatos demasiado metidos en sus traseros cubiertos de oro como para razonar. Se incorporó en toda su altura, mirándolos detenidamente uno a uno, retándolos a hablar en su contra. Nadie dijo nada.
—¿Alguna vez he hecho algo en contra de Piltover? ¿He escogido algo que arriesgue nuestra tierra? ¿He puesto por encima de Piltover algún beneficio propio? —varios concejales bajaron la mirada ante las palabras de Jayce, avergonzados de la forma en que lo habían cuestionado—. Zaun está en peligro inminente, pero si ellos caen, los siguientes en caer seremos nosotros. Solos no tenemos ninguna oportunidad, pero si nos unimos, por una vez en siglos, si trabajamos juntos, es posible que sobrevivamos a lo que se avecina.
—¿Qué tan peligroso es? —preguntó el Concejal Romanof, inclinándose sobre la mesa con el ceño fruncido de preocupación.
—Lo sabremos en unos minutos, cuando abramos de nuevo los portales y Caitlyn Kiramman venga, junto con los líderes de Zaun, para discutir lo que haremos —respondió Jayce, cerrando adecuadamente el botón de su chaleco blanco y avanzando hacia la salida—, pero de algo estamos seguros, concejales, nada que mueva al ejército noxiano puede considerarse menos que una amenaza mortal.
Jayce vio el terror en los ojos de los concejales, el peligro que se cernía sobre ellos finalmente había alcanzado sus mentes. No dijo más nada, se limitó a salir del salón del Concejo, ningún concejal se iría de allí, esperarían pacientemente al regreso de Jayce con sus invitados zaunitas, discutirían la realidad de lo que estaba pasando y el plan de acción necesario, pero Jayce sabía que el enemigo en común era demasiado diabólico como para subestimarlo.
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Lux había sido quien se ofreció voluntaria para esperar junto al muro hasta el momento en que alguien respondiera, el sol ya había salido y ella estaba segura de que los pilties habían ignorado la carta de Caitlyn cuando vio el cambio en el portal, abriendo un pequeño espacio en el muro y dejando caer una carta de forma veloz antes de que se volviera a cerrar.
Ella no sabía nada de Piltover ni sus concejales, pero la tinta del sobre decía Caitlyn Kiramman y había un sello rojo y dorado manteniendo la envoltura cerrada. Se montó en el aerodeslizador y condujo de regreso al bar tan rápido como pudo, el tiempo apremiaba.
Todos estaban despiertos y esperándola cuando lux llegó, notando el asombro y la ansiedad en sus rostros al verla aparecer. Lux avanzó directo hacia Caitlyn, entregándole la carta y apartándose para sentarse en el suelo, a los pies de Sylas y Zeri, apoyando una mano en la pierna de él y la cabeza en el muslo de ella. Cait se quedó de pie en una esquina, justo donde todos podían verla mientras abría la carta. Lux notó que, aun estando enojada con Vi, Cait se había mantenido cerca de ella, como si Vi fuera su apoyo, su soporte, lo que la hacía seguir adelante y ser fuerte.
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Arcane: El renacimiento.
FanfictionPiltover y Zaun colapsan en desgracia después de la explosión causada por Jinx, haciendo que Caitlyn y Vi se vean atascadas en medio del dolor y las responsabilidades. Con un reloj contando el tiempo que les queda juntas antes de que ambas naciones...