Capítulo 38- Una noche de planes.

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Estaban mirándose mutuamente, el silencio de la noche siendo interrumpido por el movimiento de los vigilantes a raíz de la explosión, sin embargo, para ellos solo había calma. Tobías avanzó hacia Vi, alzando sus brazos y envolviéndola en un abrazo fuerte, escondiendo su rostro en el hombro de ella y sintiendo como Vi le devolvía el abrazo, dándole palmaditas en la espalda y susurrándole que todo estaba bien, que ella estaba allí. Después de dejar que algunas lágrimas escaparan, Tobías se apartó de ella, viéndola ligeramente incómoda por la repentina muestra de afecto, él sonrió.

—Te has vuelto toda una mamá —afirmó, reconociendo los gestos que ella había usado para calmarlo; ante aquellas palabras, Vi no pudo más que sonreír. El sonido de la ventana siendo abierta y el cabello rubio de Zeri llamó la atención de la zaunita, que rápidamente corrió hacia ella para ayudarla.

—Joder, estos vigilantes son rápidos —comentó Zeri, dejándose caer al suelo, agotada.

—¿Pudiste alejarte sin que te vieran? —preguntó Vi, mirando por la ventana.

—Sí, tranquila, hubo otra explosión más al sur, supongo que fue Sylas —respondió Zeri, asintiendo con la cabeza y aceptando la mano de Vi para incorporarse.

—Él debe de llegar en un rato —dijo Vi, mirando preocupada hacia Tobías, quien las observaban atónito.

—¿La explosión fue cosa vuestra? —cuestionó él, fijándose en Vi.

—Tiempos desesperados requieren medidas extremas, Tobías, y créeme cuando te digo que desesperado es poco para cómo estamos —respondió Vi, mirando con aprensión hacia el hombre mayor, haciéndolo notar la angustia en aquella mirada.

—Aléjense de la ventana, no deben verlas aquí, vamos a mi estudio, allí podremos hablar tranquilamente —indicó Tobías, notando la seriedad del asunto y colocando su mano en la espalda de Vi, guiándola por la casa.

Ambas mujeres tomaron asiento en los sillones mientras Tobías preparaba un café fuerte, por suerte hacía mucho que había prescindido de los empleados, le gustaba su soledad, la prefería antes que tener a extraños pagados por el Concejo en su casa.

—Gracias —dijo Zeri, aceptando la taza de café fuerte que Tobías le ofrecía. Él le extendió otra hacia Vi y tomó la suya, sentándose frente a Vi.

—Asumo que si estás aquí, y Cait no está contigo, es porque algo ha pasado que tiene que ver con el bebé que ella esperaba antes de irse a Zaun —comentó él, apreciando la manera en que Vi cerraba las manos en puños y su mirada se perdía en la nada durante algunos segundos.

—Hay mucho que contarte, Tobías, pero empecemos por decirte que tienes una nieta preciosa —contestó Vi, viendo las lágrimas que se acumularon en los ojos del hombre, que sonrió contento por la noticia.

—¿Cómo se llama? —preguntó Tobías, dejando de lado la taza que ya temblaba entre sus manos.

—Le decimos Cassidy, pero su nombre es Cassandra Powder Kiramman —Vi observó en silencio como Tobías dejaba escapar las lágrimas por sus mejillas, sollozando bajito mientras sentía las emociones fluir fuera de su cuerpo, una mezcla de alegría y tristeza dominándolo. Tobías sacó un pañuelo de su bolsillo y limpió sus lágrimas antes de asentir hacia Vi.

—Dime qué sucede. Tiene que ser algo grave para que se arriesguen a venir aquí —preguntó él, viendo a Vi suspirar y mirar hacia Zeri, quien asintió con la cabeza dándole fuerzas, antes de volver a fijar sus ojos en él.

Le explicó todo, detalle a detalle, cada cosa que habían vivido durante esos años, las noches de miedo e incertidumbre, el terror ante el poder creciente de Cassidy desde el embarazo, el ataque el día del parto, las condiciones en las que nació, las muertes alrededor de aquel acontecimiento.

Arcane: El renacimiento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora