Capítulo 40- Peligro en el interior.

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Tobías miraba hacia la familiar escena con dolor, no soportaba ver a sus seres queridos sufrir de esa forma, pero al ver la expresión derrotada en el rostro de su hija mientras Vi le afirmaba que no había sido culpa suya, Tobías supo que Cait no le creía.

La llamó, como tantas veces había hecho a lo largo de su vida, pero la mirada dolida que se fijó en él no era la de su hija, era la de alguien que se había roto por dentro, que sufría. Avanzó dentro del bar, lento, temeroso de la reacción que podía ocasionar, sabía que Vi había cargado a Cassidy y se había apartado, pero sus ojos no dejaron de mirar a su hija, quería que supiera que él estaba allí, que había venido para ella. Cait parecía no comprenderlo.

—Cait —llamó Tobías nuevamente, estirando sus manos con lentitud, esperando alguna reacción. Sus manos tocaron con suavidad las de Cait, y fue en ese tacto sutil que algo en ella finalmente despertó.

—Papá —su voz no fue más que un susurro roto, pero Cait se impulsó hacia delante, pasando sus brazos por el cuello de su padre, aferrándose a él.

—Estoy aquí, hija, papá está aquí —afirmó Tobías, deslizando sus manos en una caricia tranquilizadora por la espalda de Cait.

—Mamá, ¿quién es ese señor? —la pregunta de Cassidy atrajo la atención de todos, los ojos de los presentes fijándose en el rostro regordete con expresión confundida.

—Ese es Tobías, el papá de mami, y tu abuelo —explicó Vi, colocando a Cassidy en el suelo, dejándola elegir si acercarse a Tobías o no.

La niña pareció dudar unos segundos, viendo a Cait apartarse de Tobías y como este se arrodillaba totalmente en el suelo, mirándola a ella. Sus ojos miraron con detenido escrutinio cada rasgo de aquel señor canoso de ojos rasgados y espejuelos que la observaba con una sonrisa suave en los labios, con esperanza en su mirada. Cassidy avanzó, llegando hasta él, mirando durante un segundo hacia Caitlyn, esperando algo. Cuando Cait asintió con una sonrisa, Cassidy alzó una mano, extendiéndola delante de ella.

—Mucho gusto, soy Cassidy.

—Un placer, Cassidy. Yo soy Tobías, tu abuelo, pero puedes llamarme como quieras —afirmó él, tomando la mano de la niña y realizando un apretón de manos como saludo, fue débil en el agarre, pero firme en el movimiento, y Tobías añoró poder abrazarla después de años de imaginar qué había pasado con el embarazo de su hija, si había tenido una niña o un niño, si este pequeño lo querría.

—Tobías, por ahora —respondió Cassidy, pero Tobías no se sintió ofendido, después de lo que la pequeña había vivido, no podía esperar que llegara él, un total extraño, y recibiera el amor de Cassidy.

—¿Alguien quiere algo de tomar? —preguntó Lux, que había estado observando la escena desde la puerta detrás de la barra que daba hacia el almacén.

—Yo quiero leche con café —pidió Cassidy, haciendo a todos sonreír, incluso a Sevika, algo que Katarina, quien salía detrás de Lux y avanzaba hacia ella, no se perdió.

—Entendido —afirmó Lux, poniendo una expresión seria, como si Cassidy fuera uno de los clientes en la noche.

—Pues yo quiero un trago fuerte —dijo Sevika, haciendo a los demás reír mientras acordaban que todos querían lo mismo.

Poco a poco, cada uno fue tomando un asiento en las mesas, Zeri cerró la puerta del bar y bajó las persianas antes de tomar asiento al lado de Sylas, algo que Lux no pasó por alto mientras repartía las jarras de cerveza negra. Pronto todas las bebidas estuvieron servidas, y era hora de contar los sucesos horrorosos que habían acontecido.

La primera en hablar fue Cassidy, quien pidió disculpas por haberle creído a la muchacha del cabello azul mientras explicaba por qué se había ido con ella; Vi, que la tenía sentada en su regazo, besó su cabello y la abrazó, asegurándole una vez más que no había sido culpa suya.

Arcane: El renacimiento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora