Capítulo 29- Sus ojos.

414 44 194
                                    

Corrió por encima de los techos, saltó sobre las tiendas y se impulsó con la energía de los guanteletes, su único pensamiento era alcanzar a Cait, pero sintió el aire congelarse en sus pulmones y su cuerpo tensarse hasta ser doloroso al ver el bar destrozado. Se precipitó dentro de forma torpe y desesperada, soportando durante un instante el terror al ver a Ezreal atravesado por una flecha en el cuello, muerto en una posición casi inhumana.

La puerta de la escalera había reventado y Vi saltó los escalones de cinco en cinco, hasta encontrar la casa de abajo entre maderas rotas y piedras. Vio el cuerpo de Heimerdinger, o pedazos de este en realidad, salpicando diferentes partes de los destrozos; el cadáver de la madame estaba tirado en otro lado del cuarto, un agujero de bala en su frente. La cama estaba volcada, el mecanismo de defensa que Heimerdinger había decidido instalar hacía una semana solamente, había sido activado. Cait no estaba.

—Mierda —murmuró Vi.

—Estoy de acuerdo —dijo una voz entrecortada detrás de ella.

El dolor la recorrió completa, un puñal enterrándose en el lado izquierdo, entre sus costillas, alcanzando a rozar su corazón mientras otra mano la sujetaba por el cuello. La mujer la arrastró a pasos tambaleantes hacia atrás, sacándola a lo que antes era la sala de aquella casa y tirándola al suelo, la sangre saliendo inmediatamente de su cuerpo de forma incontenible. Vi estaba muriendo.

—No esperé que el pequeñito tuviera el valor de explotar todo —comentó Samira con rencor, sosteniéndose el costado adoloridamente—, y tú mujer escapando mientras estaba inconsciente, debo admitir que me impresionó. De hecho, pude ver que era muy bonita; espero que Jinx la deje viva, podría ser entretenido tenerla —dijo, avanzando hacia Vi, que había soltado el guantelete derecho y se presionaba la mano contra el costado sangrante—. Tú, por otra parte, pareces una luchadora, respeto eso, así que te daré una oportunidad —Vi vio de forma borrosa como Samira colocaba una jeringuilla llena de shimmer en el suelo, a tres metros de ella—. Yo me voy, si quieres salvarte, alcánzala.

Samira no dijo más, se limitó a salir cojeando del sitio mientras dejaba a Vi debatiéndose entre la vida y la muerte. Las palabras de Samira resonaban en su cabeza, creando una ira ciega que se mezclaba con el miedo de saber que Jinx estaba con Cait y su bebé, y con la desesperación por sobrevivir. Sabía que ya había ingerido shimmer, sabía que si se inyectaba probablemente perdería la consciencia, pero también sabía que si no lo hacía, moriría y nadie podría detener a Jinx.

Recordó aquel día catastrófico, donde Vander prefirió tomar el shimmer antes que permitir que ella muriera, porque la amaba tanto que esa acción irresponsable valía la pena. Él había conservado la consciencia lo suficiente para salvarla, aunque solo hubiera durado unos minutos; pero minutos era todo lo que Vi necesitaba. Ella también podía lograrlo.

Cargó el guantelete de su mano izquierda, usándolo para atravesar la madera del suelo y arrastrarse con fuerza tanto como podía, sacando el brazo del guantelete luego y estirándolo hasta tomar la jeringuilla. Respiró hondo, sintiendo como sus fuerzas se iban, tomó una respiración corta y dolorosa antes de enterrar la aguja en su cuello, en la vena que apenas mostraba su pulso casi muerto, y luego todo se volvió oscuro mientras el líquido violáceo se adentraba en su cuerpo. Su mente desapareciendo.

                             ♡

Jinx corrió por entre los recovecos de las calles y callejones, huyendo de la multitud que había corrido despavorida ante la primera explosión, escondiéndose de todos e intentando que la bebé no llorara, que era el mayor reto. Respiró tranquila cuando se vio a las afueras de Zaun, donde Signed la esperaba, apoyado en un vehículo de ruedas modificado para que pudieran huir.

Arcane: El renacimiento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora