Capítulo 51- Encuentro inevitable.

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Ava se detuvo en algún punto al este de Piltover, dejando que Cassidy bajara de su lomo y caminara tambaleante hacia la fuente que se hallaba a unos metros de distancia. Cassidy se dejó caer en el arco de la fuente, usando la luz que brillaba por encima de esta y la tranquilidad del agua para ver su reflejo.

No le interesaba su rostro, ni el tizne en su piel, sino el ardor de su hombro. Giró lentamente, apreciando la piel roja y amarillenta, la marca de la gran quemadura que iba desde su hombro hasta abarcar toda su escápula. La tela de su blusa había sido quemada en la explosión, y las tiras que colgaban de las partes todavía intactas se habían pegado a la piel, junto con la gravilla del suelo.

Respirando aceleradamente, preparándose para el dolor, Cassidy tomó el borde de su blusa y tiró, rasgándola para retirarla de su cuerpo, quedándose en el top negro que traía debajo. Tragó grueso, sabiendo lo que tenía que hacer.

Tomó parte de la tela y la hizo una bola, metiéndola en su boca para amortiguar el sonido, y luego pasó los pies por encima del muro, tirándose dentro de la fuente. El agua ardió contra su piel herida y Cassidy gruñó, enterrando los dientes en la bola de tela en su boca, pero logró quitar las gravillas más grandes. Lo irónico era que eso era lo más fácil.

Ava se acercó a ella, mirándola con preocupación y dándole apoyo, y Cassidy intentó tranquilizarla con su mirada antes de mojar lo que restaba de su blusa, restregándola bien y luego, apretando los dientes, se alzó sobre la superficie del agua y presionó la tela contra la quemadura.

Gritó, y la bola en su boca no fue suficiente para amortiguar el sonido; gritó de nuevo cuando tuvo que restregar la piel herida, quitando la suciedad, la tierra y las piedras. Para cuando consideró la herida limpia, Cassidy veía puntos blanquecinos en el borde de su visión y se sentía al límite del desmayo.

Salió de la fuente, el agua enfriándose contra su cuerpo con el paso del viento, pero la piel herida era tan sensible que esto solo logró hacerla lamentar mientras se quitaba la tela de la boca. Ava la atrapó en el tropiezo al salir, dándole un apoyo para que caminara.

Cassidy sabía que tenía que irse, subir a Ava y alejarse tanto como pudiera, pero el peso de la realidad recayó en ella con fuerza: su abuelo estaba muerto. Se había sacrificado por ella, las personas estaban muriendo en una batalla por ella, su familia estaba en peligro por ella. Todo era su culpa.

El nudo en su garganta creció, la opresión en su pecho se volvió insoportable y Cassidy se derrumbó de rodillas en el suelo, las lágrimas corriendo desenfrenadas por su rostro, los sollozos siendo opacados escasamente, y el dolor aferrándose a ella.

Ava pasó su lengua por su rostro, recogiendo parte de las lágrimas, pero eso no la calmaba. Era su culpa, si ella no hubiera nacido, si no tuviera el poder de la Arcana, si Jinx hubiera cumplido su cometido años antes, si ella no estuviera luchando por permanecer viva.

Sintió a Ava tensarse a su lado, sus escamas erectas y a la defensiva mientras se paraba delante de ella, protegiéndola. Cassidy escuchó los pasos lentos en el silencio, alzando la mirada para encontrar esos ojos violetas que brillaban entre la escasa iluminación.

La había alcanzado, Cassidy no sabía cómo, pero allí estaba Jinx, delante de ella, sonriendo con sadismo y celebrando una victoria todavía no lograda. Cassidy apoyó su mano sobre el lomo de Ava, impulsándose para incorporarse, las lágrimas se secaron en su rostro y ella se mostró regia ante Jinx.

—Ava, quita —la orden fue un susurro, pero Ava desvió su mirada hacia ella antes de apartarse unos pasos hacia atrás, obedeciendo. Jinx mostró una sonrisa amplia, divertida, como el cazador sediento de sangre que disfruta más el proceso de la cacería que a la presa en sí.

Arcane: El renacimiento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora